El sur de Italia enfrenta otra crisis de acogida

En un viejo hotel de tres plantas de las afueras de Reggio Calabria, un chico vestido de traje, corbata y zapatillas blancas abre la puerta principal. Va a la moda de Eddie Murphy en la ochentera El pr¨ªncipe de Zamunda. Tiene estilo, tiene clase, buena percha, pero no es el botones del lugar, es m¨¢s bien un ocioso al que le gusta bromear. Porque ni esto es un hotel ya ni ¨¦l tiene un empleo del que ocuparse.

Este centro de inmigrantes es uno m¨¢s de los que hay en esta ciudad del sur de Italia, el tercer puerto en recepci¨®n de inmigrantes despu¨¦s de Lampedusa y Pozzalo, en la vecina Sicilia. Las habitaciones son ahora el lugar donde se alojan unos j¨®venes que fueron llegando en barcazas. El cierre de la frontera entre Europa y Turqu¨ªa y la ausencia de un mecanismo eficaz de recepci¨®n y distribuci¨®n adecuada de migrantes a otros pa¨ªses de la UE han hecho que el sistema se sature.

Calabria pas¨® de recibir 16.000 migrantes en 2015 a m¨¢s de 30.000 en 2016. Este a?o ha recibido, por ahora, m¨¢s de 5.000 aunque esperan que el n¨²mero se multique por seis durante los meses de verano.

¡°No hay jab¨®n, ni papel de ba?o y la comida es mal¨ªsima. No hay nada que hacer. Me paso el d¨ªa recogiendo colillas por el suelo¡±, cuenta Seriba Couibly, un maliense de 25 a?os. El resto de sus compa?eros no est¨¢ de mejor humor y todos dibujan un panorama sombr¨ªo.

Otros centros de inmigrantes cuentan con el apoyo y el trabajo duro que realizan organizaciones internacionales como M¨¦dicos del Mundo. La ONG, que coste¨® el desplazamiento a Calabria de dos periodistas, uno de EL PA?S y otro del franc¨¦s Le Monde, lleva en el terreno desde 2015. Sus trabajadores ofrecen asistencia sanitaria en el puerto y en los centros, en especial a mujeres y menores no acompa?ados, y una mediaci¨®n entre los inmigrantes y los m¨¦dicos locales. No es un asunto menor. En Libia, las peligrosas milicias locales, descontroladas por la ca¨®tica situaci¨®n que vive este pa¨ªs en conflicto, violan en ocasiones a las inmigrantes que pasan por su territorio. Si el asunto cae en manos de un doctor conservador, nada extra?o por aqu¨ª, le oculta a las v¨ªctimas que tienen derecho a abortar.

Amputaci¨®n

Uno de los centros en los que trabaja la organizaci¨®n es el de Melito, un municipio de Reggio. All¨ª Doudu cuenta el peligroso viaje que hizo a trav¨¦s de Libia en el que se dej¨® una pierna y las ganas de vivir. Acompa?ado por otros menores de edad, Doudu relata que recibi¨® un disparo cuando hu¨ªa de unos criminales que pretend¨ªan secuestrarlos. La herida ten¨ªa orificio de entrada y salida, por lo que no se preocup¨® tanto. Se vend¨® y sigui¨® el camino hasta zarpar rumbo a Europa. Al llegar, el primer m¨¦dico que lo examin¨® le hizo un diagn¨®stico brutal: toca amputar.

El muchacho, de 17 a?os, se neg¨® y durante tres semanas psic¨®logos y personal sanitario intentaron convencerlo de que era la ¨²nica soluci¨®n. La otra era acabar en el lado del cementerio adonde van a parar los inmigrantes que mueren en la traves¨ªa. Al final, acabaron amput¨¢ndole casi toda la pierna pero eso no lo reconforta: ¡°As¨ª no le veo mucho sentido a seguir adelante. Mi viaje se acab¨®¡±.