Trump logra su primera victoria antinmigraci¨®n en la C¨¢mara de Representantes

Donald Trump ha logrado su primera victoria parlamentaria en el terreno que m¨¢s le gusta pisotear: la inmigraci¨®n. La C¨¢mara de Representantes ha aprobado dos leyes que materializan sus proclamas m¨¢s extremas. Un mazazo doble que, si el Senado lo confirma, elevar¨¢ hasta 10 a?os de c¨¢rcel la condena a los indocumentados que insistan en regresar a EEUU tras su deportaci¨®n, y que tambi¨¦n le permite retirar fondos a las ciudadades santuario, ese gran foco de resistencia a su pol¨ªtica migratoria.

Trump necesitaba un ¨¦xito. No importaba que fuese peque?o o provisional. En las ¨²ltimas semanas no ha logrado marcar con claridad sus pasos en la arena parlamentaria. La reforma del sistema sanitario no encuentra mayor¨ªa en el Senado y el prometido recorte fiscal a¨²n no ha superado la fase de borrador. Tiene el control de ambas c¨¢maras, pero la sensaci¨®n de que el presidente se mueve con excesiva lentitud en el Congreso es generalizada.

La pol¨ªtica migratoria no escapa a esta percepci¨®n. Aunque en el terreno de lo inmediato han subido las detenciones de indocumentados y se ha reducido el trasiego ilegal en la frontera, las ¨®rdenes de Trump se han estrellado con la resistencia de las ciudades santuario. Una constelaci¨®n de urbes como Los ?ngeles, Chicago o Nueva York, e incluso un Estado como California, que se niegan a cumplir al pie de la letra las peticiones federales en materia migratoria. Frente a las cada vez mayores y m¨¢s duras exigencias de Washington, evitan las identificaciones indiscriminadas y rechazan entregar indocumentados a las autoridades federales sin orden judicial. Aparte del desacuerdo ideol¨®gico, esta actitud tiene una explicaci¨®n pr¨¢ctica: se trata de poblaciones con enormes bolsas de sin papeles y donde las ¨®rdenes de Trump abrir¨ªan una brecha insalvable entre los poderes locales y esa masa de ciudadanos (s¨®lo en Los ?ngeles viven cerca de 800.000 sin papeles).

La Casa Blanca y el fiscal general, el halc¨®n Jeff Sessions, no han dejado de atacar este frente. Sessions ha calificado a las ciudades santuario de ¡°amenaza para la seguridad p¨²blica¡± y el propio presidente lanz¨® una orden ejecutiva destinada a retirar fondos a aquellas que no colaborasen. La directiva, como ya viene siendo habitual en la era Trump, choc¨® con el muro judicial. Un magistrado de San Francisco la bloque¨® provisionalmente por su presunta inconstitucionalidad.

Perdido el frente judicial y enfrentado a una creciente resistencia pol¨ªtica, la siguiente vuelta de tuerca de Trump ha llegado con la aprobaci¨®n de dos leyes que, en un pa¨ªs con 11 millones de indocumentados, tiene como fin endurecer sus condiciones de vida. La primera es un ob¨²s dirigido a las ciudades rebeldes. La norma, bautizada Ning¨²n santuario para los criminales, que gan¨® por 228 votos sobre 195, les exige cumplir con las ¨®rdenes de arresto federales, por ejemplo, extendiendo la retenci¨®n de un inmigrante sospechoso 48 horas m¨¢s de lo que establece la ley penal. En caso de no cooperar, la iniciativa permite retirar fondos a estas urbes y abre las puertas a que las v¨ªctimas de delitos cometidos por sin papeles les denuncien.

La otra carga de profundidad es la Ley Kate. Llamada as¨ª por el caso de Kate Steinle, muerta a tiros hace dos a?os en San Francisco por un mexicano con antecedentes que hab¨ªa sido deportado cinco veces, la norma aumenta las penas a quienes reinciden en la entrada ilegal a Estados Unidos. As¨ª, un indocumentado que haya sido deportado m¨¢s de dos veces y sea sorprendido nuevamente puede enfrentarse a una pena de hasta 10 a?os de c¨¢rcel. Y si tiene un antecedente por un delito grave o tres faltas basta que vuelva a ser sorprendido una sola vez para una condena similar. Esta ley tuvo apoyo de dem¨®cratas y pas¨® el filtr¨® de la C¨¢mara de Representantes por 257 votos frente a 167. El total de esca?os republicanos suma 241 y el de dem¨®cratas 194.

Ambas medidas, el ataque a los santuarios y el castigo de los reincidentes, forman parte del n¨²cleo duro del discurso de Trump. Para su presentaci¨®n ante la C¨¢mara de Representantes, el presidente ha empleado toda su artiller¨ªa. Se ha reunido con familiares de v¨ªctimas, ha presionado a los congresistas y se ha volcado como pocas veces en Twitter.

¡°Ustedes perdieron a la gente a la que quer¨ªan porque nuestro Gobierno rehuy¨® hacer cumplir las leyes migratorias. Durante a?os, los sabiondos, los periodistas, los pol¨ªticos de Washington rehusaron escuchar vuestras voces, pero ahora ser¨¢n o¨ªdas en todo el mundo. No murieron en vano¡±, afirm¨® Trump en una reuni¨®n con parientes de fallecidos por ataques de indocumentados.

Pese a su vehemencia, el ¨¦xito en la C¨¢mara de Representantes es s¨®lo provisional. Las leyes tienen a¨²n que sortear el mayor escollo: el Senado. Ah¨ª la mayor¨ªa republicana es exigua (52 frente a 48) y los textos corren el riesgo de naufragar. Ya ocurri¨® el a?o pasado con la Ley Kate. De volver a pasar, la debilidad parlamentaria de Trump quedar¨ªa en evidencia.