Joaqu¨ªn Navarro-Valls, hist¨®rico portavoz del Vaticano
El periodista y m¨¦dico espa?ol, miembro del Opus Dei, fue durante 22 a?os confidente de Juan Pablo II
Joaqu¨ªn Navarro-Valls (Cartagena, Murcia, 1936), fallecido en Roma el pasado mi¨¦rcoles, fue el primer portavoz seglar del Vaticano, y tambi¨¦n el primer no italiano. Lo fue durante 22 a?os, de 1984 a 2006. Su relaci¨®n personal con el papa polaco, Juan Pablo II, hizo que pronto desbordara su funci¨®n de portavoz para convertirse en confidente personal de un papa que fue decidido defensor del Opus Dei, instituci¨®n de la que Navarro-Valls era miembro numerario.
Su proximidad al pont¨ªfice nunca le llev¨® a caer en la tentaci¨®n de mirar por encima del hombro a sus viejos colegas, los corresponsales vaticanos. Sigui¨® siendo un compa?ero sencillo, sin presunciones, que jam¨¢s condicion¨® su ayuda a la ideolog¨ªa. Sigui¨® siendo un colega periodista y mucho m¨¢s que eso.
Ello fue una gran ayuda para todos los que trabaj¨¢bamos a su lado ya que ¨¦l, siendo de la profesi¨®n, pod¨ªa entender mejor que nadie no solo nuestras necesidades, sino tambi¨¦n nuestra fidelidad a los respectivos medios de comunicaci¨®n para los que trabaj¨¢bamos. Si algo puedo resaltar de la personalidad de Navarro-Valls es que fue siempre fiel a sus principios y delicado en el trato con sus compa?eros periodistas mientras ejerci¨® el cargo de portavoz del Vaticano. Con todos ¡ªtanto con los que compart¨ªan su devoci¨®n religiosa como miembro honorario del Opus Dei y defensor de la ortodoxia vaticana durante el pontificado de Juan Pablo II¡ª como con aquellos que, como yo, no siempre comulg¨¢bamos con algunas de sus posturas relacionadas con el Vaticano. Fue en todo momento lo que en Espa?a llamamos un caballero, sin rencores, dispuesto siempre a ayudar.
Hice m¨¢s de cien viajes internacionales con ¨¦l en el avi¨®n papal. Navarro-Valls era como el guardi¨¢n del papa en los viajes. Su relaci¨®n con el pont¨ªfice polaco solo pod¨ªa parangonarse en intimidad y devoci¨®n personal a la de su todopoderoso secretario personal, Stanislaw Dziwisz. Fueron ambos las dos figuras de mayor relieve y, hasta me atrever¨ªa decir, de mayor influencia en el coraz¨®n de Wojtyla. Durante los viajes, Navarro-Valls no solo ejerc¨ªa como portavoz y enlace nuestro con Juan Pablo II, sino que desempolvaba su otra profesi¨®n, la de m¨¦dico psiquiatra. Nos daba consejos para no estresarnos demasiado en aquellos viajes en los que varios miembros del s¨¦quito papal murieron de infarto. Incluso nos ofrec¨ªa a veces medicinas para relajarnos. Nos dec¨ªa: ¡°O dorm¨ªs o com¨¦is, si quer¨¦is aguantar¡±.
Era ante todo un compa?ero amigo que sab¨ªa esconder sus reacciones con elegancia, hasta en los momentos m¨¢s dif¨ªciles, como cuando este diario public¨® los documentos secretos del Opus Dei en los que la Obra de Balaguer ped¨ªa a Juan Pablo II que les concediera la prelatura nullius, o independencia de los obispos. Navarro-Valls era entonces el portavoz del Opus en Roma, donde trabajaba a mi lado en las oficinas de la Stampa Estera.
Cuando yo publiqu¨¦ aquellos documentos que el Opus negaba que existieran, Navarro-Valls no tuvo ni un momento de rabia o de rencor. Primero se encerr¨® en el silencio, despu¨¦s me convid¨® a comer. Entendi¨® mi compromiso con el peri¨®dico de publicar aquellos documentos y yo entend¨ª en nuestra conversaci¨®n, que fue m¨¢s all¨¢ de nuestra condici¨®n de colegas periodistas, que era un hombre de fe cuya devoci¨®n incondicional a Juan Pablo II era fruto, por encima de cualquier otra cosa, de su afinidad de alma con un pont¨ªfice a quien dedic¨® 22 a?os de su vida y al que, para su gran alegr¨ªa, acab¨® viendo canonizado.
Hab¨ªa quien consideraba a Navarro-Valls un portavoz vaticano conservador e intransigente. Lo cierto es que, aunque ya muchos no lo recuerden, gracias a su condici¨®n de periodista aquella instituci¨®n atrofiada, la portavoc¨ªa del Vaticano, se abri¨® a nuevos horizontes y las relaciones entre los corresponsales vaticanos y la Santa Sede se modernizaron. Navarro-Valls tuvo adem¨¢s la suerte de ser m¨¢s que un portavoz vaticano burocr¨¢tico y distante, como en el pasado. Su relaci¨®n personal con Juan Pablo II le permit¨ªa en momentos cr¨ªticos y de duda acudir personalmente al pont¨ªfice, lo que le otorgaba, ante nosotros, un plus de confianza en las noticias que nos transmit¨ªa.
Quienes trabajamos y viajamos con ¨¦l alrededor del mundo le recordaremos siempre no solo con cari?o, sino adem¨¢s con agradecimiento por su calidad humana y por la ayuda que nunca negaba a nadie.
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