La respuesta republicana al tiroteo en Alexandria contra congresistas: permitirles llevar armas
Tras el ataque en un campo de b¨¦isbol, ganan fuerza en el Capitolio cuatro propuestas de ley para levantar restricciones
Facilitar el uso de armas de fuego como soluci¨®n a la violencia armada. Esa es la opini¨®n que avanza en el Partido Republicano un mes despu¨¦s del tiroteo contra legisladores a las afueras de Washington. En un Capitolio todav¨ªa conmocionado por el ataque, que hiri¨® gravemente a un alto cargo conservador, han ganado fuerza varias propuestas de ley que permitir¨ªan a los legisladores ir armados en casi todas partes bajo el pretexto de que as¨ª podr¨ªan defenderse.
Es un debate an¨®malo: tras cada tiroteo masivo en Estados Unidos, la discusi¨®n pol¨ªtica gira alrededor de la conveniencia de restringir el acceso a las armas no de relajarlo. La din¨¢mica en los ¨²ltimos a?os ha sido que, tras el impacto de una matanza, los dem¨®cratas proponen cambios legales y los republicanos se resisten ante el argumento de que amenazan el derecho al uso de armas amparado por la Constituci¨®n. El resultado es que las reformas son pr¨¢cticamente inexistentes como consecuencia de la extendida cultura de las armas, la presi¨®n de votantes y fabricantes, y la enorme polarizaci¨®n pol¨ªtica que lastra la b¨²squeda de consensos.
Las particularidades del ataque del pasado 14 de junio en Alexandria (Virginia) han alterado la ecuaci¨®n: los conservadores han tomado la iniciativa y los progresistas se han mantenido en segundo plano. Eso s¨ª, el de las armas es un debate incipiente y nada prioritario para los republicanos, que estos d¨ªas viven absortos en la tramitaci¨®n de la reforma sanitaria.
Sin la presencia de polic¨ªas del Capitolio en el campo de b¨¦isbol en que entrenaban los congresistas conservadores, hubiese sido un milagro que el tirador no matara a nadie. James T. Hodgkinson, un hombre de 66 a?os que odiaba a los pol¨ªticos, hiri¨® a cinco personas, pero tard¨® poco en ser abatido por los disparos de los agentes del Capitolio. Pero si Steve Scalise, el l¨ªder de la bancada republicana en la C¨¢mara de Representantes que result¨® gravemente herido, no hubiera asistido al entrenamiento no hubiera habido protecci¨®n policial.
Cuando los legisladores est¨¢n fuera del Congreso, solo est¨¢n acompa?ados por agentes de polic¨ªa del Capitolio los altos cargos de la C¨¢mara de Representantes, como Scalise, y del Senado. El resto carece de escoltas. Para muchos republicanos, el tiroteo en el campo de b¨¦isbol se ha convertido en una llamada de atenci¨®n sobre su seguridad repleta de carga personal.
¡°Ahora parece el momento adecuado por el riesgo evidente que los congresistas y senadores afrontan, como ha demostrado el ataque¡±, dijo al diario The New York Times el republicano Mo Brooks, que presenci¨® en directo el tiroteo de Alexandria. Brooks, representante por Alabama, promueve una iniciativa que, en caso de ser aprobada, permitir¨ªa a los legisladores ir armados excepto en el Capitolio y en presencia del presidente o vicepresidente estadounidense.
En paralelo, han surgido tras el tiroteo otras dos propuestas de ley similares para que los congresistas con permiso de arma de fuego puedan llevarla consigo si lo desean. El ataque tambi¨¦n ha dado un nuevo impulso a una vieja iniciativa de muchos conservadores para tratar de debilitar las leyes de armas en la ciudad de Washington, con una de las normativas m¨¢s restrictivas del pa¨ªs. En el Distrito de Columbia no se pueden comprar pistolas o rifles y hay un escaso margen legal para poder llevarlas salvo que se sea agente de seguridad.
Cerca de 200 congresistas apoyan una propuesta que establece que la ley de un Estado sobre el permiso de portar pistolas deber¨ªa ser homologable en otros Estados. Por ejemplo, Virginia permite llevar armas a los ciudadanos pero, una vez cruzan en pocos minutos el r¨ªo Potomac y llegan al Distrito de Columbia, ese derecho desaparece.
¡°Los delincuentes, por definici¨®n, no tienen ning¨²n respeto por las leyes, permisos o zonas sin armas. Al permitir a ciudadanos seguros y responsables ejercitar sus derechos de la Segunda Enmienda, nuestras comunidades podr¨ªan ser mucho m¨¢s seguras¡±, sostuvo, en un art¨ªculo reciente en el diario legislativo The Hill, Tim Schmidt, que preside una asociaci¨®n a favor de extender los permisos de armas y que respalda esa iniciativa de ley.
Sin embargo, las organizaciones favorables a endurecer el acceso critican las proposiciones republicanas. ¡°Forzar a los Estados a reconocer los permisos de otros nos har¨ªa a todos menos seguros¡±, dice por tel¨¦fono Lindsay Nichols, directora de pol¨ªtica federal del Centro Legal para Prevenir la Violencia Armada.
Nichols echa de menos que el debate no aborde las causas de la violencia en el pa¨ªs con la proporci¨®n m¨¢s elevada del mundo de armas por habitante. Cada d¨ªa de media en EE UU 309 personas reciben disparos, 93 de ellas mueren. En un a?o, equivale a 114.994 personas, de las que 33.880 fallecen. Las cifras son una anomal¨ªa en el mundo desarrollado.
¡°?C¨®mo evitamos que la situaci¨®n ocurra en primer lugar? ?C¨®mo evitamos que el tirador de Alexandria consiga una pistola?¡±, se pregunta. ¡°Tenemos que reducir las circunstancias que llevan a este tipo de situaciones, demasiadas de estas propuestas no har¨ªan nada para reducir el n¨²mero de sucesos que est¨¢n ocurriendo¡±.
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