Brasil desatemorizado por las palabras fantasma
C¨®mo el sue?o y el arte pueden ayudarnos a acceder a la realidad y a romper la par¨¢lisis
?C¨®mo las palabras pueden volver a decir en Brasil? La actual crisis es tambi¨¦n una crisis de palabra, como ya escrib¨ª aqu¨ª. En el sentido de que el movimiento de las palabras est¨¢ interrumpido, como cartas enviadas que no llegan nunca a su destinatario. En parte, se debe al hecho de que lo absurdo integra el entramado cotidiano, como la realidad brasile?a no se cansa de demostrar. Y lo absurdo se agranda un poco m¨¢s cada d¨ªa. Lo que se denomina realidad objetiva se ha convertido en una vivencia de lo inconcebible. Aunque estemos hiperconectados por las redes sociales, las palabras son solo repeticiones que vuelven sobre ellas mismas. Decir lo absurdo ¡ªy hasta gritar lo absurdo, ya que los gritos se han convertido en la preferencia nacional¡ª no es suficiente para salir del absurdo o para minimizar el sentimiento de estar a la deriva. Es como si el remitente y el destinatario de las cartas fueran la misma persona, volviendo siempre hacia uno mismo, en un looping, en una especie de prisi¨®n del lenguaje.
Pienso que en parte esto sucede porque damos prioridad a una forma de acceso a la realidad. Y tambi¨¦n porque tomamos lo que solemos denominar realidad objetiva como si fuera toda la realidad. Y le damos a su ¡°noticia¡± la representaci¨®n por excelencia. Le damos a ella el estatus de ¡°verdad¡±, aun cuando nos debatimos con la ¡°posverdad¡±. Sujeta a interpretaciones y hasta a falsificaciones, pero absoluta. Tomamos por el todo lo que es solo parte.
Sospecho que sea necesario volver a ampliar las formas de acceso a la realidad, para retomar la textura del lenguaje, para que las palabras carta vuelvan a llegar a su destino, recuperando la potencia de producir movimiento, efecto y transformaci¨®n. Y para que seamos capaces de romper esa forma de prisi¨®n que es la palabra que no dice, y que le vuelve a uno tras un recorrido vac¨ªo, le vuelve a uno como un bumer¨¢n. Para que seamos capaces de romper la par¨¢lisis provocada por la condena al absurdo.
El sue?o y el arte son dos caminos para rescatar la palabra. El sue?o no solo como v¨ªa de acceso a la realidad y como elaboraci¨®n de lo real, sino tambi¨¦n como realidad. El arte no solo como v¨ªa de acceso a la realidad y como elaboraci¨®n y reinvenci¨®n de lo real, sino tambi¨¦n como realidad.
Para romper la par¨¢lisis, las palabras carta tienen que volver a llegar a su destino y producir movimiento
Para pensar sobre ello, traigo dos ejemplos que me parecen bastante extraordinarios. Uno de ellos es un libro de la d¨¦cada de los 60 del siglo XX: El Tercer Reich de los sue?os, de la periodista alemana de origen jud¨ªo Charlotte Beradt. La edici¨®n brasile?a cuenta con la excelente traducci¨®n de Silvia Bittencourt y un bello prefacio del psicoanalista Christian Dunker. El otro es Osso (Descarnado) ¨C Exposici¨®n-Apelaci¨®n al Amplio Derecho de Defensa de Rafael Braga, promovida por el Instituto Tomie Ohtake, de S?o Paulo, y el Instituto de Defensa del Derecho de Defensa (IDDD). Un grupo de 29 artistas ha colaborado para crear esta exposici¨®n que quiere romper la barrera de lo absurdo que es la prisi¨®n de Rafael Braga, detenido en las manifestaciones de junio de 2013 por llevar dos frascos: uno con lej¨ªa y otro con desinfectante.
Primero, el sue?o. Como el que tuvo un m¨¦dico de 45 a?os tras haber vivido un a?o bajo el r¨¦gimen del Tercer Reich, en Alemania. Una noche de 1934, so?¨® esto: ¡°Sobre las nueve de la noche, despu¨¦s de mis consultas, cuando quiero tumbarme tranquilamente en el sof¨¢, con un libro sobre Matthias Gr¨¹newald, mi sal¨®n y mi apartamento de repente se quedan sin paredes. Aterrorizado, miro a mi alrededor y, hasta donde mis ojos alcanzan, ning¨²n apartamento tiene paredes. Oigo que gritan por un meg¨¢fono: ¡®De acuerdo con el decreto sobre la eliminaci¨®n de paredes, con fecha del 17 de este mes...¡¯¡±.
Charlotte Beradt recopil¨® los sue?os de alemanes que vivieron bajo el Tercer Reich de 1933 a 1939. Antes, por lo tanto, del inicio de la Segunda Guerra Mundial. ¡°Los sue?os podr¨ªan ayudar a interpretar la estructura de una realidad que estaba a punto de convertirse en una pesadilla¡±, dice la autora. ¡°Los ejemplos m¨¢s aclarativos provienen de los primeros tiempos de un r¨¦gimen todav¨ªa encubierto¡±.
Los sue?os pueden ayudar a interpretar una realidad a punto de convertirse en una pesadilla
Como ella tambi¨¦n estaba bajo el r¨¦gimen de opresi¨®n, tuvo que camuflar en sus notas los sue?os obtenidos mediante relatos orales. En lugar de partido, por ejemplo, utiliz¨® ¡°familia¡±. ¡°T¨ªo Hans¡±, ¡°Gustav¡± y ¡°Gerhard¡± para, respectivamente, Hitler, G?ring y Goebbels. La prisi¨®n se disimulaba con una ¡°gripe¡±. Al principio, escond¨ªa los relatos detr¨¢s de libros, en una amplia biblioteca. Despu¨¦s, pas¨® a enviarlos como si fueran cartas, a varias direcciones de diferentes pa¨ªses. Solo volvi¨® a tener acceso a ellos cuando se vio obligada a emigrar de Alemania.
En el prefacio, el psicoanalista Christian Dunker llama la atenci¨®n sobre algo que me parece fundamental tambi¨¦n para pensar sobre lo que denomino crisis de la palabra: ¡°Los sue?os forman parte de la realidad factual. No provienen de otra realidad, que calificar¨ªamos como ficticia o virtual. Los sue?os son una experiencia real en s¨ª misma. (...) Lo real no es individual o colectivo, psicol¨®gico o sociol¨®gico, cient¨ªfico o religioso: lo real es lo que es. Pero estamos demasiado acostumbrados a pensar lo real solo como los hechos positivos, presentes y actuales. Contra ello, el sue?o nos presenta una curiosa combinaci¨®n de hechos futuros y pasados inmersos en una situaci¨®n de perturbaci¨®n del presente¡±.
El m¨¦dico que sue?a con la vida sin paredes, impuesta por un acto burocr¨¢tico del Estado totalitario, al anotar su sue?o nocturno encontr¨® el hecho ocurrido en la vigilia que lo habr¨ªa provocado: ¡°El vigilante nazi de la calle lleg¨® pregunt¨¢ndome por qu¨¦ no hab¨ªa izado la bandera. Lo tranquilic¨¦ y le serv¨ª un aguardiente, pero pens¨¦: ¡®En mis cuatro paredes, en mis cuatro paredes...¡¯ (...) A pesar de no ser una persona pol¨ªtica, todos los ingredientes de mi sue?o y de mis fantas¨ªas son pol¨ªticos¡±.
Como se?ala la periodista, el sue?o se convierte para el m¨¦dico en ¡°la ¨²nica posibilidad de alejarse de la vida sin paredes, la ¨²nica posibilidad real de emigraci¨®n interior¡±. El m¨¦dico todav¨ªa dir¨ªa: ¡°Ya que los apartamentos se han vuelto p¨²blicos, voy a vivir en el fondo del mar para permanecer invisible¡±. La inmensidad del oc¨¦ano como met¨¢fora para el territorio del inconsciente, donde los sue?os se producen a partir de los vestigios del d¨ªa, el inconsciente mucho m¨¢s presente y movilizador en la vida de cada uno que el consciente. Tambi¨¦n por eso, en algunas culturas, los sue?os conllevan alg¨²n poder premonitorio. Pero lo que aparece es aquello que el individuo intuye o percibe en su d¨ªa a d¨ªa, pero ese saber sobre la realidad todav¨ªa no ha emergido a la consciencia.
El horror totalitario irrumpe en estos sue?os recopilados, como se?ala aquella que los recogi¨®, mucho antes de que el horror se instalara por completo. ¡°Lo que hoy son hechos pol¨ªticos, incluso del d¨ªa a d¨ªa, en aquella ¨¦poca no eran ni hechos de una novela¡±. Mucho antes de la publicaci¨®n de 1984, la cl¨¢sica distop¨ªa de George Orwell, los alemanes del Tercer Reich so?aban con aparatos de control del Estado que ni siquiera exist¨ªan. ¡°Ellos representaban, en la oscuridad de la noche, de manera distorsionada, lo que les ocurr¨ªa en el mundo sombr¨ªo del d¨ªa¡±, escribe la autora. Sab¨ªan, sin saber.
En los sue?os emerge un saber sin saber nacido de aquello que se percibe y se intuye en los vestigios del d¨ªa
Los sue?os de quien so?¨® en el Tercer Reich traen la singularidad de cada experiencia individual, pero comparten rasgos comunes. Otra mujer tiene el siguiente sue?o, en 1933, al poco de la llegada al poder de Adolf Hitler: ¡°Se colocan cuadros en cada esquina para sustituir las se?ales de tr¨¢fico, prohibidas. Los cuadros anuncian, con letras blancas sobre un fondo negro, veinte palabras que el pueblo tiene prohibido pronunciar. La primera palabra es Lord ¡ªpor precauci¨®n, debo de haber so?ado en ingl¨¦s, y no en alem¨¢n¡ª. Las otras las he olvidado o probablemente ni siquiera he llegado a so?ar con ellas, a excepci¨®n de la ¨²ltima: Yo¡±.
?C¨®mo expresar mejor la manera como el Estado totalitario aplasta al individuo? Este libro que habla sobre sue?os de ciudadanos que se sienten impotentes de varias maneras ante lo absurdo que se convierte en cotidiano ¡ªy de lo imposible que sucede a su alrededor¡ª tiene una potencia enorme para hablar de la realidad de aquel momento hist¨®rico y de las realidades que trascienden a aquel momento hist¨®rico. Incluso para quien se dedica a estudiar el nacismo y, sobre todo, lo que provoca el nacismo y lo que el nacismo provoca, hay algo que solo se ilumina a partir de la realidad de esta colecci¨®n de sue?os de ciudadanos comunes.
Eso me hace pensar: ?qu¨¦ so?amos nosotros en este momento de Brasil? ?En este momento en que las palabras no est¨¢n prohibidas, como en el sue?o de la alemana, pero est¨¢n vac¨ªas de sustancia? En esta condici¨®n, las palabras son como fantasmas que atraviesan el cuerpo del otro sin producir ning¨²n efecto. Y no vuelven a nosotros, hablantes compulsivos, gritones contumaces, que producimos sonido, pero no movimiento. Y quiz¨¢s esta sea una versi¨®n contempor¨¢nea, una versi¨®n de los tiempos de internet, de otro tipo de censura. Y de prisi¨®n por el lenguaje. Y las palabras fantasma, hay que decirlo, no atemorizan. Desatemorizan.
?Qu¨¦ sue?an los brasile?os en este momento que en que las palabras no est¨¢n prohibidas, pero s¨ª que est¨¢n vac¨ªas de sustancia?
Y entonces llegamos a la exposici¨®n: Osso (Descarnado). Es, como anuncia el nombre, una Exposici¨®n-Apelaci¨®n al Amplio Derecho de Defensa de Rafael Braga. Joven, negro, proveniente de una favela, Rafael Braga encarna una esquina hist¨®rica. El recogedor de latas fue detenido durante las manifestaciones de junio de 2013, en R¨ªo de Janeiro. Llevaba dos productos de limpieza. Por eso, lo acusaron de ¡°llevar material incendiario¡±, aunque el propio informe del Escuadr¨®n Antibombas de la Polic¨ªa Civil afirmara que dif¨ªcilmente se podr¨ªa hacer un c¨®ctel molotov con aquello.
Tras cumplir parte de la pena de cinco a?os y diez d¨ªas de prisi¨®n en r¨¦gimen cerrado, pas¨® a r¨¦gimen abierto. Trabajaba como auxiliar de mantenimiento y utilizaba tobillera electr¨®nica cuando lo volvieron a detener. Bas¨¢ndose ¨²nicamente en el relato de los polic¨ªas militares, un juez lo conden¨® a 11 a?os y tres meses de prisi¨®n por llevar supuestamente 0,6 gramos de marihuana y 9,3 gramos de coca¨ªna.
?Por qu¨¦ Rafael Braga encarna una esquina hist¨®rica? Porque es el ¨²nico ciudadano brasile?o condenado a prisi¨®n en el contexto de las manifestaciones de junio de 2013. Sin pertenecer a ning¨²n grupo pol¨ªtico, el detenido es el joven negro y habitante de una favela que pasaba con desinfectante y lej¨ªa. Para mantenerlo en prisi¨®n, basta la versi¨®n de la Polic¨ªa Militar que lo arrest¨® una vez y lo arrest¨® otra vez. En su prisi¨®n, se encuentran los Brasiles.
El ¨²nico condenado de las manifestaciones de junio de 2013 es el negro que pasaba por all¨ª
Junio de 2013 es insurrecci¨®n. La prisi¨®n de Rafael Braga es la regla. La regla que cruz¨® la dictadura civil y militar. La regla que se mantuvo en la redemocratizaci¨®n del pa¨ªs sin molestar demasiado a aquellos que ten¨ªan poder para cambiar esa realidad, ni molestar demasiado el sue?o de los ciudadanos brasile?os sujetos a ella.
Todo lo contrario: Brasil pas¨® de 90.000 internos a principios de la d¨¦cada de los 90 a los actuales 600.000. La prisi¨®n en masa ha aumentado enormemente durante el per¨ªodo democr¨¢tico. Y la violencia no ha disminuido. Todo lo contrario: la violencia se ha multiplicado. En este sistema penitenciario sobrecargado, los m¨¢s pobres, la mayor¨ªa negros, est¨¢n sometidos a condiciones torturadoras como pol¨ªtica de Estado. Solo durante los primeros 15 d¨ªas de este a?o, 133 internos fueron asesinados sin que nada cambiara tras la conmoci¨®n inicial.
El castigo llega r¨¢pido para los brasile?os pobres. La impunidad es para los blancos, los m¨¢s ricos y los escolarizados. Mientras se discute la prisi¨®n de los pol¨ªticos y los empresarios en el contexto de la operaci¨®n Lava Jato, el Tribunal de Justicia de S?o Paulo ha decretado que se mantenga la pena de m¨¢s de tres a?os en r¨¦gimen cerrado para la madre de cuatro hijos que rob¨® 19 huevos de Pascua en un supermercado del interior del Estado de S?o Paulo. Est¨¢ all¨ª, junto a su beb¨¦ de un mes de vida, encerrada con otras 18 internas en una celda donde solo caben 12.
Contra los m¨¢s pobres, como se?ala uno de los textos de Osso, ¡°la justicia penal es extraordinariamente r¨¢pida y eficiente¡±. O la (in)justicia. En un v¨ªdeo en la sala de exposiciones dedicada a Rafael Braga, se escucha la voz de hombres y mujeres capturados por el sistema punitivo. Relatan lo que les pasa cuando entran en los corredores de los que ya no consiguen salir m¨¢s, subyugados a una serie interminable de abusos y de ilegalidades. Y, as¨ª, los a?os se suceden entre rejas, con juicios aplazados y procesos obstruidos, mientras la vida no solo pasa, se desvanece. Para estos brasile?os pobres, la mayor¨ªa negros, El proceso de Kafka no es literatura, sino su propia existencia.
Junio de 2013 es insurrecci¨®n. Rafael Braga es repetici¨®n
Tambi¨¦n por eso Rafael Braga encarna una esquina hist¨®rica: lo absurdo, para brasile?os como ¨¦l, dura 500 a?os. Junio de 2013 irrumpe, y ah¨ª est¨¢ ¨¦l. Rafael Braga es el no suceso que sucede.
Brasil no cambiar¨¢ su forma estructural porque la operaci¨®n Lava Jato responsabiliza y detiene a empresarios y pol¨ªticos corruptos, por m¨¢s importante que eso sea. Y lo es. Brasil cambiar¨¢ su forma estructural cuando Rafael Braga no sea detenido. Brasil cambiar¨¢ cuando los brasile?os como Rafael Braga tengan amplio derecho de defensa.
Lo absurdo de la prisi¨®n repleta de ilegalidades de Rafael Braga est¨¢ dicho. Pero, como las palabras han dejado de decir, no provocan movimiento. Osso, la exposici¨®n, pretende alcanzar esa realidad con el arte. Y, qui¨¦n sabe, producir marca, memoria y suceso. Justo en la apertura, el bello texto del comisario del Instituto Tomie Ohtake, Paulo Miyada, anuncia:
¡°El arte insiste. El arte puede insistir. (...) Las obras de arte pueden hacerse con muy poco, casi que solo con insistencia y con abertura hacia el mundo. Las obras pueden sobrevivir incluso en el l¨ªmite de la oscuridad y de la invisibilidad. Sin embargo, no debemos confundirlo con el elogio de la precariedad de la vida y, mucho menos, con el argumento de que todo tiene que aceptarse en contextos de crisis. (...) En alg¨²n punto hay que trazar una l¨ªnea demarcando lo que no se puede aceptar, lo que no se puede rebasar en ning¨²n caso. Si sobran esc¨¢ndalos, urgencias y disputas, ?d¨®nde trazar esa l¨ªnea? Cualquier intento parece demasiado vago. Demasiado parcial. El esbozo de un l¨ªmite: no deber¨ªamos aceptar, por ejemplo, la arbitrariedad de las detenciones de Rafael Braga¡±.
Brasil no cambiar¨¢ porque la operaci¨®n Lava Jato detiene: cambiar¨¢ cuando los brasile?os como Rafael Braga tengan derecho de defensa.
Esta exposici¨®n descarnada, cortante como el filo de un cuchillo, traza el l¨ªmite que se?ala lo que debe ser innegociable en cualquier construcci¨®n de un futuro para Brasil: todas las vidas importan.
La semana pasada, Vanessa Vit¨®ria dos Santos, una ni?a de 10 a?os, muri¨® de un balazo en la cabeza cuando polic¨ªas militares invadieron su casa disparando, supuestamente en busca de un sospechoso, en una favela de la Zona Norte de R¨ªo de Janeiro. La ni?a acababa de volver del colegio cuando se convirti¨® en otro cuerpo en la estela de ni?os asesinados de la ¡°Guerra a las Drogas¡±, una pol¨ªtica que enriquece a quien no vive en las favelas, encierra y mata a los m¨¢s pobres y desamparados y se ha vuelto una de las principales causas de los cr¨ªmenes de Estado. Como la mayor¨ªa de los muertos, Vanessa es negra.
La pol¨ªtica de la ¡°Guerra a las Drogas¡± deja una estela de ni?os asesinados
La t¨ªa de la ni?a hizo unas declaraciones mordaces porque eran desesperadas y desesperadoras. Dijo: ¡°?Se tiene que hacer algo para que esto se acabe! ?Alguien tiene que hacer algo!¡±. Y dijo: ¡°La Polic¨ªa Militar entr¨® en su casa sin que la invitaran y sin permiso para entrar. ?No se puede entrar en casa de nadie disparando!¡±.
Dijo lo obvio: ¡°No se puede entrar en casa de nadie disparando¡±. Ella nombra lo absurdo. Pero ni?os como Vanessa siguen muriendo sin que ni siquiera aparezca en los titulares de la mayor¨ªa de los peri¨®dicos. Solo un espasmo y enseguida se vuelven estad¨ªsticas. Y si lo absurdo se nombra, se dice y se repite y nada cambia, ?qu¨¦ hacer para que las palabras vuelvan a decir? ?Para que las palabras dejen de ser espectros descarnados que solo atraviesan la pared sin dejar marca?
En los sue?os de los alemanes bajo el Tercer Reich, hay un tema recurrente: el que sue?a se ve viviendo lo absurdo ante la indiferencia y la impasibilidad de los dem¨¢s. Aparece ora como ¡°rostros inexpresivos¡±, ora como ojos y expresiones ¡°vac¨ªas¡±. Ora como ¡°mudez¡±. El horror se realiza y las miradas lo atraviesan. ¡°Personas muy diferentes emplean el mismo c¨®digo para presentar un fen¨®meno oculto del ambiente, o sea, la atm¨®sfera de indiferencia total, que se produce por la coerci¨®n y ahoga el espacio p¨²blico¡±, escribe la autora y recopiladora de sue?os.
Los sue?os y el arte capturan la mirada indiferente, la mirada que se desv¨ªa del horror
?No es as¨ª nuestra mirada que se desv¨ªa y se desv¨ªa de Rafael Braga, de la ni?a Vanesa y de tantos? Incluso hoy, cuando los v¨ªdeos con ese horror se vuelven virales en internet, la mirada fija en la escena ¡ªv¨ªdeo tras v¨ªdeo¡ª ?no es sino otra forma de desviar o incluso de atravesar los cuerpos que mueren? Esa mirada que se desv¨ªa ?no es lo que conecta lo absurdo que se grita hoy con el absurdo que se silencia siempre?
Pero no vivimos un siempre. Hay que tener mucho cuidado con el siempre. Hay un escal¨®n m¨¢s en este momento de Brasil. Hay esto. Hay palabras que pueden ser dichas. Hay este todo que puede ser dicho, como se constata en las redes sociales. Todo puede ser dicho porque las palabras ya no dicen nada. Despu¨¦s de tanto silencio, alcanzamos el grito que produce el sonido, pero no el movimiento.
Imaginar un futuro pasa obligatoriamente por descubrir caminos para volver a encarnar las palabras. Al desplazar el lugar de la realidad, el sue?o y el arte pueden ayudar a derribar los muros que impiden que las palabras carta lleguen a su destino. Y arrancarnos del grito espasm¨®dico y de la par¨¢lisis convulsiva. Sacarnos, tir¨¢ndonos del pelo, de la prisi¨®n del lenguaje.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - O Avesso da Lenda, A Vida que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos, y de novela Uma Duas.
Sitio web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum. Facebook: @brumelianebrum.
Traducci¨®n: Meritxell Almarza
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Estado de Derecho
- Operaci¨®n Lava Jato
- Crisis pol¨ªticas
- Caso Petrobras
- Investigaci¨®n policial
- Sobornos
- Financiaci¨®n ilegal
- Ciencias pol¨ªticas
- Corrupci¨®n pol¨ªtica
- Prisiones
- Dinero negro
- Brasil
- Conflictos pol¨ªticos
- Corrupci¨®n
- Centros penitenciarios
- Sudam¨¦rica
- Latinoam¨¦rica
- R¨¦gimen penitenciario
- Fuerzas seguridad
- Am¨¦rica
- Delitos
- Empresas
- Pol¨ªtica
- Justicia
- Econom¨ªa