La sanidad en EE UU: vidas en la cuerda floja
Los republicanos buscan una alternativa con la que liquidar la reforma sanitaria de Obama. Millones de personas corren el riesgo de quedarse sin cobertura

Mar¨ªa Edith Lau reza para que no ocurra. Yaya Kone est¨¢ pensado en volver a su pa¨ªs, Costa de Marfil. Y Kaeley Pruitt-Hamm duda incluso de poder sobrevivir. Todos comparten un mismo temor: ven peligrar el Obamacare y con ello su propia salud. La reforma sanitaria del presidente Barack Obama se enfrenta en los pr¨®ximos d¨ªas en el Senado a su posible liquidaci¨®n. Los republicanos, con Donald Trump a la cabeza, se aprestan a votar un sistema alternativo que finiquitar¨¢ muchos de sus logros y, seg¨²n c¨¢lculos independientes, dejar¨¢ a millones de personas sin seguro. Aunque no todo podr¨¢ ser derribado, si la votaci¨®n prospera, caer¨¢n los pilares de un modelo que en siete a?os ha dado cobertura m¨¦dica a 20 millones de personas que no la ten¨ªan. "Fue mi salvaci¨®n", dice Mar¨ªa.
En un pa¨ªs donde a¨²n quedan unos 29 millones de ciudadanos sin ning¨²n tipo de asistencia sanitaria, el futuro del Obamacare se ha vuelto un debate trascendental. Los dem¨®cratas, apoyados por organizaciones m¨¦dicas y sociales, defienden con u?as y dientes el actual sistema. Aceptan que posee lagunas y enormes ineficiencias, pero sostienen que es un avance respecto al vac¨ªo anterior y, sobre todo, que ofrece un refugio a millones de ciudadanos en la cuerda floja.
Next week the Senate is going to vote on legislation to save Americans from the ObamaCare DISASTER. #WeeklyAddress?? pic.twitter.com/xjVDkgo1NK
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) July 15, 2017
Los republicanos lo han convertido en un s¨ªmbolo a destruir, en un monumento a los excesos de la burocracia y el intervencionismo. Pero hasta ahora han sido incapaces de definir una alternativa. Esa es la ¨²nica esperanza del Obamacare. Dos senadores republicanos ya han rechazado la ¨²ltima versi¨®n, m¨¢s moderada que la inicial. Y cualquier nueva fuga impedir¨ªa su aprobaci¨®n.
El miedo a un fracaso, que supondr¨ªa un varapalo para Trump, ha desencadenado una intensa negociaci¨®n de resultado impredecible. Pero pocos dudan de que supondr¨¢ un retroceso en la atenci¨®n sanitaria. Mar¨ªa, Yaya, Kaeley y Bill lo saben.
Estas son sus historias:
Mar¨ªa Edith Lau, 53 a?os: ¡°Me salvaron Dios y el Obamacare¡±
Mar¨ªa Edith Lau guarda en una tina de pl¨¢stico las facturas de los tratamientos que le salvaron la vida y que no hubiera podido pagar sin el Obamacare. "Son tantas que no me cab¨ªan en un bolso. Calculo que fueron unos 50.000 d¨®lares", dice esta nicarag¨¹ense de 53 a?os, nacionalizada americana y "superviviente de c¨¢ncer".
Para m¨ª el Obamacare fue la diferencia entre la vida y la muerteMar¨ªa Edith Lau, beneficiaria del Obamacare
Lau lleg¨® a EE UU en 1993 y en los primeros 20 a?os no tuvo ning¨²n seguro m¨¦dico. En 2013 se puso en marcha el modelo de Obama y logr¨® su primera cobertura, subvencionada. No tuvo que usarla hasta que en 2016 le diagnosticaron un c¨¢ncer de colon. "Yo no s¨¦ que hubiera sido de m¨ª. A m¨ª me salvaron primeramente Dios, gloria al Se?or, y despu¨¦s el seguro del Obamacare", afirma en su casa del barrio de la Peque?a Habana, en Miami.
En un hospital privado le hicieron "todos los ex¨¢menes habidos y por haber". Mientras, su hermana y ella segu¨ªan su propio plan: "Orar y orar y orar". Un onc¨®logo le dio un diagn¨®stico que requer¨ªa una cirug¨ªa agresiva. Pidi¨® un segundo diagn¨®stico y le asignaron otro onc¨®logo que no opt¨® por la intervenci¨®n. Recibi¨® quimioterapia en el hospital y en su hogar, atendida por un enfermero a domicilio. Tambi¨¦n le dieron sesiones de radioterapia en la cl¨ªnica. Pasado el proceso, los ex¨¢menes indicaron que estaba "limpia".
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Mar¨ªa Edith Lau est¨¢ soltera. Vive con su hijo Juan Carlos, de 20 a?os, que quiere ser polic¨ªa. ?l tambi¨¦n tiene Obamacare. Trabaja por 11 d¨®lares la hora en una empresa de correo. Ella es empleada de una cafeter¨ªa y el salario principal de los dos suma menos de 1.500 d¨®lares al mes. El alquiler de la vivienda se traga m¨¢s de la mitad y nunca logran ahorrar. Comen lo m¨¢s barato que encuentran.
Obamacare es el ¨²nico seguro que Lau se puede permitir. Paga 50 d¨®lares al mes. Teme que con el cambio "suban las cuotas", no pueda pagarlas y se quede a la intemperie. Le quedan cuatro a?os de revisiones por el c¨¢ncer que super¨®. "Estoy completamente segura de que no me las voy a poder pagar".
Su mensaje a Trump: "Presidente, tome conciencia de que habemos otra clase que no es la suya. No sabe lo que puede ser no tener con qu¨¦ cubrir una enfermedad. Se trata de que si no te atienden te vas a morir. Eso fue para m¨ª el Obamacare. La diferencia entre la vida y la muerte".
Kaeley Pruitt-Hamm, 27 a?os: "Gasto 2.000 d¨®lares al mes en mantenerme viva"
En el pa¨ªs m¨¢s rico del mundo, hay gente que para sobrevivir no tiene otra alternativa que pedir donativos. "Gasto 2.000 d¨®lares al mes en mantenerme viva", cuenta Kaeley Pruitt-Hamm, de 27 a?os. Sufre dos enfermedades (s¨ªndrome de taquicardia postural ortost¨¢tica y de activaci¨®n de mastocitos) fruto de una infecci¨®n cr¨®nica que debilita su sistema inmunitario y necesita un par de a?os m¨¢s de tratamiento para lograr una vida algo normal.
Su historia ilustra los l¨ªmites del Obamacare y la amenaza existencial que implica para algunos la propuesta republicana. "Si los senadores deciden retirar este apoyo a los pacientes y derogar la ley, no podr¨ªa pagar alojamiento, comida, medicaci¨®n", advierte. "Y si no pudiera pagar mi medicaci¨®n, me ver¨ªa afectada en horas", agrega sobre los f¨¢rmacos que le permiten abrir los ojos y evitan que se inflame su cuerpo.
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Pruitt-Hamm calcula que se ha gastado 70.000 d¨®lares en atenci¨®n sanitaria desde que en septiembre de 2014 sufri¨® una picadura de un insecto que, por un mal diagn¨®stico m¨¦dico inicial, se propag¨® sin control. "Medicaid me ha salvado", dice. Sin la asistencia del programa p¨²blico para personas con pocos recursos o discapacitadas, la cifra ascender¨ªa a 200.000 d¨®lares. A ello hay que sumar los entre 1.000 y 2.000 d¨®lares al mes que necesita para pagar comida y vivir en un alojamiento sin humedades ni t¨®xicos.
Recibe cobertura de Medicaid, de un seguro privado que le financia parcialmente el Gobierno y de un subsidio por discapacidad. Se mud¨® de Washington a Seattle para estar m¨¢s cerca de su familia y obtener m¨¢s ayudas p¨²blicas. Pero todo ello es insuficiente para su tratamiento: al margen de dinero para vivir, necesita los 2.000 d¨®lares mensuales para asistencia m¨¦dica que no le queda cubierta. Y sobrevivir para ella se traduce en impulsar "frustrantes y vergonzosas" campa?as de recaudaci¨®n para costear su tratamiento y tratar de vender m¨²sica que compone ante la imposibilidad de tener un trabajo regular. "Gente como yo tenemos que recaudar fondos para nuestras vidas", explica con iron¨ªa.
La propuesta republicana la amenaza directamente porque recortar¨ªa la asistencia de los programas p¨²blicos. "Es realmente complicado cuando quieren hacer un modelo de negocio de algo que es un derecho humano", lamenta. "El sistema sanitario est¨¢ completamente dictado por las aseguradoras y la ¨²nica cosa que impide un monopolio completo y establece un poco de red de seguridad para la gente es el Obamacare".
Bill Knox, 66 a?os: "Pierden quienes menos se lo pueden permitir"
Bill Knox tiene 66 a?os y se jubil¨® hace tres. Vive en un barrio humilde de Washington capital y, ante la subida de precios que traer¨¢ la propuesta sanitaria de Trump, volver¨¢ a trabajar. "Lo pienso todos los d¨ªas. Es una preocupaci¨®n muy seria. Y la ¨²nica manera en que puedo afrontar esto es consiguiendo una nueva fuente de ingresos", dice.
El plan de los republicanos permitir¨¢ que las aseguradoras cobren hasta cinco veces m¨¢s a los mayores que a los j¨®venes. Obamacare lo limitaba a tres veces. "Asumir que por estar 'jubilado' estoy asegurado es una ilusi¨®n. Tengo que verlo de una manera m¨¢s realista", confiesa. "En 2009 pagu¨¦ 200 d¨®lares de una factura de 95.000 gracias a mi seguro. Pero¡ ?te imaginas ahora?".

Knox tiene algunos ahorros y ya piensa c¨®mo conseguir m¨¢s. Los necesitar¨¢ dentro de tres a?os, cuando su mujer deje de trabajar y no puedan beneficiarse de la p¨®liza que recibe por ser funcionaria. El programa Medicare, al que pertenecer¨¢n por ser mayores de 65, apenas cubre la mitad de los costes sanitarios de sus usuarios. Entre otros, no ofrece subsidios para la salud dental, auditiva o visual ¡ªproblemas comunes para personas de su edad¡ª. "Todo eso lo tendr¨¦ que pagar yo", reclama.
"Ella dice que trabajar¨¢ hasta los 75", bromea sobre su mujer antes de confesar que ¨¦l ya ha ojeado cursos online para aprender a invertir en Bolsa. Pero su angustia es mayor por su hijo, Bill, que padece diabetes de tipo 1. Para ¨¦l los subsidios que ofrece el Obamacare han sido vitales. "Sin el programa de Obama habr¨ªa sido catastr¨®fico. Los aparatos, las visitas al doctor... todo. Literalmente le salv¨®", exclama mientras pausa para escanear a los viandantes.
"Ahora se anteponen los intereses del partido a los del pa¨ªs. Sabemos que unas de las razones principales de esta medida es beneficiar a los ricos. Es un juego: unos ganan y otros pierden. Y normalmente quienes pierden son los que menos se pueden permitir perder", afirma resignado.
Yaya Kone, 43 a?os: "Me estoy planteando volver a mi pa¨ªs"
Yaya Kone vive para trabajar. Entre semana, parte el d¨ªa entre dos empleos para mantener a su familia; los s¨¢bados trabaja 12 horas, y el domingo otras tantas, y adem¨¢s se las ingenia para atender a los miembros de su comunidad en el Bronx, todos inmigrantes africanos. Los cambios que ve en el horizonte le aterran. No es s¨®lo el odio al inmigrante, ahora tambi¨¦n es la propia salud. "Estoy pensando en regresar a Costa de Marfil, la presi¨®n es enorme".
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El ejemplo de Kone, de 43 a?os, refleja los problemas que arrastra el sistema de salud en EE UU. "No me gusta Obamacare, pero el caso es que vamos a ir de mal a peor", aventura este guarda de seguridad en un edificio a cinco manzanas de la Trump Tower, en Nueva York.
Kone intenta moverse como puede por los recovecos del sistema. Su doble sueldo es demasiado alto para pertenecer a los programas para personas con pocos recursos (Medicaid), pero no gana lo suficiente como para costearse un seguro privado. "Estoy atrapado entre dos mundos como millones de personas que son aut¨®nomas", explica. As¨ª que cuando se encuentra mal lo que hace es acudir al servicio de urgencias del hospital. "Nada de ambulancia, por favor", advierte.
Su mujer y sus dos hijos, de 12 y 6 a?os, s¨ª que est¨¢n cubiertos por Medicaid. "De momento, porque si cambian las reglas lo perder¨¢n. Van a cortar por todos lados". Ante estos nubarrones, Kone concluye: "Si los pol¨ªticos quieren ver lo que va a pasar, que vayan a una sala de emergencia. Est¨¢n llenas".
Las claves de la reforma
La reforma impulsada por Barack Obama y aprobada en 2010 impuso cambios estructurales al complejo y caro modelo sanitario estadounidense. Cre¨® un mercado de compra de seguros para el 7% de la poblaci¨®n (21,8 millones) que no obtiene cobertura a trav¨¦s de sus empleos o el Gobierno. Tambi¨¦n expandi¨® Medicaid, el programa p¨²blico para personas con pocos recursos o discapacitadas, y cre¨® reglas para impedir abusos.
Los republicanos alegan que la finalidad de su contrarreforma es reducir los precios de los seguros, aumentar la competencia y eliminar regulaciones y subsidios. Con el Obamacare, han subido los precios y ha ca¨ªdo la oferta de planes.
La esencia del plan republicano es reducir subsidios y frenar la expansi¨®n de Medicaid (que beneficia a 62,4 millones, el 19% de la poblaci¨®n), lo que amenaza a los m¨¢s pobres y menos sanos. La ¨²ltima propuesta anula una rebaja de impuestos a los ricos y modera el recorte de ayudas.
Tambi¨¦n crea un mercado dual. Mantiene la obligaci¨®n del Obamacare a las aseguradoras de ofrecer un plan a un ¨²nico precio, independiente de los antecedentes del paciente, y que incluya una cobertura m¨ªnima. Y permite vender otros planes con menos cobertura que ser¨¢n m¨¢s econ¨®micos, pero eso presumiblemente disparar¨¢ el precio de los programas completos. Adem¨¢s, en esos segundos se podr¨¢ volver a pr¨¢cticas ahora prohibidas: limitar el gasto, denegar atenci¨®n y cobrar m¨¢s seg¨²n el historial m¨¦dico.