Miedo en el paso de la muerte
Los vecinos del socav¨®n temen que el derrumbe de la carretera se trague sus casas y algunos planean vender sus terrenos e irse de ah¨ª
Un alba?il mira hacia la imponente carretera de 10 carriles y se?ala a los coches que pasan. Aunque llevan un ritmo lento porque cinco v¨ªas se han reducido a dos, el hombre asegura que los ve detenerse y tomar fotos con sus celulares, algunos incluso se bajan para acercarse a mirar. Los que recorren estos d¨ªas la carretera M¨¦xico Cuernavaca se encuentran en su paso hacia la capital con un enorme agujero en el asfalto de unos 10 metros de profundidad, un hoyo que hace una semana se trag¨® un coche que podr¨ªa haber sido el suyo. En ¨¦l murieron un padre y un hijo que iban de madrugada a trabajar. Y a un lado del socav¨®n que ha indignado a todo un pa¨ªs, un muro de concreto ¡ªque separa la carretera de un peque?o barrio¡ª cuarteado por unas grietas del tama?o de un palmo. Los vecinos que viven abajo de la autopista miran con terror esa muralla gris y rezan para que no se les caiga un d¨ªa encima.
La casa de Abril Paola Ch¨¢vez, de 29 a?os, es la m¨¢s cercana al muro y al socav¨®n. Es lo ¨²nico que ve desde su ventana. Desde que se construy¨® la ampliaci¨®n de la carretera, para insertar el famoso Paso Expr¨¦s ¡ªcuatro carriles de alta velocidad encajonados entre otros seis, tres para un sentido y tres para el otro¡ª su padre se ha quedado sin trabajo. El d¨ªa que hicieron esa gigante pared de concreto, Ildefonso Ch¨¢vez, que ten¨ªa un taller mec¨¢nico, no pudo ni siquiera sacar el coche, que qued¨® para siempre atrapado entre su garaje y una tapia enorme. El acceso que la Secretar¨ªa de Transportes le dio a su vivienda consiste en una tabla de madera con unos peque?os pelda?os.
Abril Ch¨¢vez recuerda perfectamente los detalles de la madrugada del pasado 12 de julio, porque lo que ocurre en esa carretera es como si ocurriera en la habitaci¨®n de al lado. La tiene a menos de 10 metros de su sal¨®n. Dos d¨ªas antes, los vecinos que habitan una decena de casas bajo la carretera, construida sobre una barranca, hab¨ªan sentido los crujidos de la monumental obra que los separa del resto de la ciudad. Y observaron c¨®mo el arroyo que circula bajo la obra se estaba comiendo poco a poco la tierra que sosten¨ªa la carretera, tanto, que se lleg¨® a formar una cueva en la estructura de concreto dejando al aire las varillas de la construcci¨®n. Al fondo, el cauce qued¨® al descubierto y arrastraba la basura proveniente de la avenida Morelos, la m¨¢s importante de Cuernavaca, pero tambi¨¦n los escombros.
Los vecinos, los cuales muchos viven ah¨ª desde hace tres generaciones, alertaron a las autoridades y estas taparon la cueva que se hab¨ªa abierto en el muro. Las casas del otro lado se inundaron la madrugada del 12 de julio, pues el agua ya no ten¨ªa por donde salir. "Unas horas antes de que el coche cayera en el socav¨®n de la carretera, el agua bot¨® todo el concreto y el relleno que le hab¨ªan puesto a la cueva y escuchamos el primer derrumbe", recuerda Ch¨¢vez, se?alando exactamente el punto donde hoy los obreros trabajan a contrarreloj. Los vecinos cuentan que, como si se tratara del desag¨¹e de un grifo, por ah¨ª se fue colando la tierra de la carretera provocando el hueco desde arriba, por donde pasan los coches.
Aldesa, la constructora espa?ola a cargo de la obra, reconoci¨® que el socav¨®n "fue ocasionado por la erosi¨®n de una alcantarilla afectada por el exceso de basura y una acumulaci¨®n extraordinaria de agua provocada por las intensas lluvias (...) El drenaje se colaps¨® por el exceso de agua y provoc¨® la grieta en la carpeta asf¨¢ltica". Pero de momento, las autoridades no han se?alado a un responsable pese a la indignaci¨®n nacional y el suceso ha acabado s¨®lo con la renuncia de Jos¨¦ Luis Alarc¨®n, delegado de la Secretar¨ªa de Transportes en el Estado de Morelos. La defensa de las v¨ªctimas apunta a negligencias que van desde la construcci¨®n hasta el retrasado rescate que dur¨® nueve horas. El padre y el hijo murieron asfixiados, intentaron golpear los cristales durante unas dos horas hasta que perdieron las fuerzas.
Los que viven bajo el lugar de aquella tragedia temen ser los pr¨®ximos. La familia de Andr¨¦s Higareda, cuyo jard¨ªn est¨¢ flanqueado por la enorme muralla agrietada, se ha planteado irse cuanto antes de ah¨ª. "Mi padre est¨¢ viendo c¨®mo vender la casa e irnos a un lugar m¨¢s seguro, porque tenemos miedo a que el muro se derrumbe y nos lleve por delante", cuenta el joven de 21 a?os. A las casas de ese condominio privado les han recomendado no pasar la noche ah¨ª: "Dicen que como los trabajadores no est¨¢n durante la noche, puede ser m¨¢s inseguro para nosotros", apunta Higareda.
A la familia Ch¨¢vez no les han informado sobre ninguna evacuaci¨®n. "Siento que va a volver a pasar lo mismo, tarde o temprano. Cuando vuelva a llover habr¨¢ el mismo problema", se?ala Abril. Desde su ventana observa cada detalle de las ¨²ltimas obras y se muestra esc¨¦ptica con los avances. Ellos no quieren moverse porque no tienen a d¨®nde ir, adem¨¢s no podr¨ªan vender los terrenos porque se trata de una propiedad ejidal, de manera que s¨®lo les pagar¨ªan lo construido, pero no el metro cuadrado. Cuando hicieron el Paso Expr¨¦s, ellos no recibieron el dinero de una peque?a proporci¨®n de tierra que perdieron, sino los propietarios del ejido.
"Aunque nuestra casa tiembla con las obras, los vidrios retumban, los libreros se caen, nos dijeron que no hay ning¨²n riesgo. Me aseguraron que con el muro estaba a salvo. El mismo muro que se est¨¢ cayendo", se lamenta Ch¨¢vez. De noche se descubren los peores temores, las grietas dejan pasar la luz del otro lado de la carretera y la estructura parece d¨¦bil. Los buzones de correos que flanquean la entrada a su casa se encuentran encajonados para siempre, como ellos, por el muro de cemento y la posibilidad de que la tierra que sujeta se trague sus casas. "El socav¨®n fue una muerte anunciada", sentencia Ch¨¢vez.
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