La sombra del general se alarga sobre Libia
El militar que controla el este, Jalifa Haftar, tiene el viento a favor mientras el primer ministro, Faiez Serraj, es una figura casi decorativa
Seguramente el primer ministro libio, Faiez Serraj, y el general Jalifa Haftar acudieron a Par¨ªs con talantes diferentes, si no opuestos. El primer ministro tiene poder nominal sobre una parte cada vez m¨¢s peque?a del noroeste de Libia. Por otra parte, en los ¨²ltimos dos meses, el general ha conquistado definitivamente la ciudad oriental de Bengasi, la esencial base a¨¦rea de Jufra, en el centro del pa¨ªs, y numerosas bases m¨¢s en el sur de Libia. Y es posible que, en las pr¨®ximas semanas, Haftar se disponga a conquistar Sirte, ciudad donde naci¨® Gadafi y centro de la ahora destruida ¡°provincia¡± libia de Isis.?
Aunque Serraj est¨¢ te¨®ricamente al mando, es m¨¢s una figura decorativa que un verdadero part¨ªcipe, puesto que su Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) respaldado por Naciones Unidas tiene muy pocas fuerzas armadas propias y depende de la ¡°protecci¨®n¡± de una coalici¨®n de milicias de Tr¨ªpoli, m¨¢s parecida a un sindicato de mafiosos que comparte el mismo territorio que a un verdadero aparato de seguridad. Para complicar a¨²n m¨¢s las cosas, el Gobierno de Serrah nunca ha sido aprobado por la C¨¢mara de Representantes internacionalmente reconocida, que tiene su sede en Tobruk y est¨¢ dominada por partidarios de Haftar. [Esto hace que la legitimidad interna de Serraj sea, como poco, cuestionable, y limita su capacidad para obtener del Banco Central los fondos necesarios para pagar salarios y servicios p¨²blicos; por otra parte, muchos de sus nombramientos en instituciones clave han sido rechazados. Como consecuencia, los ciudadanos lo culpan del colapso de los servicios p¨²blicos, puesto que soportan cortes de electricidad cada vez m¨¢s prolongados, los bancos no disponen de efectivo y las milicias que ¡°protegen¡± al primer ministro se ven envueltas ocasionalmente en fuertes enfrentamientos con sus rivales dentro y alrededor de Tr¨ªpoli].
Haftar, por el contrario, tiene el viento a favor. Nunca acept¨® el Acuerdo Pol¨ªtico Libio respaldado por Naciones Unidas que llev¨® a la creaci¨®n del GAN, y por tanto, no comparte ninguna responsabilidad por la incapacidad de Serraj para gobernar el pa¨ªs. Su objetivo es liberar Libia de todos los islamistas, y en especial, de la Hermandad Isl¨¢mica. Esto lo ha convertido en el aliado favorito de Egipto y de los Emiratos ?rabes, que le han proporcionado armas, han efectuado bombardeos a¨¦reos dentro de Libia, y en el caso de los Emiratos, incluso han creado su propia base en Al Khadim, al sur de Bengasi. La popularidad de Haftar se asocia con otra idea que ¨¦l defiende: la creaci¨®n de un Ej¨¦rcito fuerte, ¡°independiente de las autoridades pol¨ªticas¡± y que acabe con el dominio de las milicias que, en opini¨®n de la inmensa mayor¨ªa de los libios, ha arruinado el pa¨ªs desde la muerte de Gadafi. Haftar es enormemente popular en algunas partes de Libia, pero tambi¨¦n odiado y temido en otras, as¨ª como por las milicias de Tr¨ªpoli y Misrata que ahora garantizan la seguridad de Serraj. Su idea de ¡°independencia del Ej¨¦rcito¡± significa en la pr¨¢ctica que rechaza la supervisi¨®n civil, lo cual ha resultado ser hasta el momento el principal obst¨¢culo en las negociaciones.
Una forma de salir del atolladero es el plan propuesto por Serraj hace dos semanas: una hoja de ruta que llevar¨ªa a unas elecciones presidenciales a principios de 2018. Es probable que Haftar se presente, siguiendo el ejemplo de su modelo, Sisi, y se convierta as¨ª en el jefe de un poder civil.
Mattia Toaldo es investigador senior del European Council on Foreign Affairs.
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