La rebeli¨®n de los encapuchados
Un movimiento autoproclamado La Resistencia crece como una unidad de choque opositora contra las fuerzas policiales durante las protestas
Decenas de estudiantes de una prestigiosa universidad de Caracas han elegido escudos, m¨¢scaras antig¨¢s y capuchas para acudir a clase desde hace unos d¨ªas. No han abierto sus libros. Tampoco han conversado con sus profesores. Solo se han reunido unas horas para organizarse antes de salir a las calles a protestar contra el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro. "No abandonamos los estudios, solo los alternamos con las manifestaciones. No podemos dejar al pa¨ªs a la deriva y encerrarnos en una burbuja. El Gobierno tiene dos salidas: una es por la v¨ªa democr¨¢tica y otra por la fuerza", dice C. H., un alumno de Ciencias Pol¨ªticas.
Muchos estudiantes integran una fracci¨®n de La Resistencia, un movimiento nacido con las protestas contra Maduro, desencadenadas en abril tras el intento del Gobierno de despojar de sus facultades al Parlamento, de mayor¨ªa opositora, y que han continuado por la convocatoria de una Asamblea Constituyente por parte del Ejecutivo. La Resistencia ha actuado como fuerza de choque ante los ataques de los militares o los polic¨ªas. Dentro de este grupo tambi¨¦n hay profesionales, obreros, exmilitares y desempleados, entre otros ciudadanos.
Calificados como "guerreros" por varios opositores y como "terroristas" por el Gobierno, los insurrectos han crecido sobre las ruinas de la revoluci¨®n chavista. El movimiento hab¨ªa debutado en las protestas opositoras de 2014, pero ha sido en el reciente conflicto cuando ha adquirido protagonismo. Jorman Ort¨ªz, camarero de un restaurante en Caracas, abandon¨® sus estudios universitarios para cargar con un escudo en la primera l¨ªnea de combate. "Cada quien pinta algo en su escudo. Yo puse una bandera de Venezuela en el m¨ªo, ya quemada y agujereada por los ataques de la polic¨ªa", explica.
Pocos se identifican con dirigentes opositores o alguna corriente pol¨ªtica, pero muchos aseguran que su cometido es deponer a Maduro. L. L., un alumno de Ingenier¨ªa Civil, dice que combate a los militares para honrar este prop¨®sito. "No es una guerra, porque nosotros no tenemos armas letales. Ellos nos disparan balas; nosotros lanzamos piedras. Ellos usan equipos antimotines; nosotros, escudos hechos de zinc o de madera. Nosotros buscamos proteger con nuestros escudos a la poblaci¨®n; esquivamos o dispersamos las bombas lacrim¨®genas que disparan contra la gente".
Varios oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, polic¨ªa militarizada) fueron grabados y fotografiados el 19 de junio cuando dispararon contra manifestantes en Caracas. Uno de ellos asesin¨® a Fabi¨¢n Urbina, de 17 a?os. Durante las protestas han muerto m¨¢s de un centenar de personas, con un promedio de casi una v¨ªctima por d¨ªa.
Recientemente, el ministerio p¨²blico, dirigido por la fiscal Luisa Ortega D¨ªaz (antigua aliada del chavismo), cit¨® como imputados al excomandante de la GNB Antonio Benavides Torres, y al director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin, la polic¨ªa pol¨ªtica), Gustavo Gonz¨¢lez, por presuntas violaciones a los derechos humanos durante las manifestaciones. Pero las citaciones fueron invalidadas por el Tribunal Supremo, controlado por el chavismo.
Los ataques a la base a¨¦rea militar Francisco de Miranda, conocida como La Carlota (este de Caracas), y asaltos a instituciones del Estado son atribuidos a estos manifestantes. Muchos de los militantes de La Resistencia creen que son objetivos de la polic¨ªa pol¨ªtica. De ah¨ª que varios de ellos tengan como regla no acudir a hospitales o cl¨ªnicas privadas cuando resultan heridos en una protesta. Alias Azul, de 19 a?os, ha extra¨ªdo varios perdigones de plomo de su cuerpo: "El resto lo tengo incrustado. No voy al m¨¦dico porque despu¨¦s ir¨¦ a la c¨¢rcel y ser¨¢ peor". "Casi nunca nos identificamos porque somos perseguidos. Por eso duermo en casas de conocidos, en hoteles y en la calle. Cuando hay protestas siempre salgo a combatir", se?ala. Su perfil es diferente del de los otros estudiantes entrevistados. ?l se rebel¨® dos d¨ªas despu¨¦s del comienzo de las manifestaciones. El 3 de abril sali¨® cerca de su casa, vio a sus vecinos gritar por los destrozos de la GNB y quem¨® una tanqueta. Tras esto no ha regresado a su hogar, pues asegura que es perseguido por la polic¨ªa.
Exmilitares en las calles
Collar (nombre supuesto) fue un soldado de la GNB, destituido hace dos a?os por "mala conducta", confiesa. "Me mandaron a marchar a favor del Gobierno, pero me negu¨¦ y as¨ª me botaron", dice. Con ¨¦l est¨¢ Ruso, que afirma ser otro exmilitar, de ojos claros y de unos 23 a?os. Los dos aseguran que est¨¢n dispuestos a "morir con las botas puestas antes de ser arrestados". A diferencia de la fracci¨®n conformada por estudiantes, no descartan que La Resistencia pueda convertirse en un movimiento armado.
En su grupo, de unas 50 personas, muchos est¨¢n vestidos con harapos, comparten cigarrillos y tienen cicatrices provocadas por disparos de perdigones y canicas. Hay ni?os que supuestamente no son llevados a la "l¨ªnea de confrontaci¨®n". Seg¨²n Collar, ellos solo apoyan en "tareas menores" como dar agua a los adultos. "La necesidad es lo que nos llev¨® hasta este punto. Maduro ha llevado al pa¨ªs a lo m¨¢s bajo. Hemos perdido tanto, incluso el miedo".
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