Trump aprueba un refuerzo militar en Afganist¨¢n y renuncia a fijar fechas para una retirada
El presidente abre la puerta a acuerdos pol¨ªticos con los talibanes y advierte de un cambio de objetivo: "Ya no vamos a construir naciones, vamos a matar terroristas"
La guerra m¨¢s larga de Estados Unidos sigue sin tener una fecha de fin a la vista, ahora ya ni siquiera escrita en un papel. Donald Trump se dirigi¨® esta noche a los estadounidenses y reconoci¨® que su estrategia para Afganist¨¢n tendr¨¢ que diferir de lo que ¨¦l defend¨ªa antes de llegar a la Casa Blanca, que lo enquistado del conflicto hace imposible la retirada inmediata de las tropas. En un discurso en horario de m¨¢xima audiencia, desde la base militar de Fort Myer, en Arlington (Virginia), renunci¨® a fijar un a?o para lograr la retirada de sus tropas -algo que s¨ª hizo su predecesor, Barack Obama- y recalc¨® que ser¨¢n las ¡°condiciones¡± las que indiquen que el momento ha llegado.
¡°Una retirada apresurada crear¨ªa un vac¨ªo que los terroristas, incluidos el ISIS [siglas en ingl¨¦s del Estado Isl¨¢mico] y Al Qaeda llenar¨ªan de inmediato, tal y como ocurri¨® antes del 11-S. Y, como sabemos, Am¨¦rica se fue de Irak de forma equivocada y apresurada¡±, se?al¨® el republicano, culpando a Obama de esto ¨²ltimo.
Estados Unidos lleva casi 16 a?os atrapado en la guerra afgana, sin haberla ganado y sin haber dotado a las fuerzas locales de autonom¨ªa suficiente como para abandonarlas, y el Pent¨¢gono ha acabado por convencer a Trump para que redoble sus esfuerzos en la zona. Aunque el presidente tambi¨¦n advirti¨® de que no dar¨ªa pistas al enemigo sobre las tropas que desplegar¨ªa, el departamento de Defensa tiene la autorizaci¨®n para elevar los efectivos en unos 3.000 o 4.000 soldados (ahora hay 8.500).
El empresario neoyorquino no ocult¨® que se trataba de una capitulaci¨®n en toda regla. ¡°Comprendo la frustraci¨®n de los americanos¡±, dijo al principio de su discurso. ¡°Mi primer instinto era salir, y a m¨ª, hist¨®ricamente, me ha gustado seguir mis instintos, pero he o¨ªdo toda mi vida que las decisiones son muy distintas cuando te sientas en la mesa del Despacho Oval¡±, explic¨®. Fue el mayor reconocimiento p¨²blico desde que lleg¨® al Gobierno, el pasado 20 de enero, de lo distintas que se ven las cosas desde el poder. Distintas de c¨®mo las juzgaba en la campa?a electoral o de cuando, por ejemplo, en 2012, tuiteaba este mensaje: ¡°Es tiempo de salir de Afganist¨¢n. Construimos carreteras y escuelas para gente que nos odia. No favorece nuestro inter¨¦s nacional¡±.
Los halcones de la Administraci¨®n se han impuesto frente a quienes abogaban por proseguir la retirada, muy especialmente, el exestratega jefe de Trump, Steve Bannon, fuera de la Casa Blanca la semana pasada y valedor de la ret¨®rica m¨¢s aislacionista. Esta partida la perdi¨® hace ya tiempo. En junio el Pent¨¢gono propuso a Trump un plan para sumar 3.000 soldados m¨¢s y el presidente opt¨® otorgar al departamento de Defensa la autoridad para determinar la cuant¨ªa y naturaleza del contingente, pero el jefe del Pent¨¢gono, Jim Mattis, prefiri¨® esperar a disponer de una estrategia clara por parte de la Administraci¨®n.
Sin cheques en blanco para Kabul
Ese plan es el que parece haber llegado ahora, una nueva hoja de ruta en la que el relato de su presencia en la zona cambia sustancialmente. ¡°Ya no vamos a construir una naci¨®n, vamos a matar terroristas¡±, enfatiz¨®, tras explicar que su papel no ser¨ªa decir a los afganos c¨®mo vivir o c¨®mo construir su sociedad. "Estados Unidos trabajar¨¢ con el Gobierno afgano siempre que veamos determinaci¨®n y avances. Pero nuestro compromiso no es ilimitado, y nuestro apoyo no es un cheque en blanco. El pueblo estadounidense espera ver reformas reales y resultados reales", apunt¨® tambi¨¦n. Adem¨¢s, lanz¨® una advertencia contra Pakist¨¢n, pa¨ªs al que acus¨® de ¡°un refugio para organizaciones terroristas¡±.
Afganist¨¢n fue un foco de frustraciones para Obama y puede serlo tambi¨¦n para Trump. Para empezar, se trata del conflicto que le ha hecho desdecirse de una de sus m¨¢ximas de la campa?a electoral, que Estados Unidos deber¨ªa centrar sus recursos en solucionar sus problemas internos y no en campa?as militares para ¡°construir¡± en otros pa¨ªses. El presidente dem¨®crata prometi¨® al llegar a la Casa Blanca que comenzar¨ªa el repliegue en 2011 y en 2014 asegur¨® que se completar¨ªa antes de finalizar su mandato. Hoy quedan 8.400 militares desplegados, pero resulta una parte m¨ªnima de los 100.000 que lleg¨® a haber.
Hasta ahora, la guerra se ha llevado por delante la vida de 2.400 soldados estadounidenses y ha engullido 700.000 millones de d¨®lares del contribuyente. El Gobierno de Kabul ha perdido terreno, solo tiene control indiscutible en el 57% del pa¨ªs, frente al 72% de un a?o antes, seg¨²n los datos entregados al Congreso estadounidense el pasado febrero. En el sur, el poder de los talibanes alcanza el 80% del territorio. Resulta muy optimista pensar que esos efectivos adicionales ¨Cde confirmarse- vayan a suponer un giro de la situaci¨®n a corto plazo. Tampoco exhibiciones de fuerza, como la llamada ¡°madre de todas las bombas¡± que Estados Unidos lanz¨® el pasado abril supuso cambio alguno en el tablero.
Trump hereda de Obama el problema que este recibi¨® de su antecesor, George W. Bush. Tras los atentados del 11-S, los americanos lideraron una coalici¨®n internacional para destruir al grupo terrorista Al Qaeda y expulsar a los talibanes, pero no han logrado ni una cosa ni la otra tras d¨¦cada y media de invasi¨®n. Este lunes, el nuevo comandante en jefe prometi¨® ganar.
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