Qui¨¦nes son los ¡®so?adores¡¯ y ad¨®nde ir¨¢n si Trump los deporta
Ocho de cada diez beneficiarios del programa DACA para evitar la deportaci¨®n de j¨®venes sin papeles son mexicanos
Hace cinco a?os Obama suscit¨® la esperanza de millones de ni?os y j¨®venes que hab¨ªan entrado en el pa¨ªs como ilegales y no ten¨ªan papeles. En agosto de 2012 la anterior Administraci¨®n norteamericana aprob¨® el programa DACA, que imped¨ªa la deportaci¨®n de los j¨®venes si cumpl¨ªan ciertas condiciones de edad y tiempo de estancia en EE UU, y adem¨¢s no ten¨ªan antecedentes penales.
Son cerca de 780.000 los j¨®venes que han conseguido la protecci¨®n de esta iniciativa hasta marzo de este ¨²ltimo a?o (las ¨²ltimas cifras disponibles). De media, tienen 25 a?os y solo ten¨ªan seis y medio cuando pisaron suelo estadounidense.
En el 90% de los casos, las solicitudes acaban con la aprobaci¨®n. Sin contar las solicitudes pendientes, cerca de un 8% son denegadas por no cumplir los requisitos. Su integraci¨®n cultural, al menos en cuanto al dominio del idioma, es pr¨¢cticamente total: un 98,1% se reconoce como biling¨¹e.
La gran mayor¨ªa de los acogidos al programa DACA son mexicanos: 8 de cada 10 personas que lo consiguieron tienen esta nacionalidad, casi 690.000. Le sigue muy de lejos El Salvador, que con 28.000 nacionales no llega al 4%. El estado con m¨¢s so?adores?es California, unos 225.000, casi el 30% de todos los solicitantes aprobados. Otros 125.000 residen en Texas y unos 40.000 en estados como Nueva York o Illinois.
El mismo programa que nunca gust¨® a los Republicanos y ahora Trump pone en solfa?ha beneficiado ya a toda una generaci¨®n de dreamers, so?adores, el apelativo popular en EE UU para referirse a esos j¨®venes indocumentados.
Las mujeres beneficiarias del programa tienen m¨¢s posibilidades de conseguir trabajos cualificados que sus compa?eros hombres
Un estudio de un laboratorio de ideas de Washington especializado en migraci¨®n?concluye que del programa resulta provechoso, en cuanto a mejora en educaci¨®n, empleo y posici¨®n social, para la mayor¨ªa de sus beneficiarios, y en especial las mujeres, que logran un mayor progreso laboral que sus compa?eros hombres.
Uno de cada cuatro so?adores trabaja y estudia para permitirse los estudios. Esa inversi¨®n en dinero y esfuerzo les merece la pena, porque, seg¨²n el estudio, al licenciarse y con el tiempo terminan consiguiendo mejores trabajos.
En el instituto se matricul¨® uno de cada tres, otro tanto lo hizo pero a¨²n no lo ha terminado, y tambi¨¦n uno de cada tres lo termin¨®, aunque dej¨® ah¨ª los estudios. Del resto, un 20% se matricul¨® en la universidad, otro 11% logr¨® finalizar en parte esos estudios y solo un 5% logr¨® licenciarse al final. A esa etapa final de la formaci¨®n llegan m¨¢s las mujeres que los hombres: siendo el 45% del total de solicitantes, ellas consiguen el 54% de los t¨ªtulos universitarios.
El informe compar¨® tambi¨¦n a los so?adores con el conjunto de la poblaci¨®n en la que anhelan alg¨²n ?d¨ªa integrarse. Por lo general, se vio que obtienen menos logros acad¨¦micos que los americanos en su mismo segmento de edad (de 15 a 32 a?os). Un quinto se matricul¨® en el instituto, otro quinto lo termin¨® pero no sigui¨® estudiando.
S¨ª hay coincidencia con el porcentaje de matriculados en la universidad (el 20%), pero el ¨ªndice de ¨¦xito es mayor (el 17% completaron algunos estudios y el 18% se licenci¨®). Hay que tener en cuenta que el programa DACA comenz¨® en agosto de 2012 (muchos beneficiarios terminar¨¢n obteniendo una licenciatura cuando terminen sus actuales estudios) y que la comparativa con la poblaci¨®n en general no tiene esa restricci¨®n temporal.
De la comparaci¨®n sobre el tipo de trabajos que consiguen tampoco salen bien parados. Los beneficiarios del programa suelen obtener trabajos que exigen menor cualificaci¨®n que los del conjunto de la poblaci¨®n. Aun as¨ª, tener los requisitos para participar en el programa supone un salto social con respecto a la otra opci¨®n: la indocumentaci¨®n y el riesgo continuo de ser deportado. Beneficiarse del programa DACA supone, estad¨ªsticamente, trabajar a cubierto, en entornos formales de negocios, con horarios fijos y mejores sueldos. No serlo implica casi siempre que hay que dedicarse a las tareas manuales en la construcci¨®n, la extracci¨®n petrol¨ªfera o la limpieza de edificios y su mantenimiento.
El salto entre unos y otros se marca a¨²n m¨¢s en el caso de las mujeres, que tienen m¨¢s posibilidades de conseguir trabajos cualificados que sus pares hombres, sobre todo en el ¨¢mbito de la sanidad y de la educaci¨®n.
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