Corea del Norte considera las palabras de Trump una declaraci¨®n de guerra
El ministro de Exteriores norcoreano advierte que su pa¨ªs tiene el derecho a derribar cualquier bombardero estrat¨¦gico fuera de su espacio a¨¦reo
Golpe a golpe. La estrategia de la tensi¨®n a la que se han lanzado Washington y Pyongyang ha tocado un nuevo l¨ªmite. Si el s¨¢bado los bombarderos estadounidenses se hicieron sentir en la frontera de Corea del Norte, el ministro de Exteriores norcoreano consider¨® hoy una ¡±declaraci¨®n de guerra" las invectivas de Donald Trump a su pa¨ªs y defendi¨® su derecho a derribar los aviones militares incluso fuera del espacio a¨¦reo nacional. Con las espadas en alto, el mundo asiste a un choque que, lejos de amainar, acrecienta a diario el espectro nuclear.
Es el juego del terror. Trump y el L¨ªder Supremo, Kim Jong-un, est¨¢n llevando su enfrentamiento a zonas abismales. Y ninguno parece dispuesto a parar. El presidente de Estados Unidos, a diferencia de su predecesor, no evita el cara a cara con su adversario norcoreano. Fiel a su gen¨¦tica televisiva, le contesta sin mordazas, le ridiculiza y amenaza. Ha hecho de la realidad un show, una pelea que en muchas ocasiones parece sacada de un plat¨® de medianoche. Pero que oculta un pulso de consecuencias imprevisibles.
Ante la Asamblea General de la ONU, Trump amenaz¨® la semana pasada con arrasar Corea del Norte. ¡°No se puede aceptar que esa banda criminal se arme con misiles nucleares; tenemos una gran paciencia, pero si no vemos obligados a defendernos o defender a nuestros aliados, no tendremos otra opci¨®n que destruir completamente a Corea del Norte. El hombre cohete est¨¢ en misi¨®n suicida consigo mismo¡±, clam¨®.
Dos d¨ªas despu¨¦s, dio otra vuelta de tuerca y orden¨® estrangular la econom¨ªa norcoreana con una nueva tanda de sanciones. Y el s¨¢bado, para completar el cerco, envi¨® a sus bombarderos B-1B, con capacidad nuclear, a sobrevolar aguas internacionales muy cerca de la frontera. M¨¢s al norte de la zona desmilitarizada de lo que jam¨¢s ning¨²n avi¨®n militar estadounidense haya pasado en todo el siglo XXI. Washington hab¨ªa mostrado los dientes.
No menos virulento ha sido el tir¨¢nico r¨¦gimen norcoreano. Tras probar a principios de mes una bomba de hidr¨®geno en el subsuelo, cruz¨® el espacio a¨¦reo japon¨¦s con un misil y hace una semana amenaz¨® con ensayar en el Pac¨ªfico su mayor arma de destrucci¨®n masiva. Todo ello sin dejar de anunciar que iba a ¡°domar con fuego al desequilibrado y viejo chocho¡± de Trump.
Insultos, ensayos nucleares, bombarderos y sanciones. La tensi¨®n no ha dejado de crecer y pocos saben hasta d¨®nde puede llegar. El ¨²ltimo golpe lo asest¨® el lunes por la ma?ana el ministro de Exteriores norcoreano, Ri Yong-un. En una breve declaraci¨®n al abandonar su hotel de Nueva York, el diplom¨¢tico volvi¨® a abrir la espita del miedo: ¡°El mundo entero deber¨ªa recordar claramente que fue EEUU el primero en declarar la guerra a nuestro pa¨ªs. Y desde que EEUU nos ha declarado la guerra tenemos derecho a tomar medidas como derribar a bombarderos estrat¨¦gicos estadounidenses incluso si no est¨¢n dentro de las fronteras a¨¦reas de nuestro pa¨ªs¡±.
¡°No hemos declarado la guerra a Corea del Norte, y francamente, sugerir eso es absurdo¡±, contest¨® inmediatamente la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, en una conferencia de prensa.
Ante el cariz que tomaba la escalada, el embajador chino ante la ONU, Lu Jieyi, intent¨® hacer un llamamiento a la tranquilidad que no hizo sino subir la temperatura: ¡°Queremos que esto se calme. Se est¨¢ volviendo demasiado peligroso y no le interesa a nadie. Esperamos que ambos vean que no hay otro camino que las negociaciones; la alternativa es el desastre¡±.
Las amenazas de Corea del Norte, en especial la acusaci¨®n de declaraci¨®n de guerra, tajantemente negada por la Casa Blanca, estaban medidas para desatar el p¨¢nico, esa materia de la que se nutre el herm¨¦tico r¨¦gimen. Pero que como ya ha ocurrido otras veces, tambi¨¦n aumentan la inc¨®gnita sobre la resoluci¨®n del conflicto.
El Departamento de Estado conf¨ªa en reducir a Kim Jong-un mediante el estrangulamiento econ¨®mico. Con apoyo de China, que absorbe el 90% de las exportaciones norcoreanas, cree que Pyongyang acabar¨¢ cediendo como lo hizo en su d¨ªa Ir¨¢n. Pero la constante agitaci¨®n verbal, el crescendo de ensayos nucleares y ahora el inicio del baile militar hacen temer que esta estrategia pueda verse desbordada en cualquier momento. El r¨¦gimen ha mostrado una f¨¦rrea determinaci¨®n en desarrollar un misil nuclear con capacidad para alcanzar EEUU. Y ninguna de las ocho rondas de sanciones de la ONU, ha logrado hasta ahora frenar su avance. Por el contrario, s¨®lo han conseguido acelerar el programa nuclear y bal¨ªstico.
En este horizonte, la posibilidad de que el pulso se extreme a¨²n m¨¢s y derive en una intervenci¨®n militar, aunque sea quir¨²rgica, puede dar al traste con los esfuerzos diplom¨¢ticos. Un hipot¨¦tico choque ni la sanguinaria personalidad del L¨ªder Supremo ni la impredecibilidad de Trump est¨¢n ayudando a evitar.
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