El hotel de la coca¨ªna
El Mutiny fue el Studio 54 de Miami en los a?os dorados del narco hasta que todo se envenen¨®
Miami, a?os ochenta. Un ejemplo del delirio de d¨®lares y coca¨ªna que se vivi¨®: dos narcos, colocados hasta la coronilla, ordenan que les lleven a su cuarto tantas botellas de Dom Perignon como fuera necesario para llenar la ba?era. "Se gastaron 25.000 d¨®lares. ?Te imaginas lo que eran 25.000 d¨®lares en aquel tiempo? ?Todo ese dinero convertido en l¨ªquido para que al final se vaya por el desag¨¹e!", cuenta por tel¨¦fono desde Nueva York el periodista Roben Farzad, autor de Hotel Scarface (Editorial Berkley; disponible solo en ingl¨¦s), un relato de los a?os dorados del hampa en Miami centrados en la historia del hotel Mutiny, el epicentro por entonces de famosos y mafiosos, el lugar donde dos traficantes de droga decidieron llenar su ba?era con champ¨¢n franc¨¦s.
El Mutiny era tan glamuroso como forajido, el Studio 54 del sur de Florida y a la vez una cueva de bucaneros. Su logo era la figura de un pirata gui?ando un ojo. Farzad, nacido en Ir¨¢n y criado en Miami ¨Cun americanoiran¨ª que dice "t¨² sabes"¨C, arranc¨® este proyecto en los a?os noventa cuando el hotel ya estaba cerrado y decr¨¦pito y se lanz¨® por curiosidad a recuperar la historia de aquel centro de locura ochentera.
Su trabajo de documentaci¨®n, largo, meticuloso, le permite reconstruir con exhuberancia de detalles lo que fue aquello. Una mezcla de gente exitosa y submundo, abogados con botas de cowboy y narcos con aplomo de empresario. Mesas rodeadas de plantas tropicales, camareras vestidas de leotardos, mesas con tel¨¦fonos para hacer llamadas de negocios sin tener que apearse de la fiesta. Ferraris, Porsches, Rolls, Maseratis y Lamborghinis ¨Ccon semiautom¨¢ticas debajo del asiento de cuero¨C aparcando a la entrada con las ventanillas bajadas y sonando a todo volumen Blondie o Donna Summer. Una ambiente embriagado. Mezcla de olor a tacabo, perfumes caros, laca y salitre marina.
"El punto ¨¢lgido del Mutiny y del Miami de la coca fue justo a inicios de los 80", dice Farzad. "Esa es la ¨¦poca en la que lleg¨® al tope la fiesta de sexo, coca, champ¨¢n y disco". "Todo traficante que se preciase estaba en el Mutiny. Cada vez que consegu¨ªan traer un alijo montaban fiest¨®n", recuerda en el libro el detective Diosdado D¨ªaz. Todo empez¨® a empeorar cuando los sicarios llevaron su descontrol sanguinario al hotel. Un punto y aparte fue el asesinato de Margarita, una camarera dominicana que so?aba con ser estrella de Hollywood. El asesino Miguel Miranda, un entusiasta de la santer¨ªa que se volvi¨® loco de esnifar tanta coca¨ªana, la atrajo haci¨¦ndose pasar por director de cine y la mat¨®. Su cuerpo apareci¨® en Cayo Hueso envuelto en una s¨¢bana del Mutiny. "Ah¨ª es cuando la gente se dio cuenta de que aquello iba en serio y era muy peligroso, y hasta los empleados empezaron a irse", afirma el autor.
En 1981 Miami, dice Farzad, se convirti¨® en la capital de los homicidios en EE UU. La revista Time plasm¨® el fen¨®meno con una portada titulada: "Para¨ªso perdido". A partir de ah¨ª el encanto de lo extravagante se vio sepultado aprisa por el crimen. "Ya era todo solo coca y dinero". Se llego a tal nivel que el Burger King tuvo que prestarle un cami¨®n de refrigeraci¨®n a la morgue del condado.
Hoy el Mutiny, situado en el barrio de Coconut Grove ¨Cen los sesenta el ¨¢rea de los hippies de Miami¨C, reabierto tras su clausura en los a?os noventa, es un hotel que conserva solo "el esqueleto", cuenta Farzad, que compar¨¢ndolo con el desmadre que fue lo califica ahora de "hotel higi¨¦nico".
En su ¨¦poca dorada se rodaron all¨ª escenas de Scarface y Don Johnson se enfiestaba con su troupe de Miami Vice. Julio Iglesias pas¨® una temporada como hu¨¦sped fijo. Por el Mutiny pas¨® toda clase de clebridades. El libro menciona al gran Paul Newman siendo auxiliado para llegar a su habitaci¨®n tras beberse buena parte de las existencias de Ch?teau Latife, rostros del espect¨¢culo como Arnold Schwarzeneger o de la ¨¦lite pol¨ªtica como Ted Kennedy. Pero los verdaderos se?ores del Mutiny no eran las estrellas ni los hombres del poder de guante blanco sino los Reyes de la Coca¨ªna que dejaban a un lado sus nombres propios para ser conocidos por alias como El Perro, el S¨²per Papi o El Raspao.
El narco Mario Tabraeu ten¨ªa un chimpanc¨¦ llamado Caesar que luc¨ªa cadena de oro y Rolex. En casa Tabreu y Caesar ten¨ªan panteras, caimanes y un b¨²ho. Se cree que Tabreau inspir¨® el personaje de Tony Montana, el sicario cocain¨®mano interpretado por Al Pacino en la legendaria pel¨ªcula Scarface, dirigida por Brian de Palma.
El libro presenta un mundo tan excesivo que Farzad se ve en la necesidad de repetir: "Todo es real. Nada es ficci¨®n".
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