Mosc¨² y el entorno postsovi¨¦tico se miran en el espejo catal¨¢n
Rusia y los territorios en conflicto de la extinta URSS proyectan sus propios intereses en el ¨®rdago de los nacionalistas de Catalu?a
M¨¢s de un cuarto de siglo despu¨¦s del desmoronamiento de la URSS, en el vasto territorio de aquel pa¨ªs hay siete territorios en conflicto, bien porque no encontraron encaje arm¨®nico en las coordenadas del derecho internacional, bien porque descarrilaron en un punto avanzado del camino iniciado en 1991. Adem¨¢s, en Rusia, hay heridas del pasado que podr¨ªan reabrirse en Tatarst¨¢n, una rica regi¨®n del Volga, donde el intento, a instancias del presidente Vlad¨ªmir Putin, de suprimir la obligatoriedad del idioma t¨¢rtaro (con car¨¢cter ¡°estatal¡± junto con el ruso, en virtud de la constituci¨®n local) est¨¢ produciendo graves tensiones sociales.
De los siete conflictos en liza, cuatro (Osetia del Sur, Abjasia, Alto Karabaj y Transdnistria) se manifestaron y agravaron cuando a¨²n exist¨ªa la Uni¨®n Sovi¨¦tica, al calor de la perestroika (el proceso reformador) emprendido por Mija¨ªl Gorbachov; otros tres (Crimea y las autodenominadas ¡°rep¨²blicas populares¡± de Donetsk y Lugansk, parte de las provincias ucranianas de igual nombre) se transformaron en problemas internacionales en 2014 a resultas de la injerencia pol¨ªtica y militar de Rusia en Ucrania.
Cada conflicto tiene su historia particular, pero en todos ellos, Mosc¨² ha sido clave para inclinar la balanza de uno u otro lado y, seg¨²n los casos y las ¨¦pocas, para alterar los equilibrios entre las partes implicadas. El Estado sovi¨¦tico ten¨ªa una estructura escalonada que culminaba en 15 rep¨²blicas federadas. En esa matrioshka, Abjasia y Osetia del Sur eran parte (con diversos grados de autonom¨ªa) de la rep¨²blica de Georgia; el Alto Karabaj era una autonom¨ªa de la rep¨²blica de Azerbaiy¨¢n y Transdnistria era una franja al Este del r¨ªo Dni¨¦ster, que la ingenier¨ªa administrativa de Stalin uni¨® a la Besarabia rumana para formar la rep¨²blica de Moldavia.
En lo que se refiere a Crimea, en virtud del derecho internacional esta pen¨ªnsula es parte de Ucrania y como tal fue reconocida por Rusia en m¨²ltiples acuerdos, incluido el gran tratado de amistad y cooperaci¨®n de mayo de 1997, ratificado por ambos parlamentos y no denunciado hasta ahora. La RPD y RPL, por su parte, son los residuos de la euforia que la Operaci¨®n Crimea caus¨® en medios de los rusoparlantes del Este de Ucrania. Sobre el tel¨®n de fondo de la huida del presidente V¨ªctor Yanuk¨®vich (oriundo de Donetsk) y la crisis pol¨ªtica y econ¨®mica, muchos vieron a Vlad¨ªmir Putin como de tabla de salvaci¨®n para su incierto futuro en una zona industrial vinculada a la econom¨ªa rusa.
Putin provoca tensiones en Tatarst¨¢n al intentar rebajar la escolarizaci¨®n en lengua local
En los territorios conflictivos de la ex URSS hay reiterados ejemplos de refer¨¦ndum que proclaman, seg¨²n los casos, soberan¨ªas, independencias o vectores de desarrollo proruso. Pero estas consultas no han tenido validez internacional certificada por entidades como la OSCE o el Consejo de Europa. Por lo general, los llamados observadores tienen su propia agenda o cumplen encargos del Kremlin. Desde Rusia se organizaron, pagaron y desplazaron las misiones de observaci¨®n al refer¨¦ndum de Crimea en marzo de 2014 y posteriormente a los referendos y elecciones en la RPD y RPL.
Los siete territorios descarrilados de la comunidad internacional sufren diversos grados de aislamiento, ya que su relaci¨®n con el mundo depende en gran medida de los Estados, de los cuales forman parte desde la perspectiva de la ONU. (Abjasia y Osetia del Sur, de Georgia; Transdnistria de Moldavia; el Alto Karabaj de Azerbaiy¨¢n, Crimea; la RPD y la RPL, de Ucrania). Con recursos econ¨®micos, militares y tambi¨¦n culturales y humanitarios Rusia se presenta ante estos descarrilados como alternativa al aislamiento representado por sanciones, bloqueos f¨ªsicos, impedimentos para las relaciones y transacciones comerciales y desplazamientos al mundo exterior. Diariamente, los aviones regulares rusos vuelan de Mosc¨² a Crimea y los autobuses cruzan las fronteras no controladas por Ucrania en su ruta entre la ciudad rusa de Rostov y las ¡°rep¨²blicas populares¡± secesionistas. Las empresas occidentales no pueden comerciar directamente con los territorios descarrilados, pero s¨ª a trav¨¦s de Rusia o de Armenia (en el caso del Alto Karabaj). Quien as¨ª viaja o comercia se arriesga a verse vetado en Ucrania o Azerbaiy¨¢n.
Los dirigentes de esos espacios en conflicto desean hacerse o¨ªr en el panorama internacional y, para ello, puentean al Estado al que pertenecen formalmente, aunque haga hasta m¨¢s de un cuarto de siglo que viven de espaldas a ¨¦l. Las antiguas rep¨²blicas socialistas sovi¨¦ticas, aceptadas como Estados en la ONU entre el oto?o de 1991 y el verano de 1992, bloquean estas iniciativas, desde la participaci¨®n en ferias vin¨ªcolas en Italia (Ucrania respecto a Crimea) o torneos deportivos internacionales (Georgia respecto de Abjasia u Osetia del Sur). Transdnistria tiene menos problemas, porque las empresas y el equipo de f¨²tbol (Sheriff) de la regi¨®n se sometieron a la jurisdicci¨®n de Moldavia.
Los protagonistas de los conflictos en el espacio postsovi¨¦tico se movilizan y buscan analog¨ªas ¨²tiles para sus propios casos cuando comunidades de otras partes del mundo reclaman m¨¢s autonom¨ªa o independencia. Catalu?a es objeto de extrema atenci¨®n en Kiev, Tbilisi, Sujumi, Tsjinvali, Tir¨¢spol o Mosc¨². En nombre de la integridad del Estado, Georgia y Ucrania se al¨ªan con Madrid, aunque en otros tiempos, cuando intentaban liberarse de Mosc¨², se identificaban con Catalu?a.
Si la independencia de Catalu?a se produjese, ¡°el proceso de desintegraci¨®n de la UE se agravar¨¢ y ser¨¢ el principio de un ¡°desfile de independencias¡± (¡) que debilitar¨¢ a la UE tambi¨¦n en el plano econ¨®mico y militar, es decir, desatar¨¢ las manos de Rusia¡±, escribe el polit¨®logo ucraniano Aleks¨¦i Golobutski. ¡°La cuesti¨®n¡±, se?ala, ¡°no es si estamos por Catalu?a o por la unidad de Espa?a¡±, sino que ¡°en los intereses de Ucrania est¨¢ conservar la unidad territorial de Espa?a¡±.
Los protagonistas de los conflictos postsovi¨¦ticos pueden cambiar su posici¨®n consecutivamente seg¨²n las analog¨ªas del momento. Mosc¨², en cambio, juega con dos barajas a la vez. En 2008, los dirigentes rusos advirtieron a Occidente que el reconocimiento de K¨®sovo como Estado ser¨ªa un precedente para centenares de territorios conflictivos, incluidos Abjasia y Osetia del Sur. En agosto de 2008, Rusia ayud¨® a Osetia del Sur a repeler la ofensiva militar del presidente de Georgia Mijail Saakashvili, y reconoci¨® como Estados a aquellas dos antiguas autonom¨ªas de Georgia.
Para el Kremlin, K¨®sovo es un argumento reversible y utilizable en sentidos contrapuestos. Ha servido a Putin para justificar Crimea, pero tambi¨¦n para apoyar la integridad territorial de Serbia, cuando el presidente ruso visit¨® Belgrado en 2014. Lo ir¨®nico del caso es que Putin ha esgrimido K¨®sovo en defensa de cambios fronterizos en pa¨ªses que, como Georgia y Ucrania, no reconocen aquel territorio yugoslavo como Estado, justamente para evitar las analog¨ªas.
Los territorios ¡°no reconocidos¡± o ¡°escasamente reconocidos¡± aprovechan los nuevos conflictos para difundir su causa. As¨ª, el ministro de exteriores de Osetia del Sur, Dmitri Med¨®ev, visit¨® Barcelona el 23 y 24 de octubre y abri¨® una "oficina" de representaci¨®n, seg¨²n la informaci¨®n que difundieron puntualmente agencias rusas como Sputnik o Regnum, con foto incluida del evento. A preguntas de esta corresponsal, Med¨®ev dijo haber sido enviado a Barcelona por el l¨ªder de Osetia del Sur, Anatoli Bib¨ªlov, y se?al¨® que la denominada oficina de representaci¨®n es en realidad ¡°una persona f¨ªsica que no est¨¢ registrada como entidad jur¨ªdica, ni tampoco tiene local¡±. De la misma forma, sin personalidad jur¨ªdica y sin oficina, Abjasia tiene un representante en Catalu?a, en un conjunto de 21 delegaciones exteriores, que, seg¨²n informaci¨®n de su Ministerio de Exteriores, incluyen Alemania, Austria, Jordania, Siria, T¨²nez, Gran Breta?a, Grecia e Israel. ¡°Quisi¨¦ramos tener representaciones en todos las capitales occidentales, incluida Madrid, porque cuanto m¨¢s nos conozcan mejor, ya que los georgianos nos tienen aislados e impiden que se oigan nuestras voces en el mundo¡±, dijo Daur Kove, el ministro de Exteriores de Abjasia, a esta corresponsal.
Mosc¨² podr¨ªa utilizar un refer¨¦ndum de independencia exitoso en Occidente como argumento para su causa en Crimea, pero el jugar con los secesionismos entra?a peligros, porque Rusia tiene "muchas Catalu?as¡± en su territorio, seg¨²n el presidente de la URSS, Mija¨ªl Gorbachov. El secesionismo puede convertirse en un arma de doble filo para el Kremlin en Tatarst¨¢n, la rep¨²blica del Volga con la que la Administraci¨®n central rusa se ha negado este a?o a prolongar un tratado de delimitaci¨®n de competencias negociado cuando las regiones ten¨ªan m¨¢s fuerza frente al centro que en la actualidad.
En marzo de 1992 en Tatarst¨¢n se celebr¨® un refer¨¦ndum en el que casi 1.310.000 personas (62,23% de los votantes) se pronunciaron a favor de que aquella unidad administrativa fuera ¡°un Estado soberano, un sujeto de legislaci¨®n internacional, que construye sus relaciones con otras rep¨²blicas sobre una base de igualdad¡±. En Tatarst¨¢n viven hoy algo m¨¢s de 3,8 millones de personas, y, seg¨²n el censo de 2010, el 53,2% eran t¨¢rtaros y el 39,7% rusos. En 2004, el Tribunal Constitucional ruso dictamin¨® contra los planes de Tatarst¨¢n para cambiar la transcripci¨®n cir¨ªlica del t¨¢rtaro por el alfabeto latino. Comentando el intento de rebajar el estatus del idioma t¨¢rtaro, Alex¨¦i Vened¨ªctov, director de la emisora El Eco de Mosc¨², ha dicho que el problema de Tatarst¨¢n se est¨¢ desarrollando para Rusia de forma ¡°semejante¡± al de Catalu?a, y que el viernes, en ¡°500 mezquitas¡± de aquella rep¨²blica se pronunciaron sermones a favor de que el t¨¢rtaro siga teniendo car¨¢cter estatal en las escuelas.
Tal vez por el doble filo del tema separatista, Mosc¨² muestra recelo en los territorios de su ¨®rbita. El Kremlin extiende su infraestructura b¨¦lica por el mar Negro (basta ver los radares y equipo de comunicaciones en las dependencias de la embajada rusa y las instalaciones militares en puntos estrat¨¦gicos de Abjasia). En el B¨¢ltico, Mosc¨² desconf¨ªa de las tendencias germanizantes en Kaliningrado, aunque ¨¦stas se limiten a enriquecer la identidad rusa con elementos culturales alemanes. El Kremlin tambi¨¦n cierra los ojos ante la desprotecci¨®n de los ciudadanos rusos en Chechenia a cambio de la fidelidad al Estado de Ramz¨¢n Kad¨ªrov, el arbitrario y caprichoso l¨ªder local.
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