La imposibilidad de condenar a un algoritmo
El Congreso de Estados Unidos quiere entender c¨®mo gestionan la informaci¨®n Google, Facebook y Twitter
Los gigantes que acaparan la atenci¨®n online y la mayor parte de la tarta publicitaria no son capaces de frenar la intoxicaci¨®n informativa en sus espacios. Google, Twitter y Facebook tienen las tecnolog¨ªas m¨¢s avanzadas, pero todav¨ªa no han conseguido dar una respuesta a la injerencia rusa en la vida pol¨ªtica de Estados Unidos. Tampoco a los frecuentes errores en su selecci¨®n de noticias emergentes. ?C¨®mo tratan de corregirlo?
Los tres grandes difusores de contenido y conversaci¨®n p¨²blica en mundo occidental, Facebook, Google y Twitter declararon el pasado 1 de noviembre ante el Congreso para tratar de clarificar su papel y capacidad de influencia en la trama rusa y en la sociedad. ¡°El Congreso no puede legislar contra un algoritmo. Esto va m¨¢s all¨¢ de nuestro alcance regulatorio¡±, declar¨® a los medios el Adam Schiff, congresista dem¨®crata por California desde 2001.
Quiz¨¢ sin saberlo, apuntaba al meollo de la cuesti¨®n. Forzar a cualquiera de las tres empresas a cambiar c¨®mo se muestra la informaci¨®n puede constituir como una violaci¨®n de la Primera Enmienda de la Constituci¨®n, un ataque a la libertad de expresi¨®n.
El ¨²nico precedente se dio hace 40 a?os, en Florida, cuando el Tribunal Supremo oblig¨® a los peri¨®dicos de Florida a dar el mismo espacio sin cargo alguno a Pat Tornillo, un pol¨ªtico local. El candidato sostuvo que el Miami Herald le hab¨ªa perjudicado con sus art¨ªculos. El resultado fue que se vieron forzados a darle un espacio en su edici¨®n impresa similar al de sus ofensas, para que pudiera defenderse.
Tras el caso de la injerencia rusa, una nueva alerta salt¨® tras el tiroteo con 20 v¨ªctimas mortales en Texas. Google alz¨® noticias falsas a las posiciones prioritarias del bloque de actualidad. Un espacio que en Espa?a no existe tras dar de baja Google News por disputa con los editores, pero en el resto del mundo es uno de los vectores de tr¨¢fico m¨¢s relevantes para los medios y un punto de atracci¨®n de lectores paracaidistas.
Los tres zares de la difusi¨®n online se escudan en el mismo principio, la libertad de expresi¨®n, o como public¨® Mark Zuckerberg en su muro: ¡°No podemos saber lo que vas a escribir antes de que lo hagas. No podemos leer tu mente¡±. La tr¨ªada tecnolog¨ªa, consultada por este medio, ha remitido a comunicados previos o se han limitado a no hacer comentarios por considerar que la investigaci¨®n sigue abierta.
¡°En el peor de los casos, la legislaci¨®n terminar¨¢ por hacer una vaga obligaci¨®n para que las plataformas no hagan nada malo. Cuando las plataformas no saben qu¨¦ hacer, dan una respuesta cauta, prefieren no ir m¨¢s all¨¢ para que no los puedan declarar ilegales¡±, sostiene Daphne Keller, directora del Centro de Internet y Sociedad en la Universidad de Stanford.
Facebook ha asumido el compromiso de contratar m¨¢s humanos, muchos m¨¢s. Van a duplicar el equipo. M¨¢s de 2.000 personas estar¨¢n al frente de lo que inicialmente pretend¨ªan que hicieran m¨¢quinas. No era una cuesti¨®n de costes, Facebook tiene pulm¨®n financiero para asumirlo, sino una convicci¨®n. Pensar que un buen entrenamiento de un algoritmo podr¨ªa dar patrones con una tasa de acierto superior. Sucedi¨® lo contrario. Bromas y parodias que se convert¨ªan en Trending Topic terminaron por contratar 500 empleados.
Tras el estallido de la trama rusa y su impacto en las pasadas elecciones, Facebook ha cambiado de actitud. Ha pasado de la negaci¨®n a la preocupaci¨®n. El primer cambio consiste en medir la segmentaci¨®n que permit¨ªa su autoservicio de palabras clave. Cualquier administrador de una p¨¢gina profesional que se d¨¦ de alta con una tarjeta de cr¨¦dito puede empezar en cuesti¨®n de minutos a comprar publicidad con un detalle que ning¨²n otro servicio es capaz de ofrecer. Permit¨ªa, y es lo que est¨¢n cambiando, escoger el p¨²blico objetivo a partir de una negaci¨®n. Es decir, ¡°personas a las que no les gustan los jud¨ªos¡±, por poner el ejemplo m¨¢s extremo. As¨ª es como se ha demostrado que operaban los perfiles al servicio de la agencia rusa de inteligencia, creando patrones de odio en personalidades extremas que, a su vez, sumaban difusi¨®n por parte de los intoxicados.
Google tampoco est¨¢ a salvo. Tras el tiroteo el pasado fin de semana en una iglesia de Texas su algoritmo para b¨²squedas de ¨²ltima hora comenz¨® a arrojar resultados err¨®neos, con intoxicaci¨®n. Evidentes para un humano bien informado pero no para su sistema que valora bas¨¢ndose en estimaciones de recurrencia y fortaleza de los enlaces.
Con intenci¨®n de ayudar a la audiencia a tomar mejores decisiones, acaban de hacer un cambio en su informaci¨®n sobre medios. Esta semana han anunciado que al hacer una b¨²squeda, junto a la informaci¨®n deseada, aparecer¨¢ contenido contextual sobre la publicaci¨®n indicando qu¨¦ temas suelen tocar y qu¨¦ reconocimientos y premios tiene ese medio para dar una idea de su fiabilidad y prestigio.
Twitter, que en sus comienzos se posicion¨® como un adalid de la libertad de expresi¨®n, ha comenzado a tomar medidas y vetar el acceso a promoci¨®n de dos cuentas que contaban con millones de seguidores, Sputnik y Russia Today. Katitza Rodr¨ªguez, directora de derecho internacional en EFF, una organizaci¨®n que promueve la libertad de las telecomunicaciones desde los comienzos de Internet, cree que tiene un ¨¢ngulo preocupante: ¡°La respuesta de Twitter a dicho problema, es un retraso en la defensa de la libertad de expresi¨®n. Las plataformas neutrales con pol¨ªticas firmes contra la censura de contenidos, especialmente aquellas con alcance mundial, son vitales para la libertad de expresi¨®n y son necesarias para una sociedad libre y abierta¡±.
La experta apela a los denominado Principios de Manila difundidos por su organizaci¨®n: ¡°Se crea un marco que permite ayudar a asegurar que los intermediarios como Twitter o Facebook no inhiban indebidamente la libre expresi¨®n, ya sea voluntariamente o como resultado de un orden legal. Seg¨²n esos principios, la presi¨®n p¨²blica y gubernamental no deber¨ªa obligar a Twitter a restringir el contenido; solo una orden judicial deber¨ªa poder hacer eso. Sin embargo, eso es exactamente lo que sucedi¨® aqu¨ª, sin aparente derecho de apelaci¨®n¡±. ¡°Con esa nueva t¨¢ctica, sin embargo, Twitter va cuesta abajo por una pendiente muy resbalosa donde las plataformas de medios sociales, en las que todos confiamos y utilizamos, abandonan su pretensi¨®n de plataforma neutra. Ese tipo de t¨¢ctica da pie para que otros pa¨ªses tomen acciones si no les gusten los efectos de los medios patrocinados por ejemplo por el gobierno de EE. UU. como Voice of America, Radio Mart¨ª o Radio Free Europe, y exijan un trato similar¡±, alerta.
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