C¨®mo parar al pr¨®ximo Salah Abdeslam
La UE pone en marcha la nueva comisi¨®n de Terrorismo, que cada a?o publicar¨¢ un informe sacando a la luz los fallos que han facilitado la actividad terrorista
El d¨ªa despu¨¦s de que Salah Abdeslam fuera detenido a balazos cuando intentaba huir de su apartamento en Molenbeek (Bruselas), Aziz Benhamou ¡ªquincea?ero, estudiante, nacido y criado en el mismo barrio¡ª hablaba de Messi frente al portal del yihadista. Acompa?ado de tres amigos, Benhamou discut¨ªa con ellos sobre la altura del futbolista argentino moviendo arriba y abajo la palma de la mano. Mientras, a unos metros, legiones de periodistas elevaban el dramatismo ante la detenci¨®n del escurridizo terrorista belga, uno de los fugitivos m¨¢s buscados del planeta durante los 126 d¨ªas que pas¨® huido tras los atentados de Par¨ªs del 13 de noviembre de 2015. Abdeslam, recluido en una c¨¢rcel de Francia, mantiene el mismo silencio sepulcral desde el d¨ªa de su arresto.
En las portadas de diarios de todo el mundo, Molenbeek, de donde han salido algunos de los autores de los ataques terroristas m¨¢s sangrientos de los ¨²ltimos a?os, fue se?alada, no sin raz¨®n, como nido, refugio y coraz¨®n del yihadismo europeo. Y su nombre se erigi¨® en s¨ªmbolo del fracaso de B¨¦lgica ¡ªy de Europa¡ª en contener la radicalizaci¨®n de sus j¨®venes. Acostumbrados en los ¨²ltimos tiempos a operativos similares, para algunos de los adolescentes hijos y nietos de inmigrantes ¡ªlas tan nombradas segunda y tercera generaci¨®n¡ª apostados junto al cord¨®n de seguridad, el enorme despliegue medi¨¢tico-policial de aquellos d¨ªas gener¨® m¨¢s una sensaci¨®n de improvisada festividad que de asombro.
Pero la radicalizaci¨®n no es solo un problema belga. Es una cuesti¨®n europea. "Hay una deficiente coordinaci¨®n. Los Estados miembros son bastante nuevos en la lucha contra el yihadismo. En la pol¨ªtica de informaci¨®n, los servicios de inteligencia y la propia coordinaci¨®n policial o de fronteras hay muchos agujeros que cubrir", advierte la vicepresidenta de la comisi¨®n de Terrorismo de la Euroc¨¢mara, Elena Valenciano. La escenificaci¨®n m¨¢s clara de esa necesidad de cooperaci¨®n transnacional fue la participaci¨®n de yihadistas asentados en B¨¦lgica en la masacre de Bataclan, en Par¨ªs. "El terrorismo no entiende de fronteras. Molenbeek tambi¨¦n afecta a los franceses", dice por tel¨¦fono Olivier Roy, profesor y experto en yihadismo del Instituto Universitario Europeo de Florencia.
Puedo estar un a?o hablando en la mezquita que con un v¨ªdeo en Facebook los radicales pueden atraer a cientos de j¨®venes en dos o tres minutos Jamal Habbachich, Im¨¢n en Molenbeek
El grueso de la lucha antiterrorista sigue siendo responsabilidad de los Estados, pero el papel de la Uni¨®n ha ido ganando peso conforme el problema adquir¨ªa mayor dimensi¨®n. Seg¨²n datos de Europol, en 2016 murieron 135 personas en 13 ataques yihadistas en la UE, y 718 sospechosos fueron arrestados, casi cinco veces m¨¢s que cuatro a?os antes. La inquietud social desatada por ese creciente fen¨®meno terrorista ha llevado a la UE a poner en marcha nuevos organismos para combatirlo. Hace poco m¨¢s de un a?o, la Comisi¨®n cre¨® la cartera de Seguridad, dirigida por el brit¨¢nico Julian King. Y este septiembre ech¨® a andar la mencionada comisi¨®n de Terrorismo en el Europarlamento, que cada a?o publicar¨¢ un informe sacando a la luz los fallos que han facilitado la actividad terrorista y har¨¢ recomendaciones a los pa¨ªses miembros.
La amenaza ya no solo tiene su germen en la clandestinidad de las cuatro paredes de un piso o una sala de oraci¨®n. Se extiende por la Red como un virus incontenible. "Puedo estar un a?o hablando en la mezquita que con un solo v¨ªdeo en Facebook los radicales pueden atraer a cientos de j¨®venes en dos o tres minutos", se?ala impotente Jamal Habbachich, im¨¢n y presidente del consejo de mezquitas de Molenbeek. La UE lo sabe, y busca ponerle coto. "Estamos trabajando con las grandes empresas de Internet con el fin de que no aparezcan contenidos terroristas en sus plataformas o sean eliminados de inmediato", afirma el comisario King.
Los hombres del subsuelo
?Qui¨¦nes son los radicales en Europa? Olivier Roy, uno de los expertos en islam m¨¢s reputados del continente, defiende que el yihadismo responde a una islamizaci¨®n de la radicalidad latente en la sociedad. En su ¨²ltima obra, La yihad y la muerte (Ed. Seuil, 2016), esboza su trayectoria vital: j¨®venes de segunda generaci¨®n de inmigrantes, la mayor¨ªa bien integrados, que tras pasar por la peque?a delincuencia se radicalizan en prisi¨®n, reniegan tanto de la autoridad de sus padres como de su modo de entender el islam, cometen un atentado y mueren en enfrentamiento con la polic¨ªa. "Son los hombres del subsuelo. La gente que se queda en los m¨¢rgenes de la modernidad", se?ala Javier Lesaca, investigador de la Universidad George Washington. "El perfil es la frustraci¨®n", resume.
"Daesh apenas utiliza la religi¨®n. Lanza referencias culturales occidentales. Sabe que habla a la generaci¨®n millenial Javier Lesaca, autor de Armas de seducci¨®n masiva
Su tesis coincide con la de Roy en relegar el factor religioso a un papel secundario. Los 1.500 v¨ªdeos que ha emitido el ISIS en los ¨²ltimos tres a?os se parecen m¨¢s a los videojuegos m¨¢s populares que a los mensajes de las mezquitas. "Daesh [acr¨®nimo ¨¢rabe para referirse a ISIS] apenas utiliza la religi¨®n. Lanza referencias culturales occidentales. Sabe que habla a la generaci¨®n millennial", concluye Lesaca, tambi¨¦n autor de Armas de seducci¨®n masiva (Ed. Pen¨ªnsula, 2017), un ensayo sobre la maquinaria propagand¨ªstica audiovisual del ISIS.
Son musulmanes, s¨ª, pero primero, y ante todo, son radicales. As¨ª lo describe Roy en su libro: "Lo que fascina es la pura revuelta y no la construcci¨®n de la utop¨ªa. La violencia no es un medio, es un fin. Una violencia sin futuro. Daesh no crea el terrorismo, pesca en un caladero que ya existe".
El legado de dolor en Europa
Par¨ªs, Londres, Barcelona, Niza, Berl¨ªn, Estocolmo... Europa ha sido golpeada una y otra vez por estos voluntarios del ISIS. Las heridas de aquella noche atroz en Bataclan perduran 24 meses despu¨¦s. Benjamin Cazenoves, dise?ador gr¨¢fico de 35 a?os, es autor de uno de los mensajes m¨¢s escalofriantes que se hayan publicado nunca en una red social. "Hay supervivientes en el interior. Matan a todo el mundo. Uno por uno. En el primer piso. ?R¨¢pido!", escribi¨® en Facebook escondido en una habitaci¨®n oscura dentro de la sala. El recuerdo de aquel d¨ªa sigue presente. "Toda la visi¨®n de la vida cambia completamente. Te dices que lo l¨®gico es que estuviera muerto. Y buscas darle sentido a la vida", cuenta en un acto de homenaje a v¨ªctimas del terrorismo en Bruselas.
A 20 kil¨®metros al norte de Par¨ªs, el panadero ha comprado la florister¨ªa del fallecido Gilles Leclerc en el pueblo de Saint-Leu-la-For¨ºt, de 15.000 habitantes, donde este diario ha viajado con el proyecto Europa Ciudadana, financiado por la Euroc¨¢mara. Lleva meses cerrada. El joven, de 32 a?os, la sacaba adelante junto a su madre hasta que esa noche de noviembre fue al concierto de Eagles of Death Metal con su novia. Fue asesinado. Una placa junto a un arce japon¨¦s ¡ªsu preferido¡ª recuerda a Leclerc en la escuela Victor Hugo en la que estudi¨®. "Puede vivir 80 a?os", dice su hermana Alexandra sobre la planta. La familia no tiene noticias de su pareja, Marianne, desde hace a?o y medio. Se march¨®. Sali¨® ilesa f¨ªsicamente pero destrozada an¨ªmicamente.
Dos a?os despu¨¦s de los 130 muertos y m¨¢s de 400 heridos del ataque de la capital francesa, Molenbeek, hogar de algunos de sus autores, vive preocupado por su futuro. "En primaria hay ni?os que creen en la teor¨ªa del complot. Que niegan asesinatos. No podemos dejarles creer eso", dice Maite Mart¨ªnez-Argarate, profesora durante 30 a?os en la comuna. "La situaci¨®n est¨¢ igual o peor que antes. Apenas hay subvenciones para ayudar a los j¨®venes y la estigmatizaci¨®n es mayor por todo lo que ha pasado", afirma Jos¨¦-Luis Pe?afuerte, director del documental Molenbeek, g¨¦n¨¦ration radicale?
?C¨®mo impedir la gestaci¨®n de nuevos Abdeslam? "No se puede evitar. No hay que tomar medidas r¨¢pidas como cerrar fronteras o estigmatizar colectivos. Son atajos que no sirven. Hay que generar una narrativa alternativa. Y no se puede hacer nada si las empresas de tecnolog¨ªa no combaten estos fen¨®menos en las redes", explica Lesaca.?
El vac¨ªo de la segunda generaci¨®n
20 meses despu¨¦s de la detenci¨®n de Abdeslam, Aziz Benhamou aparece en una cafeter¨ªa de su barrio. De padres marroqu¨ªes, forma parte de esa segunda generaci¨®n de anhelos y desarraigos tan estudiados. El local, cercano al canal que act¨²a de frontera entre Molenbeek y el resto de Bruselas, tiene poco que ver con los t¨ªpicos bares y caf¨¦s llenos de hombres bajo un retrato del rey Mohamed VI de Marruecos. No hay rastro del alma 1080 ¡ªel c¨®digo postal de Molen, otra de las abreviaturas con las que los j¨®venes se refieren a su barrio¡ª.
Aziz ha crecido desde aquel d¨ªa en que Abdeslam fue capturado. Repite la coletilla tu vois?¡ªalgo as¨ª como ?entiendes?¡ª, bordea la mayor¨ªa de edad y coquetea con dejar los estudios. Esta ma?ana ha llevado un certificado m¨¦dico a clase para excusar su ausencia y se ha ido a trabajar como repartidor de Deliveroo. Quiere ser taxista y compone canciones de rap. "He visto a adultos ser tiroteados. Los he visto entrar en prisi¨®n", dice una de sus letras.
J¨®venes como ¨¦l, cargados de rabia y desesperanza, son objetivo preferente de los predicadores del odio en Europa. "La segunda generaci¨®n vive un vac¨ªo identitario. En el ISIS son especialistas en canalizar esos sentimientos. Por eso no sorprende que sea capaz de atentar un joven al que le gusta el Bar?a, se hace selfies vistiendo Dolce&Gabbana y va a los bares. Lo que le mueve no es la pasion por la religion, sino su odio y frustraci¨®n", describe Lesaca en referencia a uno de los acusados del ataque de Las Ramblas.
Desconfiados con la polic¨ªa y rechazados a menudo por sus or¨ªgenes cuando buscan trabajo, de la integraci¨®n de Aziz y otros como ¨¦l depende la convivencia futura en un continente que no siempre sienten como suyo. Nacido y criado en Bruselas, en caso de partido B¨¦lgica-Marruecos, no duda. Va con Marruecos.
La UE protege los espacios p¨²blicos
Atentar ha dejado de ser una actividad cara. Tres de cada cuatro ataques en Europa costaron menos de 10.000 d¨®lares (8.500 euros) el pasado a?o, seg¨²n el ?ndice de Terrorismo Global. Disponer de un veh¨ªculo es suficiente, por lo que entre los objetivos de la UE est¨¢ mejorar la seguridad de los espacios p¨²blicos despu¨¦s de la oleada de atropellos intencionados de los ¨²ltimos meses. Bruselas dedicar¨¢ 120 millones de euros para ayudar a las ciudades y regiones a proteger mejor estos espacios sin dejar de respetar su car¨¢cter abierto y p¨²blico.
Europa Ciudadana: La UE pone coto a la radicalizaci¨®n?Qu¨¦ hace y qu¨¦ puede hacer la Uni¨®n Europea para acabar con la radicalizaci¨®n? El periodista de Internacional ?scar Guti¨¦rrez y el corresponsal de El Pa¨ªs en Bruselas ?lvaro S¨¢nchez, debaten sobre la nueva entrega de Europa Ciudadana https://goo.gl/hk6MR2
Gepostet von El Pa¨ªs Internacional am Mittwoch, 29. November 2017