?El islam se radicaliza o los radicales se islamizan?
Los grandes expertos franceses en yihadismo, Giles Kepel y Olivier Roy, se enfrentan en una agria pol¨¦mica en torno a los motivos por los que j¨®venes franceses se embarcan en el terrorismo del ISIS
Agarremos dos sujetos. Uno es Ismail Afal¨¢, del madrile?o distrito de Legan¨¦s y, otro, Yasine Abidi, de la barriada Ibn Jald¨²n, en la ciudad de T¨²nez. Cuando cruzaron la frontera entre la radicalizaci¨®n y la acci¨®n violenta ten¨ªan edades similares. Afal¨¢ rondaba los 25 a?os al llegar a Siria, en mayo de 2014, y rellenar el formulario del Directorio General de Fronteras del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas en ingl¨¦s). En la ficha de matriculaci¨®n eligi¨® combatir. Abidi contaba ya 27 primaveras el d¨ªa que descerraj¨® su fusil autom¨¢tico contra un grupo de turistas en el museo del Bardo, ubicado en el centro de la capital tunecina. Se sabe algo de estos dos individuos embarcados en la ¨²ltima generaci¨®n de yihadistas, pero casi nada de por qu¨¦ dieron el paso, qu¨¦ hab¨ªa en eso que los expertos llaman la nebulosa de la yihad. Dos acad¨¦micos con may¨²sculas se han atrincherado en sus teor¨ªas para desentra?ar la ra¨ªz del problema: es la islamizaci¨®n de los radicales, dice Olivier Roy (La Rochelle, 1949); es la radicalizaci¨®n del islam, apunta Gilles Kepel (Par¨ªs, 1955). Dos viejos colegas que no han llegado a las manos, aunque s¨ª al insulto.
Vayamos a la teor¨ªa. Kepel, profesor del Instituto Science-Po de Par¨ªs y autor de numerosos ensayos, defiende que para entender el proceso de radicalizaci¨®n de los j¨®venes es esencial ir a la religi¨®n, comprender el auge del salafismo, una corriente rigorista que defiende que la ley isl¨¢mica o shar¨ªaes ¨²nica fuente de derecho. Y no es que este salafismo sea necesariamente violento. ¡°Existe adem¨¢s una ruptura cultural¡±, se?al¨® Kepel en una conversaci¨®n reciente con este diario, ¡°que favorece el paso al acto [violento]¡±. Esa ruptura tendr¨ªa una fecha de arranque en Francia: los disturbios en Par¨ªs de 2005, protagonizados por j¨®venes de la tercera generaci¨®n de inmigrantes. Y podr¨ªa valer como ejemplo para Kepel, seg¨²n se?ala en su libro El terror entre nosotros, el recorrido de Mohamed Merah, el autor de la muerte a disparos de varios ni?os en una escuela jud¨ªa de Toulouse en marzo de 2012. Considerado err¨®neamente un lobo solitario, Merah rond¨® los principales focos salafista de Francia, se radicaliz¨® en prisi¨®n y recibi¨® entrenamiento entre Afganist¨¢n y Pakist¨¢n.
Pero a Roy no le encaja que se pongan todos los huevos en la cesta del salafismo ¡ªuna explicaci¨®n ¡°perezosa¡±; ah¨ª va el dardo¡ª. El profesor del Instituto Universitario Europeo de Florencia, uno de los expertos en islam m¨¢s le¨ªdos de Europa, defiende que los yihadistas no tienen en sus cabezas un proyecto pol¨ªtico-religioso; que hay pocos salafistas entre ellos, aunque s¨ª muchos radicales inmersos en un proceso nihilista, autodestructivo, apocal¨ªptico, que ha explotado a las mil maravillas el ISIS. Son musulmanes, s¨ª, y esperan el para¨ªso, tambi¨¦n, pero sobre todo buscan la muerte. Ese es su proyecto y de ah¨ª el nombre del ¨²ltimo libro de Roy: La yihad y la muerte. Dice que antes, los terroristas, como Khaled Kelkal, cerebro de la ola de atentados en Par¨ªs en 1995, ligados al terrorismo argelino, intentaban no morir. Ahora el perfil es ¡°suicida¡±, es el de tipos como los hermanos Abdeslam, autores de los atentados del 13-N en la capital francesa; juerguistas vinculados al trapicheo y la delincuencia que saltan al yihadismo con sello del ISIS. No hay salafismo de por medio. Por cierto, por esta teor¨ªa y otras, Kepel ha llamado a su excolega ¡°ignorante¡±.
Los dos tienen mucha raz¨®n y lo saben, pero como franceses que son miran mucho a su pa¨ªs. Francia es sin duda el pa¨ªs europeo que m¨¢s ha aportado al califato. En los ¨²ltimos a?os han viajado en torno a 2.000 franceses a Siria e Irak, aunque en la actualidad deben quedar por aquellas tierras algo menos de 700, entre hombres y mujeres. Son muchos, pero no tantos en relaci¨®n con los cerca de 27.000 combatientes que lleg¨® a reunir el ISIS en sus mejores tiempos, la mayor¨ªa de pa¨ªses ¨¢rabes. Y no son las mismas motivaciones las que puede tener un belga, un brit¨¢nico o un franc¨¦s, que un saud¨ª, un tunecino o un checheno.
El analista franc¨¦s Wassim Nasr es un habitual de los medios de comunicaci¨®n. Colabor¨® recientemente en el documental Terror Studios, en el que el cineasta Alexis Marant trata de diseccionar la propaganda del ISIS a trav¨¦s de los testimonios de exyihadistas. Nasr sabe de lo que habla cuando distingue entre ¡°yihadistas occidentales¡± y ¡°yihadistas ¨¢rabes¡±. La ¡°identidad¡±, dice este experto en una charla telef¨®nica, es esencial para entender el proceso de radicalizaci¨®n. La nacionalidad, la educaci¨®n, el trabajo y, por supuesto, la religi¨®n. Como apunta Nasr, muchos de los ¨¢rabes que han llegado al califato contaban con una buena educaci¨®n, incluso con una motivaci¨®n local o regional, que no tiene que ver con la de los occidentales. Pero para analizar las causas, dice Nasr ¡ªsirva, quiz¨¢, de desempate entre Kepel y Roy¡ª es fundamental el ¡°componente personal, el background¡± del individuo. Su historial. Volvamos a los dos sujetos. De Ismail Afal¨¢ sabemos cu¨¢ndo entr¨® en Siria. Que ten¨ªa conocimientos b¨¢sicos de ley isl¨¢mica ¡ªcomo la mayor¨ªa de reclutas¡ª, que curs¨® Educaci¨®n Secundaria y que desempe?¨® alguna profesi¨®n vinculada a la industria farmac¨¦utica. Su ficha, a la que tuvo acceso este diario, tambi¨¦n se?alaba: ¡°Su hermano ejecut¨® las operaciones del metro de Madrid¡±. Aqu¨ª est¨¢ el background: cuando Afal¨¢ ten¨ªa 15 a?os, su hermano, Mohamed, huy¨® de Madrid por sus v¨ªnculos con los atentados del 11-M de 2004. Seg¨²n los servicios de seguridad espa?oles, muri¨® en un ataque suicida en Irak en mayo de 2005. Eran tiempos de Al Qaeda. Una d¨¦cada despu¨¦s, el peque?o de sus hermanos, Ismail, ya fanatizado, falleci¨® en combate en las filas del ISIS.
Lo que supimos del tunecino Abidi es que estudi¨® en la Universidad, aunque no acab¨®; que trabaj¨® de mensajero y en el sector tur¨ªstico, que le gustaba arreglarse y salir con sus amigos. Iba a la mezquita, eso s¨ª, pero no mucho m¨¢s que otros. Al menos hasta la ca¨ªda del r¨¦gimen de Ben Al¨ª en 2011. A partir de ese momento, seg¨²n contaron sus allegados y vecinos, su asistencia al templo era mayor. Discut¨ªa m¨¢s sobre temas religiosos. Fueron los tiempos en que los predicadores del Golfo y el salafismo vieron las puertas abiertas en T¨²nez. Abidi desapareci¨® durante cinco semanas, a finales de 2014, para, seg¨²n las autoridades, entrenarse en Libia. Tras matar a 21 personas junto a Hatem Jachnaoui, fue abatido por las fuerzas especiales tunecinas.
Quiz¨¢ la mezcla de los perfiles de Afal¨¢ y Abidi, su historial y el componente religioso, encaje en un retrato del yihadista de tercera generaci¨®n dibujado a trav¨¦s de las teor¨ªas de los hoy archienemigos acad¨¦micos Kepel y Roy.
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