Eso que est¨¢ sucediendo en Chile
El clima pol¨ªtico se ha enervado, un ambiente de cat¨¢strofe circula entre los adversarios y alguna prensa habla de la elecci¨®n con mayor incertidumbre en muchos a?os
Algo raro ha ocurrido en la elecci¨®n presidencial de Chile en su ¨²ltimo tramo, el mes que separa la primera vuelta de la segunda ronda de ma?ana. El clima pol¨ªtico se ha enervado, un ambiente de cat¨¢strofe circula entre los adversarios y alguna prensa habla de la elecci¨®n con mayor incertidumbre en muchos a?os. Y, sin embargo, se trata de una segunda vuelta entre los dos candidatos m¨¢s moderados que hubiesen podido escoger la derecha y la izquierda dentro de sus respectivos repertorios.
Tampoco es casual que sea as¨ª, cuando hace ya a?os que la sociedad chilena est¨¢ dividida en esos dos grandes grupos, que a Norberto Bobbio le parec¨ªan tan propios del sentido com¨²n. Esos grupos tienen tama?os tan parecidos que los candidatos con aspiraciones realistas saben que deben converger hacia el centro, siempre con la voluntad de mover ese centro hacia su propio lado.
El candidato de la derecha es Sebasti¨¢n Pi?era, que ya gobern¨® Chile entre el 2010 y el 2014, acometiendo la haza?a de quebrar la hegemon¨ªa del centroizquierda (luego de que este se quebr¨® a s¨ª mismo), sin que se pueda decir que haya modificado el curso de la sociedad chilena; por el contrario, nad¨® por el r¨ªo abierto por sus antecesores, lo que le ha sido reprochado por sus adversarios de ambos bandos. Es rico como lo son los ricos de iniciativa propia: gracias a la habilidad para usar los vac¨ªos o las ¡°ocasiones expertas¡± que esconde ¡ªsolo para los listos¡ª la econom¨ªa capitalista, de donde nace gran parte de la antipat¨ªa con que lo tratan algunos periodistas; en una sociedad aristocr¨¢tica ¡ªpero la de Chile no lo es, aunque lo pretenda¡ª ser¨ªa un nouveau riche, una fortuna de primera generaci¨®n. Dentro de la derecha es lo m¨¢s pr¨®ximo al centro, lo m¨¢s cercano al liberalismo pragm¨¢tico (Harvard, no Chicago) y lo m¨¢s parecido a un cat¨®lico tolerante. No hay en su fisonom¨ªa intelectual nada de la ultraderecha, ni la populista ni la integrista, aunque ambas est¨¦n obligadas a apoyarlo, tap¨¢ndose las narices.
El representante de la izquierda, Alejandro Guillier, ha llegado a esa posici¨®n por un default mantenido antes y despu¨¦s de que la coalici¨®n gobernante, la Nueva Mayor¨ªa, se despedazara. Entre otras razones, resisti¨® a esa cat¨¢strofe porque antes hab¨ªa pasado 20 a?os como conductor de noticias en horarios estelares. La ¨²nica sorpresa ¡ªla noticia, habr¨ªamos dicho cuando todav¨ªa exist¨ªan las noticias¡ª es que ¨¦l mismo parece no haber advertido esa ventaja hasta fines del a?o pasado. En parte de esas dos d¨¦cadas fue adem¨¢s el rostro m¨¢s cre¨ªble de la televisi¨®n chilena, aunque (?o porque?) inici¨® all¨ª los modales del escepticismo populista que ha terminado por poner de cabeza a las instituciones republicanas. Con una falta de ansiedad, que algunos han confundido con desgano, ha soportado el menoscabo de muchos viejos pol¨ªticos y los emplazamientos arrogantes de otros m¨¢s j¨®venes. Pero no ha dejado que nadie se confunda: se ha mantenido independiente, siempre cerca del Partido Radical, el m¨¢s antiguo de Chile y el gran estandarte del centro laico, lejos de la izquierda ortodoxa y muy lejos de la ultraizquierda, las que tambi¨¦n tendr¨¢n que apoyarlo con pastillas antin¨¢useas.
Ni Pi?era es el regreso del pinochetismo ni Guillier es el camino hacia Fidel Castro: los dos dictadores pueden descansar en paz, en esta elecci¨®n no hay nadie que los represente. Pi?era y Guillier son personas conservadoras, ordenadas y con buena estrella: han llegado a donde est¨¢n porque la vida les ha sonre¨ªdo y porque Chile es lo que es. Quiz¨¢s por eso ninguno le ofrece a Chile horizontes ¨¦picos, una gran saga del futuro, una ucron¨ªa construida aqu¨ª y ma?ana. Y como nada similar est¨¢ en juego, el vac¨ªo, el hueco, lo ha llenado una polaridad de ra¨ªces muy l¨¢biles.
Una de sus fuentes se encuentra en los resultados de la primera ronda, que presentaron n¨²meros muy decepcionantes para los dos candidatos principales, Pi?era y Guillier. Entre dos decepciones, siempre es m¨¢s importante la mayor. Una intervenci¨®n muy r¨¢pida, ya no del Gobierno, sino de la misma presidenta, Michelle Bachelet, se apur¨® a interpretar esa votaci¨®n como el triunfo de una mayor¨ªa en favor de ¡°los cambios¡±, aunque en ello sumaba a una nueva fuerza de izquierda, el Frente Amplio, que nac¨ªa de la oposici¨®n a su programa. Puede haberlo dicho solo como defensa de su gesti¨®n, pero en los hechos se convirti¨® tambi¨¦n una oblicua manera oficial de convocar a la unidad ¡°en contra de¡± la ventaja parcial de la oposici¨®n. Sumada a la par¨¢lisis interpretativa de la derecha, esta versi¨®n termin¨® por transformar su triunfalismo inicial en el pavor de una carrera apretada, lo que a la vez alent¨® a la izquierda para¡
Y as¨ª por delante: dial¨¦ctica en acci¨®n. No se hab¨ªa producido en Chile una competencia electoral tan marcada por los apetitos de ¨²ltima hora. Solo que no hay un 11-M ni nada que se le parezca. Lo que hay, en cambio, es un enorme interrogante acerca de c¨®mo funcionar¨¢ el voto voluntario en esta segunda ronda; esta es, en realidad, la ¡°incertidumbre¡± a la que se refieren los medios. En otros contextos esto puede ser dif¨ªcil de entender, pero la cultura democr¨¢tica chilena se forj¨® en el voto obligatorio (con inscripci¨®n voluntaria), hasta que la ingenier¨ªa social estim¨® ¡ªhace s¨®lo seis a?os¡ª que era hora de intervenir esa cultura, momento desde el cual todas las incertezas se han trasladado hacia qui¨¦nes son esas personas que forman la minor¨ªa que vota.
Los candidatos pueden haberse sentido forzados a m¨¢s o menos ambig¨¹edades a partir de sus propias ansiedades, pero nada dram¨¢tico se juega en Chile ma?ana. El presidente que sea elegido ser¨¢ un hombre moderado, respaldado por fuerzas racionales, previsibles y conocidas. Quien quiera especular sobre sus torceduras tendr¨¢ que esperar algo m¨¢s de tiempo.
Ascanio Cavallo es periodista pol¨ªtico chileno.
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