El saqueo como realidad y representaci¨®n
Los saqueos en Venezuela no son, como quisieran muchos, anuncio de la revuelta social que derrocar¨¢ a Maduro
Han vuelto los saqueos a Venezuela, pero no son, como quisieran muchos, anuncio de la revuelta social que derrocar¨¢ a Maduro.
La raz¨®n es que esta vez son compras compulsivas inducidas por expropiatorias y repentinas ordenanzas de control de precios, hechas cumplir a mano armada por la dictadura. Experiencia controlada. Saqueos vigilados de la Guardia Bolivariana, ?me explico?
Si admitimos lo que Jos¨¦ Ignacio Cabrujas, gran sat¨ªrico, dijo una vez de Venezuela ¡ªque era un bot¨ªn¡ª, los saqueos de d¨ªas recientes no ser¨ªan m¨¢s que autos sacramentales, venial alegor¨ªa gritona del saqueo capital presidido, digamos, por Rafael Ram¨ªrez, el expresidente fugitivo de Petr¨®leos de Venezuela (PDVSA), se?alado de haber dirigido la sustracci¨®n de 11.000 millones de d¨®lares en dineros p¨²blicos.
En cambio, los saqueos de febrero de 1989, los del llamado Caracazo, ?ah!, ?esos s¨ª fueron saqueos dignos de Alarico y sus visigodos!
Con tragic¨®mico tumbao caribe?o y un saldo letal que oscila, seg¨²n la fuente, entre 45 y 700 muertos en menos de tres d¨ªas. Las decapitaciones y los cercenamientos fueron cosa frecuente en las primeras horas de aquella erupci¨®n.
En cambio, los saqueos de febrero de 1989, los del llamado Caracazo, ?ah!, ?esos s¨ª fueron saqueos dignos de Alarico y sus visigodos!
Un rezagado llegaba a la carrera y buscaba entrar a la brava en el supermercado. Se fajaba a trompadas con la brigada de espont¨¢neos controladores de tr¨¢fico que lo reten¨ªan en el umbral de la puerta de vidrio que entre todos acababan de violentar.
En eso, una estalactita de vidrio pretensado, hasta ese momento imperceptible y oscilante en lo m¨¢s alto, se precipitaba sobre el infeliz que resist¨ªa a las trompadas del villanaje pescocero justo en el instante en que, por proteger la cara entre los brazos, bajaba la cabeza y ofrec¨ªa limpiamente su cogote al astill¨®n.
Las heridas de bala comenzaron al final del segundo d¨ªa, tan pronto fueron suspendidas por el Gobierno las garant¨ªas constitucionales y el toque de queda puso fin a los saqueos en masa.
Seg¨²n el informe definitivo de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos, proyectiles de fusil FN-FAL, calibre 7,62 mm., por aquella ¨¦poca reglamentario del ej¨¦rcito venezolano, causaron la muerte de m¨¢s del 80% de las v¨ªctimas registradas durante la conmoci¨®n.
El toque de queda impidi¨® la evacuaci¨®n de los heridos hacia los hospitales. Inmovilizados por el incesante ametrallamiento, sus familiares s¨®lo pudieron mirarlos desangrarse hasta morir. El estado de excepci¨®n que siti¨® las favelas alent¨® muchas ejecuciones extrajudiciales.
La f¨®rmula ¡°estallido social¡± brot¨® espont¨¢neamente del alm¨¢cigo de frases hechas regado por la desconcertada clase pol¨ªtica. La televisi¨®n poliniz¨® con ella el habla de todos. Significaba rabia, jacquerie, degollina, anuncio del juicio final.
?Una locuci¨®n frecuente en las tertulias pol¨ªticas de la TV?: ¡°Si no introducimos correctivos vendr¨¢ el estallido social¡±. Y en la barra de una tasca: ¡°Chama, ?y a ti d¨®nde te agarr¨® el estallido social?¡±
En la Avenida M¨¦xico saquearon una tienda de lujosos zapatos deportivos importados y s¨®lo se llevaron zapatos para el pie derecho. El canal donde trabajaba yo por entonces envi¨® un equipo de c¨¢maras a constatarlo y result¨® cierto. Todos los zapatos robados eran del pie derecho. A la compa?¨ªa de seguros no le gust¨® esa ruptura de la simetr¨ªa bilateral en los motivos del v¨¢ndalo. A los pol¨ªticos tampoco.
¡°?Robaban whisky y no pan!¡±, exclamaban, indignados, suspicaces.
Seg¨²n los pol¨ªticos de aquel tiempo remoto, para calificar como pobre de toda pobreza hab¨ªa que preferir lo urgente, lo no transable, a la hora de saquear un supermercado. Los saqueos deb¨ªan ser cosa instigada por Fidel Castro.
Me late que en esto de preferir whisky a una hogaza de pan el indomable esp¨ªritu de la Venezuela Saudita a¨²n alienta en la Venezuela Vand¨¢lica.
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