La sabia serenidad
La pausada entrevista de Letterman con Obama en Netflix deja en evidencia la locura de Trump
David Letterman ha salido del retiro con una luenga barba donde parece enredarse ahora la sabia serenidad que lo distingu¨ªa como c¨®mico de stand-up y anfitri¨®n de uno de los talk-shows m¨¢s emblem¨¢ticos de la televisi¨®n norteamericana. El hijo pr¨®digo del medio-oeste, como b¨ªblico bosque de la mazorca amarilla, lleg¨® a convertirse en heredero de Johnny Carson en un relevo generacional que incluy¨® la rivalidad con Jay Leno y que marc¨® el term¨®metro de esa f¨®rmula tan norteamericana de convertir las altas horas de la noche en un escenario m¨¢s o menos estandarizado (orquesta en vivo, escritorio con micr¨®fono, paisaje urbano simulado a las espaldas y un entusiasta p¨²blico sin risas grabadas) donde la vida pol¨ªtica se volv¨ªa espect¨¢culo y el mundo del espect¨¢culo se convert¨ªa en la vida misma. De las d¨¦cadas que rein¨® en la pantalla, Letterman hered¨® de The American Way of Life no pocos chistes inmortales, gags infalibles, entrevistas memorables y sublimes momentos de puro desmadre enredado con eso que llamamos cultura popular, y su despedida de los medios se vivi¨® como un aut¨¦ntico desahucio.
Ahora, Netflix ha lanzado el regreso de Letterman a las pantallas en ese formato ¨Ca¨²n desconocido para muchos¡ªque parece imperar en las pantallas inteligentes donde la televisi¨®n se confunde con el internet: un portal de pel¨ªculas y series (muchas de ellas producidas por el propio Netflix) que Letterman bromea desconocer, aunque cree que ¡°aumenta notablemente la radioactividad en todos los hogares donde se vea¡±. Bromas aparte, la vuelta de Letterman es un alivio m¨¢s que nost¨¢lgico para varias generaciones que hab¨ªan quedado ac¨¦falas o por lo menos norteadas en un abismo sin chiste que coincid¨ªa con la inconcebible llegada al poder de Donald Trump y la perniciosa banda del Tea Party. No es que David Letterman sea el palad¨ªn del liberalismo o el monje mayor de los librepensadores, pero s¨ª un entrevistador agudo y sereno, prudente y sagaz, ingenioso y divertido que adem¨¢s inauguraba la llegada de cada madrugada con una rutina infalible de humor y luego, un encomiable concierto de la mejor m¨²sica pop, jazz, rock y etc¨¦tera con la maravillosa lista de todos los invitados que se acompa?aban nada menos que de la banda de Paul Schaffer y por all¨ª desfilaron todos. Tambi¨¦n actrices, autores, poetas, pol¨ªticos¡ E incluso, el propio Donald como confirmaci¨®n a?os ha de su incurable estulticia.
El motivo de estas l¨ªneas laudatorias del regreso de Letterman se debe a que Barack Obama es el primer invitado de lujo para la nueva serie de Netflix, que se llama My Guest Needs No Introduction (traducido como 'No necesitan presentaci¨®n'). No echar¨¦ a perder la obligatoria experiencia de ver la entrevista de David Letterman a Obama, pero adelanto que se trata de una agradable oportunidad para confirmar ¨Ca contrapelo de la demencia desatada por Trump desde que lleg¨® a la Oficina Oval de la Casa Blanca¡ªla sabia serenidad que le pinta la cabeza de canas al Sr. Obama desde que tuvo que salir de esa misma oficina, no s¨®lo por razones constitucionales, ¡°sino tambi¨¦n por Michelle¡±, como afirma ¨¦l mismo en su sincero af¨¢n por seguir revelando que su matrimonio es de veras.
Tambi¨¦n es de veras su sapiencia pol¨ªtica o la capacidad para formular una bien fundamentada explicaci¨®n a la crisis econ¨®mica con la que se hundi¨® el planeta cuando ¨¦l lleg¨® a la Casa Blanca, o el peque?o ensayo verbal con el que expone una suerte microhistoria de la sociolog¨ªa norteamericana a partir de la lucha por los derechos civiles de la inmensa poblaci¨®n que ahora llamamos africana-americana y que pele¨® bajo la sombra de Martin Luther King hace m¨¢s de medio siglo.
Letterman tuvo el buen tino de contextualizar la entrevista inaugural de su nueva presencia en pantalla con el breve reportaje que da fe de su visita a Selma, Alabama... Y su convencida postura por apostar precisamente por la mejor cara que tiene ese pa¨ªs al que llaman Am¨¦rica (sin respetar que el nombre es m¨¢s bien continental) o Estados Unidos. Con todo, Letterman y no pocos millones de televidentes confirman a trav¨¦s de la entrevista la infinita diferencia entre un pol¨ªtico de gran estatura, icono del esfuerzo, a diferencia del buf¨®n agraciado por los privilegios, enano en dimensi¨®n pr¨¢ctica y pol¨ªtica¡ Y s¨ª, la sabia serenidad de quienes saben sostener una conversaci¨®n por encima de los que gritan a la primera oportunidad, o dependen de tan s¨®lo 140 caracteres para salivar sus bravatas; la sabia serenidad de quien no necesariamente tiene que tener la raz¨®n y adem¨¢s defiende la opini¨®n del pr¨®jimo aunque sea contraria a sus recelos y tambi¨¦n la inapelable verdad que reposa sobre los hechos, m¨¢s all¨¢ de las mentiras, del fake news o el encono de las iras.
Lo dice Obama al aire: El fondo nodal de la gran cicatriz que divide a los Estados Unidos desde que Trump tom¨® posesi¨®n hace un a?o (o bien, desde la campa?a del enrevesado proselitismo con el que conquist¨® la candidatura) se debe a una clara escisi¨®n en las realidades que habitan los diferentes grupos o diversas legiones del mundo; todos con iPhone en mano recibimos algoritmos que acomodan a nuestro particular perfil no s¨®lo la publicidad para comprar ropa o libros, sino las noticias o falsedades que deseamos retuitear o presumir de sobremesa. En ese enredo, los ac¨®litos de FoxNews viven en un planeta diametralmente opuesto a las ¨®rbitas del New York Times o magistralmente alejado del sentido com¨²n.
Celebro que haya vuelto Letterman a las divertidas andanzas de la charla y el chiste, pero celebro a¨²n m¨¢s las ocasionales oportunidades en que se nos permita contrastar la suprema imbecilidad que parece imperar desde la sede del imperio, con la sabia serenidad de un hombre cuyo legado no merece perderse en la amnesia y cuya agradable presencia por lo menos nos eleva el intelecto con el sutil encanto de palabras inteligentes.
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