Trump apela a la ¡°seguridad nacional¡± para abrir la guerra tarifaria
El presidente impone aranceles al acero (25%) y el aluminio (10%), aunque excluye a M¨¦xico y Canad¨¢
Am¨¦rica Primero. Fiel a su lema de campa?a, Donald Trump apel¨® este jueves a la "seguridad nacional" para detonar una guerra comercial planetaria y anunciar la imposici¨®n en 15 d¨ªas de aranceles al acero (25%) y el aluminio (10%). La medida, un s¨ªmbolo del efervescente nacionalismo que se ha apoderado de la Casa Blanca, vino atemperada por la exclusi¨®n temporal de M¨¦xico y Canad¨¢, y la posibilidad de acuerdos con pa¨ªses aliados. Pero no evit¨® apuntar al coraz¨®n de China y Europa y abrir el escenario de un devastador efecto domin¨® a escala mundial.
Trump retom¨® la bandera del patriotismo econ¨®mico. En un movimiento que quedar¨¢ para los libros de historia, decidi¨® fortificar a¨²n m¨¢s el islote estadounidense y lanzar una se?al al orbe. El golpe, como tantas veces ocurre con el republicano, no fue completo. Canad¨¢ (14% de las importaciones de acero de EEUU) y M¨¦xico (9%) quedaron excluidas a la espera de que prospere la negociaci¨®n del Tratado de Libre Comercio. Y abri¨® una puerta para que los pa¨ªses aliados puedan ver rebajado el arancel si muestran su disposici¨®n a cumplir con el gasto militar que les exige EEUU.
Ese fue el ¨²nico gesto de buena voluntad para una proclamaci¨®n que, a la postre, se acogi¨® al discurso m¨¢s duro: el de la seguridad nacional. El argumento de la Casa Blanca es que la alta dependencia de EEUU en acero y aluminio extranjero (2% de las importaciones totales) pone en riesgo al sector armament¨ªstico y a la propia econom¨ªa. No es s¨®lo que el pa¨ªs compre fuera cinco m¨¢s veces aluminio del que produce o que sea el mayor importador del mundo de acero, sino que la industria nacional "ha sido diezmada por d¨¦cadas de importaciones precios m¨¢s bajos que el de los productores nacionales". El efecto, para Trump, es doble: amenaza la seguridad en caso de bloqueo exterior y da?o al tejido industrial con p¨¦rdidas masivas de empleo. Consecuencia: hay que poner barreras arancelarias.
"Durante a?os hemos sido atacados, hemos vivido un aut¨¦ntico asalto. Han inundado nuestra tierra con metal barato, subsidiado. Han practicado el dumping [venta por debajo del coste de producci¨®n para perjudicar a los competidores]. Millones de trabajadores lo han sufrido, comunidades enteras han sido destruidas. H¨¢ganse una idea: en un mes China produce m¨¢s acero que Estados Unidos en un a?o", afirm¨® Trump.
Su discurso fue una vuelta al modo de combate de la campa?a electoral. Un regreso al papel que siempre le ha gustado: el del outsider que se enfrenta en solitario a la injusticia universal. Para el presidente, el d¨¦ficit comercial de EEUU, que ¨¦l cifra en 800.000 millones anuales, supone la plasmaci¨®n de un fracaso hist¨®rico. Un olvido de los intereses nacionales en favor de otros pa¨ªses. Desde ese punto de vista, el castigo a quienes se aprovechan de Estados Unidos supone una respuesta natural. Lo que para el resto del planeta es puro aislacionismo, para Trump representa justicia. Y, desde luego, votos.
La pugna comercial, aunque al final quede atemperada con excepciones, se ajusta a su narrativa antiestablisment. Es la lecci¨®n que da al mundo el hombre que no est¨¢ sometido a los intereses del aparato del poder ni del multilateralismo."Esto es una promesa de campa?a y la voy a cumplir. Todos los pol¨ªticos lo han denunciado pero nunca han hecho nada. Conmigo esto va a cambiar", zanj¨®.
La proclama abre un periodo incierto. Aparte de la reacci¨®n exterior, en Estados Unidos no ha dejado de crecer la oposici¨®n. En el Ejecutivo, el mayor resistente ha sido el director de Consejo Econ¨®mico Nacional, el influyente Gary Cohn, quien ha anunciado su cese desbordado por el auge de la facci¨®n nacionalista representada por Navarro. Tampoco Wall Street ha acogido bien la iniciativa. Ni siquiera lo ha hecho el Partido Republicano, cuyos principales l¨ªderes, alarmados por los posibles efectos electorales, se han mostrado contrarios. Trump, sin embargo, no ha bajado el pie del acelerador. Convencido de que est¨¢ en el lado correcto de la historia, ha dado el primer paso. La batalla ha empezado.
"Europa no nos ha ayudado contra China"
En Estados Unidos la abultada cifra del d¨¦ficit comercial es vista por algunos economistas conservadores como un desequilibrio profundo. Su principal beneficiario es, m¨¢s que Europa (14% importaciones de acero), China, cuyas cifras no est¨¢n claras, debido a que camufla gran parte de sus exportaciones a trav¨¦s de terceros pa¨ªses. ¡°No hemos hallado cooperaci¨®n de Europa ni de otros aliados a la hora de frenar a China, y el d¨¦ficit es demasiado grande. Los aranceles al acero y el aluminio son necesarios y beneficiar¨¢n a Estados Unidos. Pero se trata solo de un primer movimiento, ahora falta por ver cu¨¢l es la respuesta¡±, explica a EL PA?S el profesor de la Universidad de Maryland Peter Morici, ex director econ¨®mico de la Comisi¨®n de Comercio Internacional de EEUU.
Pero el miedo al efecto domin¨® y a un aumento del aislamiento internacional de Estados Unidos est¨¢ en la mente de todos. La guerra tarifaria, aparte del choque con la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), puede agudizar la p¨¦rdida de influencia de Washington y generar resquemores profundos con sus aliados. ¡°La ret¨®rica del todo o nada de Trump est¨¢ convenciendo a un n¨²mero creciente de estadounidenses de que nos les interesa desconectarse de la econom¨ªa global. Y eso es bueno, porque EEUU florece cuando est¨¢ conectada, no aislada¡±, ha se?alado el Instituto de Pol¨ªticas Progresistas.
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