Argentina trata de frenar la deforestaci¨®n con una explotaci¨®n maderera controlada
El Ministerio de Ambiente pone en marcha proyectos piloto de apoyo a las comunidades locales para frenar el avance de la frontera agr¨ªcola y ganadera
Camiones cargados con troncos de quebrachos blancos y colorados atraviesan a todas horas la carretera de tierra que une San Jos¨¦ de Boquer¨®n y Monte Quemado, en el norte de Argentina. Cerca del 40% procede de la tala ilegal. Santiago del Estero es la provincia argentina con m¨¢s bosques, 7,7 millones de hect¨¢reas, la mitad de su territorio. Pero est¨¢n amenazados por la tala clandestina y el desmonte para uso agr¨ªcola y ganadero. Cada a?o esta regi¨®n pierde m¨¢s de 20.000 hect¨¢reas forestales (una superf¨ªcie equivalente a diez ciudades de Buenos Aires) pese a que una ley argentina obliga a proteger los bosques desde 2007. Las autoridades buscan soluciones para frenarlo y en los ¨²ltimos meses han puesto en marcha proyectos piloto contra la deforestaci¨®n que incluyen el control de la explotaci¨®n maderera, la introducci¨®n de ganader¨ªa sin destruir el monte y el respaldo a las comunidades rurales.
"Antes tal¨¢bamos mal. Tal¨¢bamos todo lo que ven¨ªa", asegura Carlos Heinzen frente a humeantes hornos de ladrillo en los que se hace carb¨®n. "El bosque se recupera, pero tarda muchos a?os. Tenemos que cuidarlo para que las siguientes generaciones tambi¨¦n vivan de ¨¦l", opina. Un sistema de registro forestal puesto en marcha el a?o pasado otorga cupos a cada productor y garantiza la trazabilidad de la madera que llega a Monte Quemado, pero hay todav¨ªa muchos sacheros, transportistas y aserraderos que no lo usan.
Alrededor de mil familias dependen del carb¨®n en la zona. "Se gana poco, pero otra cosa no tenemos", lamenta Heinzen, nacido en la vecina provincia de Salta, mientras dos de sus trabajadores levantan las pesadas ramas de quebracho y las introducen una a una en un horno, hasta llenarlo. Despu¨¦s se tap¨ªan las puertas, se introduce fuego por el ojo superior y se deja que las llamas consuman la madera durante cerca de 20 d¨ªas. Completado el proceso, el carb¨®n tambi¨¦n se saca de forma manual. Es un trabajo insalubre, con graves consecuencias para la columna y el sistema respiratorio, por el que se paga unos 14.000 pesos al mes (700 d¨®lares).
Monte Quemado es una cuenca forestal estrat¨¦gica por ser de las mejor conservadas de Santiago del Estero. Las im¨¢genes por sat¨¦lite muestran una superficie arb¨®rea casi ininterrumpida de dos millones de hect¨¢reas. Pero al sur, al este y al oeste la situaci¨®n cambia y se aprecia el da?o hecho por las m¨¢quinas. El bosque queda reducido a estrechos renglones verdes intercalados entre grandes extensiones de cultivos de soja, ma¨ªz o campos de pasto para las vacas.
La conservaci¨®n del bosque no es incompatible con una ganader¨ªa sostenible, destaca el Ministerio de Ambiente. Esta cartera otorga beneficios econ¨®micos a quienes lo ponen en pr¨¢ctica e invit¨® a EL PA?S a ver iniciativas pioneras. A diferencia del desmonte, realizado con dos topadoras a las que se les enganchan cadenas y arrasan todo lo que est¨¢ a su paso, el manejo integral supone preservar gran parte de los ¨¢rboles pero eliminar arbustos que crecen bajo ellos para plantar pasto.
A finales del verano austral, el aire es seco y terroso y los term¨®metros rozan los 40 grados. En enero y febrero superan a veces los 50. "Ac¨¢ no va la visi¨®n pampeana del desmonte. Sin ¨¢rboles que den sombra, el ganado se muere de calor, la pastura sufre por las altas temperaturas y hay una r¨¢pida p¨¦rdida de materia org¨¢nica", explica Marcelo Navall, director del INTA de Santiago del Estero, en las tierras de V¨ªctor T¨¦vez, uno de los primeros criadores ganaderos en cambiar. "Con el m¨¦todo pampeano a los cinco o seis a?os comienza a bajar la productividad", agrega Navall.
El problema es que los peque?os productores desconocen este sistema y los grandes empresarios tienen suficiente con un lustro para obtener un buen rendimiento, antes de buscar nuevas tierras f¨¦rtiles. A lo largo de la carretera que conecta la capital provincial con el norte se ven campos desmontados donde los pocos quebrachos y algarrobos que las m¨¢quinas dejaron en pie fueron calcinados despu¨¦s de forma intencional. En otros casos, una cortina arb¨®rea impide ver los cultivos que hay por detr¨¢s.
Vigilancia por sat¨¦lite
La tecnolog¨ªa satelital delata a los infractores, pero los escasos guardabosques que cubren un territorio inmenso y las influencias pol¨ªticas y judiciales de algunos actores facilitan que se vulnere la ley. Hace s¨®lo diez d¨ªas, Greenpeace, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) y otras organizaciones denunciaron el desmonte de 500 hect¨¢reas de bosques protegidos por parte de una firma propiedad de un familiar del ministro de Finanzas, Luis Caputo. La Direcci¨®n de Bosques provincial autoriz¨® la operaci¨®n.
La deforestaci¨®n provoca tambi¨¦n la expulsi¨®n de las familias que habitan estos montes impenetrables, llenos de arbustos espinosos y coronados por los quebrachos, de hasta 25 metros de altura. "Las comunidades se sienten parte de estos bosques y hablamos tambi¨¦n de los animales y plantas que viven en ¨¦l y de los animales dom¨¦sticos que cr¨ªan. Uno ve que donde todav¨ªa hay bosques, no s¨®lo en Santiago, sino en toda Argentina, hay comunidades campesinas; donde no hay bosques, no hay comunidades", dice el hermano Rodrigo Castells, asentado hace tres a?os en la parroquia de San Jos¨¦ de Boquer¨®n. Los habitantes de la vecina comunidad de Nueva Yuch¨¢n, en los m¨¢rgenes del r¨ªo Salado, confirman esa relaci¨®n simbi¨®tica. Del bosque obtienen le?a, caza, frutos, miel, medicinas, fibras para tejer y tinturas naturales, entre otros.
Con un cr¨¦dito de 58,7 millones de d¨®lares del Banco Mundial y 2,5 del Gobierno argentino, la cartera de Ambiente promueve los planes integrales comunitarios (PIC) para fortalecer a las comunidades del norte del pa¨ªs. El objetivo es encontrar soluciones que "mejoren sus condiciones de vida y los recursos que obtienen del bosque y a la vez asegurar que el bosque sigue existiendo no a expensas de la calidad de la vida de la gente sino de forma m¨¢s integrada", dice el secretario de Pol¨ªtica ambiental, Diego Moreno.
En Nueva Yuch¨¢n financiaron la construcci¨®n de un techo colector de agua, la necesidad m¨¢s acuciante. Hasta entonces, bidones, ollas, cuencos y cualquier recipiente serv¨ªan para almacenar la preciada lluvia en estas tierras ¨¢ridas. Acaba de llegar la electricidad y reciben capacitaci¨®n para tener colmenas y cosechar semillas de algarrobo. En un futuro, les gustar¨ªa poner en pie un centro de ecoturismo.
Cabras, ovejas, gallinas y pavos se mueven a su antojo por la comunidad Rio de la Plata, situada a unos 10 kil¨®metros de Monte Quemado y centro de otro de los PIC. Sus habitantes se lamentan del abandono estatal y de la pr¨¢ctica recurrente de aparecer s¨®lo antes de las elecciones. Sufren escasez de agua, no tienen luz el¨¦ctrica y un dif¨ªcil acceso a la educaci¨®n secundaria y la asistencia m¨¦dica. Su econom¨ªa es de subsistencia, basada en la madera y la ganader¨ªa.
"Los ¨¢rboles se deber¨ªan dejar. Nos dan sombra, comida, le?a... Sin monte no podemos vivir", dice Luc¨ªa Ju¨¢rez, una de sus integrantes. Como sus hijos, sue?a con una vida mejor, pero sin abandonar estas tierras.
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