Aumenta la tensi¨®n en Nicaragua en la cuarta jornada de protestas contra el Gobierno de Ortega
El Centro de Derechos Humanos de Nicaragua cifra en 30 los muertos durante los choques
La situaci¨®n empeora en Nicaragua, en el cuarto d¨ªa seguido de protestas contra el r¨¦gimen de Daniel Ortega. El Centro Nicarag¨¹ense de Derechos Humanos, una organizaci¨®n independiente del Gobierno, cuenta ya 30 muertos. El Ejecutivo mantiene la cifra en 10.?En la costa Caribe ha muerto asesinado el periodista ?ngel Gahona, del telediario local "El Meridiano", v¨ªctima de una bala en la cabeza, seg¨²n han informado medios locales. Silvio B¨¢ez, obispo auxiliar de Managua, ha denunciado a EL PAIS que los antidisturbios dispararon a mansalva contra unos 2.000 j¨®venes que protestaban en el atrio de la parroquia de Santiago, en Jinotepe, ciudad localizada a 32 kil¨®metros de Managua.
Los manifestantes se oponen a una reforma al Seguro Social. Las protestas empezaron el mi¨¦rcoles en la capital, cuando centenares de cr¨ªticos al Gobierno se juntaron en un centro comercial. Entre otras cosas, la reforma propuesta por Ortega reduce las pensiones en un 5% y aumenta las contribuciones de empresas y trabajadores para rescatar al Instituto Nicarag¨¹ense de Seguridad Social (INSS). El Gobierno pretende recaudar as¨ª 250 millones de d¨®lares (203 millones de euros), pero los economistas advierten de que las reformas golpear¨¢n a las empresas y se traducir¨¢n en desempleo.?
La tensi¨®n ha escalado a lo largo de los d¨ªas. Este s¨¢bado, la respuesta del Gobierno se dio horas despu¨¦s de que la c¨²pula empresarial de Nicaragua rechazara el di¨¢logo ofrecido por el presidente y exigiera un cese a la represi¨®n y el respeto al derecho de manifestaci¨®n de los nicarag¨¹enses. Ortega orden¨® el despliegue del Ej¨¦rcito en ciudades claves del pa¨ªs, incluida la capital, donde militares resguardaban edificios p¨²blicos, despu¨¦s de que el viernes fueran incendiados estructuras oficiales en varias partes de Nicaragua.
La noche del s¨¢bado se escuchaban detonaciones en varios puntos de Managua, mientras la poblaci¨®n despegaba adoquines de las calles para construir barricadas para resguardarse del asalto de los antidisturbios y los colectivos del FSLN. Miles de capitalinos se manifestaron en la tarde del s¨¢bado entonando el Himno Nacional y derribando "?rboles de la Vida", monumentos de metal que son considerados s¨ªmbolos del poder de Ortega en Nicaragua. Por tercera noche consecutiva se escucharon cacerolazos en la capital. A los capitalinos de m¨¢s edad la situaci¨®n actual de Managua ¨Cpr¨¢cticamente una ciudad fantasma¨C les recordaba a lo vivido hace cuatro d¨¦cadas, cuando se luchaba calle a calla para derrocar a la dictadura somocista, que oprimi¨® a Nicaragua por casi cinco d¨¦cadas.
Ortega ¨Cque no hab¨ªa dado la cara durante la crisis¨C compareci¨® al mediod¨ªa del s¨¢bado, hora local, arropado por el jefe del Ej¨¦rcito, Julio C¨¦sar Avil¨¦s, en una demostraci¨®n de fuerza que pretend¨ªa aplastar cualquier duda del poder del r¨¦gimen. El mandatario critic¨® a los manifestantes compar¨¢ndolos con las maras que desangran el norte de Centroam¨¦rica y afirmo que su ¨²nico interlocutor para salir de la crisis era la empresa privada. Cuatro horas despu¨¦s, las c¨²pulas empresariales rechazaban la oferta de di¨¢logo con Ortega y exig¨ªan el cese de la represi¨®n. Lo que significa un punto de quiebre en las relaciones entre empresarios y el Ejecutivo, lo que demuestra que el Comandante se queda cada vez m¨¢s solo.
La respuesta oficial fue desatar una ola de violencia sin precedentes. Oficialmente se manten¨ªa la cifra de diez muertos, pero organizaciones civiles hablaban ya de una veintena, entre ellos el periodista de Bluefields, ?ngel Gahona. Los periodistas independientes hab¨ªan denunciado que no contaban con garant¨ªas para ejercer su labor en Nicaragua. Hasta el s¨¢bado hab¨ªan sido agredidos con violencia por lo menos doce reporteros. Algunos de ellos, adem¨¢s, denunciaron el robo de sus equipos.
Nicaragua vive desde el pasado mi¨¦rcoles extraordinarias manifestaciones populares que se han convertido ya en una verdadera rebeli¨®n contra el r¨¦gimen de Ortega. El mandatario intenta demostrar control del pa¨ªs, pero las protestas se han ido extendiendo como polvor¨ªn. Ortega parece empecinado por acudir a la soluci¨®n extrema: negar cualquier soluci¨®n negociada y recrudecer la represi¨®n. El Comandante parece despreciar las lecciones de un pasado del que ¨¦l form¨® parte.
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