El sudor de AMLO
El debate hizo vibrar como ninguno antes y permiti¨® retratar a cada candidato
El sudor de Richard Nixon fue un L¨®pez Obrador buscando cartulinas. En ese momento la c¨¢mara lo tom¨® moviendo el atril, buscando l¨¢minas o mirando el suelo. Esa no fue la gota de la derrota del republicano frente a un joven Kennedy, pero s¨ª la de un ser prepotente que prefiri¨® dedicar el d¨ªa previo a pegar estampas de f¨²tbol, en vez de preparar el debate.
El tabasque?o, sin embargo, sali¨® airoso del envite y fue de menos a m¨¢s. Se gust¨® cuando disertaba como si fuera un mitin ante los suyos y lo pas¨® mal cuando le presionaban. Pero nadie bostez¨®.
Ricardo Anaya, como un buen opositor, respond¨ªa con coherencia, preciso en el tiempo y los datos.? En cada frase, un misil. Nada de esto es suficiente para gobernar ni para ganar unas elecciones pero s¨ª para vencer en debates una y otra vez. Es el compa?ero de clase que nunca falla pero tampoco enamora.
Sus golpes m¨¢s recordados, el 7 de 7 (el listado de casos de corrupci¨®n que enumer¨® mirando a la c¨¢mara y apuntando con el dedo) y el libro de Fobaproa en el que el propio L¨®pez Obrador acusa a candidatos que hoy engordan las filas de Morena.
El candidato del PRI, Jos¨¦ Antonio Meade, fue m¨¢s Pepe y To?o que nunca. Empez¨® y termin¨® su intervenci¨®n diciendo su nombre pero no su partido. Un hombre que lleva m¨¢s de una d¨¦cada ocupando puestos de importancia en la Administraci¨®n necesit¨® presentarse ante el electorado antes de hablar a pocos d¨ªas de la votaci¨®n. Acus¨® a L¨®pez Obrador de tener tres departamentos a su nombre y en el bullying perpetrado junto a Anaya lograron posicionar algunas de las incongruencias del l¨ªder de Morena. Al tabasque?o por su parte le sobraron 30 segundos para despachar a ambos: ¡°Tengo un 48% en las encuestas¡±, dijo mostrando la en¨¦sima cartulina.
Margarita Zavala por momentos parec¨ªa su caricatura en ¡®El privilegio de mandar¡¯. Chillona y sobreactuada enumeraba propuestas ambiguas y generalistas en cuyos detalles se perd¨ªa. Para el anecdotario c¨®mico queda ¡®El Bronco. Si sus propuestas no fueran insultantemente grotescas, ni hubiera llegado con trampas a la boleta electoral, ser¨ªa solo un mal chiste a la altura de la edec¨¢n de 2012.
Esta vez no se escuch¨® el manido "L¨®pez Obrador es un peligro para M¨¦xico", pero los candidatos fueron el mejor comercial sobre turismo que puede ofrecer el pa¨ªs. Todos luc¨ªan un bronceado que hasta Luis Miguel envidiar¨ªa.
Otro agravio est¨¦tico se col¨® con la misma naturalidad que exhib¨ªan gr¨¢ficas imposibles de procesar. Meade y Anaya posaron junto a sus esposas antes de entrar al debate como si ambas ya fueran primeras damas. Despu¨¦s de dos legislaturas con Marta Sahag¨²n o La Gaviota en Los Pinos no vendr¨ªa mal cierto pudor marital.
En el primer debate televisado de la historia de las elecciones estadounidenses el todav¨ªa senador John F. Kennedy hab¨ªa cancelado todos sus actos para preparar el debate mientras que Nixon dio ese mismo d¨ªa un discurso frente a sindicalistas y se desplaz¨® al plat¨® de televisi¨®n, y una vez all¨ª rechaz¨® que le maquillaran. La imagen de Nixon fue la de un hombre cansado, con sudor en el rostro y bolsas bajo los ojos, especialmente marcadas por las luces en televisi¨®n.
En ¨¦poca milenial la juventud apantalla pero no siempre gana.
Esta vez L¨®pez Obrador no fue Nixon y solo coincidi¨® con el republicano en no preparar el debate.?
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