La rebeli¨®n de las mujeres argentinas
La democracia ha demostrado una extraordinaria vitalidad en cuestiones sociales desde su regreso en 1983
Carolina Pampita Ardoha¨ªn es una muy popular modelo y animadora de la televisi¨®n argentina. Aunque casi nunca ha opinado sobre cuestiones pol¨ªticas, esta vez, no pudo evitarlo. Como a muchas mujeres, le preguntaron cual es su opini¨®n sobre la posibilidad de despenalizar el aborto. Pampita, as¨ª se la conoce aqu¨ª, explic¨® que ella es cat¨®lica, que sus hijos van a un colegio cat¨®lico, que jam¨¢s contemplar¨ªa la posibilidad de abortar y que si una hija suya evaluara esa opci¨®n, intentar¨ªa convencerla de que no lo hiciera. Pero sostuvo que, de todos modos, est¨¢ de acuerdo con la despenalizaci¨®n del aborto. ¡°Si las mujeres abortan, deben hacerlo en condiciones seguras¡±, afirm¨®. Pampita apenas supera los 30 a?os de edad. En cambio, Hilda Chiche Duhalde es una abuela de m¨¢s de 70. Se trata de la mujer de un expresidente. Tiene cinco hijos. Una de sus hijas se intern¨® dos a?os en un noviciado con la idea de ser monja. Inesperadamente, Chiche Duhalde se sum¨® a las voces a favor de la despenalizaci¨®n. ¡°Yo he tenido cinco hijos. Jam¨¢s se me hubiera ocurrido realizarme un aborto. Lo considero un asesinato. He estado embarazada. He visto las ecograf¨ªas de mis nietos. Eso es una vida. Pero entiendo que mi opini¨®n no es la ¨²nica. Y adem¨¢s, se trata de una cuesti¨®n de salud p¨²blica. La manera de evitar las muertes no consiste en castigar a las mujeres que abortan. No siempre he pensado as¨ª. He cambiado de opini¨®n¡±.
Los casos de Carolina Ardoha¨ªn y Hilda Duhalde son apenas dos dentro de una especie de reacci¨®n en cadena que est¨¢n protagonizando la inmensa mayor¨ªa de las mujeres m¨¢s populares de la Argentina quienes, por encima de diferencias pol¨ªticas, sociales o religiosas, han empezado a respaldar la legalizaci¨®n del aborto. Todo esto se da en el marco de otro imprevisto: hace apenas dos meses, el presidente conservador Mauricio Macri tuvo la osad¨ªa de habilitar que el Congreso debatiera esa posibilidad, justamente en la tierra del Papa. Macri y los pol¨ªticos m¨¢s importantes de su espacio dijeron que estaban a favor de ¡°la vida¡±, un eufemismo para dejar entrever que se oponen a la despenalizaci¨®n. Sin embargo, su ministro de Salud, el principal asesor de imagen del Gobierno, m¨²ltiples intelectuales y pol¨ªticos oficialistas, se manifestaron a favor del cambio. Macri, entonces, dio libertad de acci¨®n a sus legisladores. Esas discusiones no solo se produjeron dentro del Gobierno. Mirtha Legrand es un r¨¦cord mundial. Se trata de una exactriz nonagenaria que conduce todos los fines de semana un programa de almuerzos televisivos. Ese show tiene 50 a?os de permanencia. ¡°Voy a dar mi opini¨®n. Para m¨ª el aborto es matar. No estoy de acuerdo. Yo estoy a favor de la vida¡±, se pronunci¨®. Unas horas despu¨¦s, su nieta, la actriz Juana Viale, protagonista de la primera serie argentina en Netflix, disinti¨®: ¡°Las mujeres no pueden morir en cl¨ªnicas clandestinas. Yo apoyo la legalizaci¨®n porque estoy a favor de la vida¡±.
Tini Stoessel es una cantante argentina que se hizo muy conocida en muchos pa¨ªses del mundo cuando interpret¨® a su popular personaje Violeta. Catherine Fullop es una venezolana radicada en la Argentina, hero¨ªna de telenovelas de mucha audiencia y luego conductora de programas de tele donde ense?aba a las mujeres la magia del gym. Fullop es una antichavista muy convencida. Lali Esp¨®sito es tal vez la m¨¢s querida de las cantantes pop del pa¨ªs. Mariana Fabbiani conduce uno de los programas m¨¢s mirados de la televisi¨®n vespertina. Todas ellas se han sumado a cientos de escritoras, m¨²sicas, artistas y cient¨ªficas que firman cartas abiertas, declaraciones y solicitudes. El argumento que las convence es muy sencillo: no hay ninguna raz¨®n para empujar a las mujeres que abortan a arriesgar su vida en cl¨ªnicas clandestinas. Con todos sus problemas, que cualquiera los tiene, la democracia argentina ha demostrado una extraordinaria vitalidad en cuestiones sociales desde su regreso, en 1983. En aquel entonces, las parejas que se dejaban de amar no pod¨ªan divorciarse legalmente. Ahora, en cambio, dos personas del mismo sexo pueden casarse si lo desean, adoptar a un ni?o y si alguien quiere cambiar de nombre y de sexo solo tiene que pedirlo. El poder de la Iglesia, que ha sido tan influyente en la Argentina desde su fundaci¨®n, fue derrotado una y otra vez. Cuando, en 2010, se debati¨® el matrimonio gay, Jorge Bergoglio, que todav¨ªa no era Papa, lo caracteriz¨® como ¡°un plan del demonio¡±. No alcanz¨® para frenarlo.
En esa seguidilla se inscribe ahora la posibilidad de legalizar el aborto. En la C¨¢mara de Diputados hay sesiones tres veces por semana donde se exponen los distintos argumentos, que son seguidas con mucha atenci¨®n por la prensa. Las voces a favor del castigo a las mujeres que abortan, en general, est¨¢n muy ligadas a la Iglesia. Pero quienes conocen bien el Parlamento sostienen que la votaci¨®n ser¨¢ muy pareja. En ese contexto, ser¨¢ interesante observar lo que haga la gente de Macri. Aunque el presidente conduce una agrupaci¨®n de origen conservador, muchas veces ha sorprendido con algunas posiciones de avanzada, tal vez para sacarse de encima el mote de ser ¡°la derecha¡±. Macri, de hecho, es el primer presidente divorciado de la historia argentina. En su continuo debate con Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, la aprobaci¨®n de la despenalizaci¨®n durante su mandato, ser¨ªa algo as¨ª como un tiro de gracia.
Sea como fuere, el debate sobre el aborto, ha cambiado la forma de pensar de mucha gente. Hace un a?o, apenas el 27% de los argentinos cre¨ªa que hab¨ªa que permitirlo en todos los casos. Esa cifra trep¨® ahora al 40%. Quienes promueven el castigo penal en todas las circunstancias son apenas el 7%.
Dif¨ªcilmente, en este contexto, los legisladores tomen una decisi¨®n contra la gente que representan. Y, si lo hacen, como ocurre de tanto en tanto, solo ser¨¢ cuesti¨®n de tiempo para revertir ese capricho tan cruel.
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