Un siniestro com¨²n denominador
Las revoluciones, por lo general, o sirven para centralizar aun m¨¢s el poder o no sirven para nada
Cuando Fidel Castro derroc¨® a Fulgencio Batista los cubanos abrigaron inmensas esperanzas de cambio, m¨¢s a¨²n, cuando aqu¨¦l asegur¨® ser un enemigo feroz del comunismo, una teor¨ªa econ¨®mica que, seg¨²n ¨¦l, jam¨¢s se aplicar¨ªa en Cuba. La dictadura comunista encabezada ahora por Ra¨²l Castro est¨¢ a punto de cumplir 60 a?os, todo un r¨¦cord en la historia pol¨ªtica de Am¨¦rica, salvo que alguien afirme que D¨ªaz-Canel no es una triste marioneta. Lo mismo prometi¨® Hugo Ch¨¢vez cuando declar¨® que profesar¨ªa un profundo respeto por la iniciativa privada y que jam¨¢s llevar¨ªa a cabo pol¨ªticas expropiatorias que solamente empobrec¨ªan a los pueblos. ?Y Maduro¡? En el caso de Rafael Correa tambi¨¦n se asegur¨® que el populismo socialista jam¨¢s se arraigar¨ªa en Ecuador y los resultados est¨¢n a la vista: la realidad qued¨® expuesta cuando se propuso gravar el 75% de las herencias de los ecuatorianos.
?Qu¨¦ tal Evo Morales y sus 12 a?os en el poder, otro autoritario latinoamericano que enga?¨® con sus pol¨ªticas de inclusi¨®n, confront¨® a los bolivianos, persigui¨® a quienes piensan de manera diferente, estableci¨® la impunidad a ciertos grupos poderosos y gobierna con pol¨ªticas rechazadas por las mayor¨ªas? ?C¨®mo acabar¨¢ Bolivia¡? ?Y Dilma Rousseff, que destruy¨® con pr¨¢cticas demag¨®gicas buena parte los trabajos fara¨®nicos de Lula da Silva, quien rescat¨® a decenas de millones de la pobreza?
Imposible olvidar el desastre propiciado por Cristina Kirchner en Argentina a trav¨¦s de su programa de ¡°retenciones m¨®viles¡± para gravar las exportaciones agropecuarias en contra de la evidencia incontestable de semejantes proyectos, cuya inutilidad era obvia. Las estrategias estatizadoras por supuesto se convirtieron en un escandaloso fracaso. ?No aprendemos¡? ?Cu¨¢nto tendr¨ªa que decir el Grupo Clar¨ªn de los ataques de los Kirchner? ?Y la Ley Antiterrorista que criminalizaba la protesta social y la expropiaci¨®n de la mayor¨ªa de las acciones de YPF, la empresa petrolera? ?M¨¢s tiran¨ªas?
No debo dejar en el tintero las figuras de Daniel Ortega en Nicaragua quien, entre uvas y peras, podr¨ªa cumplir un cuarto de siglo en el poder, sin perder de vista que ya super¨® los 16 a?os de Anastasio Somoza Garc¨ªa, el mismo que ¨¦l ayud¨® a derrocar por considerarlo un dictador¡ ?Y su mujer, Rosario Murillo, no sue?a con ser enterrada con la banda presidencial cruzada en el pecho? No puedo dejar excluido de este siniestro recuento a Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, que bien podr¨ªa ser ungido presidente de M¨¦xico el 1 de julio para la cat¨¢strofe de los mexicanos.
El com¨²n denominador consiste en destacar que en el contexto del discurso populista todos prometen mejorar la situaci¨®n econ¨®mica del pueblo. La verborrea implica dividir, ahondar la divisi¨®n entre ricos y pobres, propiciar enfrentamientos con los sectores empresariales del pa¨ªs, los ¨²nicos capaces de crear empleos productivos para rescatar a millones de la pobreza. ?Se pretende acaso, como en Cuba, que el 75% de la poblaci¨®n sea una plantilla burocr¨¢tica que presta sus servicios en el Gobierno? ?Ese es el exitoso objetivo? Valdr¨ªa la pena ir a Cuba para demostrar el desastre del capitalismo de Estado.
?Un resumen? Grandes masas de analfabetos, inmensos sectores de la poblaci¨®n sepultados en la pobreza, gran religiosidad que invita a la resignaci¨®n a cambio del bienestar en el para¨ªso aun cuando en la tierra se viva en un infierno de perros; incapacidad de los Gobiernos para educar, generar riqueza y empleos y distribuirla arm¨®nicamente, y hartazgo, desesperaci¨®n social, inconformidad estimulada por el discurso populista, cuyas promesas no se cumplen y crean muchos m¨¢s pobres sepultados en m¨¢s angustia que desear¨ªan superar por la v¨ªa de las armas. Las revoluciones, por lo general, o sirven para centralizar aun m¨¢s el poder o no sirven para nada.
Los ingredientes anteriores constituyen el caldo del cultivo para el arribo de los l¨ªderes populistas. En Am¨¦rica Latina existe ese siniestro com¨²n denominador, la aut¨¦ntica amenaza que todos padecemos. ?Por qu¨¦ en Alemania, por ejemplo, no podr¨ªa prosperar un Ortega ni un Somoza ni un Maduro? Me adelanto a la respuesta del lector: ?Por qu¨¦ s¨ª se dio un Hitler? Cada pa¨ªs tiene sus fragilidades que aprovechan los perversos embusteros, h¨¢biles manipuladores y expertos conocedores de las debilidades populares.
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