No es la econom¨ªa, est¨²pido: es la pol¨ªtica
Las ca¨ªdas de Renzi, Rajoy y los dem¨®cratas en EEUU desmienten el mantra de la campa?a de Clinton de 1992
Es la econom¨ªa, est¨²pido fue el c¨¦lebre mantra de la victoriosa campa?a electoral de Bill Clinton de 1992. Desde entonces la frase es el ep¨ªtome de la decisiva importancia de la econom¨ªa en la contienda pol¨ªtica. Siendo evidente que se trata de un factor importante, tampoco conviene sobreestimarlo. Veamos los mensajes que env¨ªan en estos d¨ªas Italia y Espa?a, y se?ales recientes procedentes de las dos potencias occidentales, EEUU y Alemania.
En Italia, el jueves, la coalici¨®n populista conformada por Movimiento 5 Estrellas y Liga logr¨® pactar la formaci¨®n de un gobierno avalado por el presidente de la rep¨²blica. El mismo d¨ªa, el instituto nacional de estad¨ªstica informaba de que el n¨²mero de trabajadores alcanz¨® en Italia los 23,2 millones, el r¨¦cord hist¨®rico de la serie y un mill¨®n m¨¢s de la cifra registrada al inicio de la anterior legislatura, en febrero de 2013. La tasa de paro se sit¨²a en el 11,2% (un punto menos que en 2013) y el PIB crece a un ritmo del 1,5% (en 2012 se contra¨ªa un 2,4%). Estos datos alentadores no excluyen que la econom¨ªa italiana afronta graves problemas que muchos italianos sufren en su piel, pero sin duda constituyen una mejora de la situaci¨®n. Sin embargo, esto no le sirvi¨® de mucho al Partido Democr¨¢tico que gobern¨® en esa etapa, ni a su aliado Forza Italia, ambos barridos por las dos organizaciones antisistema 5 Estrellas y Liga en las elecciones de marzo.
En Espa?a, a la vez, un vendaval se abat¨ªa sobre el gobernante Partido Popular. El caso es evidente. Su balance macroecon¨®mico cuenta con claros activos: hered¨® el gobierno en 2011 en plena crisis econ¨®mica y actualmente Espa?a crece a un ritmo cercano al 3%; la tasa de paro ha bajado de un pico del 26% en 2013 al 16% actual. Ello no ha impedido su colapso en la opini¨®n p¨²blica y en el Congreso. Un hurac¨¢n alimentado por la profunda indignaci¨®n ciudadana azot¨® a un partido carcomido por una corrupci¨®n end¨¦mica.
De forma muy significativa, en Estados Unidos, Donald Trump alcanz¨® la presidencia despu¨¦s de una extraordinaria racha de expansi¨®n econ¨®mica y creaci¨®n de empleo bajo la gesti¨®n del dem¨®crata Barack Obama, que hab¨ªa a su vez heredado un desastre financiero de proporciones apocal¨ªpticas tras ocho a?os de administraci¨®n y desregulaci¨®n republicana con George Bush hijo. Ese logro no les vali¨® para mucho a los dem¨®cratas, que perdieron en 2016 la presidencia y se quedaron en minor¨ªa en ambas c¨¢maras del congreso.
Tampoco le ha sacado mucho partido en Alemania la CDU al notable hito de haber pilotado a su pa¨ªs en medio de la mayor crisis econ¨®mica en Occidente en d¨¦cadas con admirable fortaleza econ¨®mica. Los electores alemanes se lo agradecieron con el peor resultado en siete d¨¦cadas.
La econom¨ªa, claro, importa. La pol¨ªtica ¨Cese peculiar arte social que ofrece el proscenio a los m¨¢s nobles y mezquinos instintos del ser humano¡ª quiz¨¢, importa m¨¢s a¨²n. (PD: tras ocho a?os de gran crecimiento con la Administraci¨®n de Clinton, los dem¨®cratas perdieron la presidencia).
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