P¨¢nico al pie del volc¨¢n de Guatemala
La erupci¨®n del Volc¨¢n de Fuego ha dejado 109 muertos y casi 200 desaparecidos
Casi todas las desgracias se parecen; primero el caos y la destrucci¨®n, luego el llanto y el recuento de da?os y al final el silencio y el miedo dentro cuando se apaga la luz. Entonces, los campesinos a los que la lava roz¨® los talones en la huida echan la vista atr¨¢s para buscar o recordar a los que no tuvieron tanta suerte.
Hasta el momento la erupci¨®n del Volc¨¢n de Fuego ha dejado 109 muertos, casi 200 desaparecidos y unos 3.000 heridos y evacuados, en una de las mayores tragedias de los ¨²ltimos a?os en Guatemala, un pa¨ªs con 38 volcanes.
Ante la dificultad para encontrar m¨¢s personas con vida y el riesgo a nuevas erupciones, las autoridades eval¨²an la posibilidad de convertir en camposanto el lugar, o lo que es lo mismo, plantar una cruz sobre la ceniza y dar por terminadas las labores de rescate.
Mientras tanto, a las faldas del volc¨¢n, los vecinos de San Miguel Los Lotes, una de las aldeas que desapareci¨® bajo el flujo pirocl¨¢stico, vagan junto a la zona cero. Caminan por un lugar con aspecto lunar donde el silencio y toneladas de cenizas cubren las viviendas. Mientras tanto los rescatistas luchan contra el reloj y buscan se?ales de vida sobre el tejado de viviendas que hasta el domingo ten¨ªan dos alturas. El ambiente es irrespirable sin mascarilla, el suelo a¨²n quema y el cuerpo y pelo quedan cubiertos de polvo en pocos segundos.
Hasta el pie del volc¨¢n lleg¨® Gladys, quien reconoci¨® a su hijo por un zapato que encontr¨® sobre la ceniza. ?xel, quien logr¨® huir con tres hijos pero busca desesperadamente a otros 12 familiares o Felino Coronado quien camina como un muerto viviente buscando a su hijo porque ¡°el coraz¨®n me dice que est¨¢ vivo¡±. Con la mirada perdida, Griselda Mart¨ªnez espera en las faldas del coloso de 3.700 metros, sentada sobre unas bolsas de ropa antes de volver al albergue donde duerme desde el domingo.
Aquel d¨ªa fue a visitar a San Miguel Los Lotes a sus hermanas, como hac¨ªa cada domingo para comer con toda su familia. Sin embargo, todo era raro esa ma?ana: hab¨ªa ruidos en la tierra y los animales estaban nerviosos. Una hora despu¨¦s el cielo ennegreci¨®, subi¨® la temperatura y el ambiente empez¨® a hacerse irrespirable. A las tres de la tarde el volc¨¢n tron¨® de forma salvaje y ya solo pudo empezar a correr al ver como un r¨ªo de gas, agua caliente y piedras bajaba por la ladera del volc¨¢n engullendo todas las casas de sus vecinos. ¡°Salimos a toda velocidad sin tiempo a agarrar nada porque lo importante era salvar la vida¡±, recuerda mirando al horizonte. Un horizonte que choca con cualquiera de los tres volcanes que rodean el pueblo: el volc¨¢n de Agua, el de Acatengango y el mortal de Fuego.
Atr¨¢s qued¨® su cu?ado y una sobrina de cuatro a?os que no pudo escapar a tiempo y sobre la mesa quedaron los platos y cubiertos de la comida que preparaban como cada domingo. Pero al triste balance de lo vivido se une el miedo y los rumores a cualquier nuevo bramido del volc¨¢n
La tarde del martes la poblaci¨®n de Escuintla, cabecera municipal del departamento que lleva su nombre, entr¨® en p¨¢nico cuando el lahar un flujo a¨²n m¨¢s peligroso que la lava, comenz¨® a deslizarse ladera abajo por el cauce del r¨ªo arrasando con todo lo que encontraba hasta que se fren¨® antes de llegar a la ciudad.
El bolet¨ªn del instituto vulcanol¨®gico anunci¨® que ¡°la actividad [del Volc¨¢n de Fuego] contin¨²a" y no descart¨® la posibilidad de que "un nuevo descenso de flujos pirocl¨¢sticos en cualquiera de las barrancas principales en las pr¨®ximas horas o d¨ªas. As¨ª mismo, ante la presencia de lluvia en el ¨¢rea volc¨¢nica, puede darse la ocurrencia de descenso de lahares¡±.
¡°Lo vi en las noticias¡±, ¡°me lo dijo un amigo¡±, ¡°me lleg¨® por el celular¡± o ¡°se lo comentaron a mi hijo¡±, dec¨ªan casi todos los que hu¨ªan en motos, buses, coches cargados o a pie. Pocas personas hab¨ªan sido advertidas directamente por la Coordinadora Nacional para la Reducci¨®n de Desastres (Conred) para que evacuaran, pero el temor a que una gran cat¨¢strofe estaba a punto de suceder se apoder¨® del lugar. Mientras tanto, vendedores de ata¨²des y pastores evang¨¦licos recorr¨ªan la morgue y los albergues llevando la palabra de Dios. Algunos creyeron confirmar la llegada de la apocalipsis cuando, al caer la tarde, el cielo se puso a¨²n m¨¢s negro y empez¨® a tronar y a llover con fuerza sobre la ciudad.
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