Equilibristas en la desconfianza
En Am¨¦rica Latina las cifras de confianza interpersonal son las m¨¢s bajas del planeta. Tampoco cree la mayor¨ªa en las instituciones p¨²blicas
Uno de los dramas que afecta profundamente a toda Am¨¦rica Latina es una enorme desconfianza que se proyecta simult¨¢neamente en dos planos. De un lado la d¨¦bil confianza interpersonal; por otro, la desconfianza en las instituciones p¨²blicas y de Gobierno. En una ¡°operaci¨®n tenaza¡±, eso erosiona el tejido social y la legitimidad de las instituciones.
En las encuestas de Latinobar¨®metro se recoge el dato lacerante de que las cifras de confianza interpersonal son las m¨¢s bajas del planeta. En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas han disminuido los pobres en cerca de 100 millones, ha crecido la clase media y se ha extendido la educaci¨®n pero ¡°la confianza en el otro no ha variado¡±.
Pero no s¨®lo se desconf¨ªa de las personas, la mayor¨ªa tampoco cree en las instituciones p¨²blicas y desconf¨ªa de ellas: la confianza en que se mueven los partidos, el congreso y el poder judicial ¡ªlas instituciones de la democracia¡ª en los ¨²ltimos 20 a?os no supera los 4 de cada 10 latinoamericanos.
?Indiferencia o desafecci¨®n? La disyuntiva no es una sutileza del lenguaje. De tratarse de una mera ¡°indiferencia¡± eso apuntar¨ªa a que la din¨¢mica social y pol¨ªtica marchen en rutas paralelas: la vida econ¨®mica y social operando al margen de lo que pase en el Gobierno, el Congreso y otras ¨¢reas del Estado. La ¡°desafecci¨®n¡± ¡ªdefinida como ¡°mala voluntad¡±¡ª apunta, por el contrario, a la contradicci¨®n, al choque y, en general, el conflicto. Hay se?ales en ambas direcciones en todos lados.
En la ra¨ªz de todo esto destacan cuatro procesos simult¨¢neos que se interconectan entre s¨ª.
En primer lugar, el cambio social producido luego de la ¡°d¨¦cada expansiva¡± (2002-2012): crecimiento econ¨®mico del 80%, reducci¨®n de la pobreza en un 30% y crecimiento de la clase media en otro 30%. Si bien en algunos pa¨ªses ¡ªM¨¦xico, por ejemplo¡ª los ¨ªndices fueron mucho m¨¢s modestos, el promedio regional es impresionante.
En segundo lugar, el desdibujamiento de las instituciones de representaci¨®n, incluida la de las presidencias de la rep¨²blica. La din¨¢mica social ha ido generando espacios de ejercicio de poder que no se han articulado al poder formal y del cual, adem¨¢s, se perciben distanciadas: asociaciones comunales, econom¨ªa informal, organizaciones de vecinos, etc. que no se han articulado al poder formal/oficial.
El Per¨² ha sido especialmente pr¨®digo en procesos pol¨ªticos en los que los presidentes han navegado con muy bajos ¨ªndices de aprobaci¨®n; en torno al 25% al poco tiempo de asumir funciones. El presidente Vizcarra lleva menos de tres meses en el cargo y su aprobaci¨®n ha bajado ya a un modesto y prematuro 37%. Aun as¨ª, al presidente del Congreso ¡ªGalarreta¡ª con su peque?o 19% ese 37% le debe parecer un sue?o.
En tercer lugar, la creciente autopercepci¨®n de derechos entre la poblaci¨®n lo que se traduce en una creciente demanda democr¨¢tica. Lo que siendo muy bueno, en principio, ocurre, sin embargo, en un contexto de muy d¨¦bil legitimidad de las instituciones p¨²blicas y de los sistemas de representaci¨®n. Esto gatilla la acci¨®n directa de curso y resultado imprevisible.
A esto se suma el efecto impredecible de esa clase media que creci¨® vigorosamente. Contra lo que algunos creen, no es necesariamente ¡°factor de estabilidad¡±, no s¨®lo porque hay expectativas no resueltas (mejor calidad de transporte p¨²blico, salud o educaci¨®n) sino que se siente ¡ªy est¨¢¡ª amenazada por el enfriamiento econ¨®mico.
En cuarto lugar, la mutaci¨®n acelerada de sociedades rurales a urbanas. Tiene profundas implicancias pol¨ªticas y sociales que m¨¢s del 80% de la gente en Latinoam¨¦rica viva hoy en ciudades ¡ªo megaciudades¡ª que se encuentran colapsadas en asuntos cruciales como el transporte p¨²blico, el abastecimiento de agua y la seguridad. Esto erosiona el tejido social y alimenta la violencia y la tensi¨®n.
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