Cristiano Ronaldo divide a grandes cocineros de Espa?a y Portugal
Sergi Arola desprecia la arrogancia del futbolista, pero para Jos¨¦ Avillez es la clave de su ¨¦xito
El Portugal-Espa?a del pasado viernes a punto estuvo de provocar una tragedia en los fogones. La culpa, los tres goles de Ronaldo en presencia de los afamados cocineros Jos¨¦ Avillez, por el lado luso, y Sergi Arola, por el lado espa?ol. Lo que hasta entonces hab¨ªa sido gula y lujuria con catas de vinos y comidas, se torn¨® en un agrio debate sobre las cualidades -o no- del as portugu¨¦s y, en definitiva, de la diferente idiosincrasia entre los dos pa¨ªses.
Avillez, chef del Bel Canto (dos estrellas Michelin) y otros 17 restaurantes en Portugal, acudi¨® a la cita vestido con la camiseta de su selecci¨®n y el nombre de su ¨ªdolo en la espalda. Arola, que dirige Lab en Penha Longa-Sintra, se hab¨ªa olvidado su zamarra espa?ola con el nombre de Iniesta, pero enseguida se le fue proporcionada una actual, con la estrella en el pecho, certificado de un campeonato mundial.
El d¨ªa anterior, los dos chefs hab¨ªan degustado uno de esos men¨²s largos y estrechos en el restaurante moscovita White Rabbit, el 15? mejor del mundo. Probaron una docena de platitos y casi otras tantas bebidas alcoh¨®licas, y despu¨¦s de tres horas de ¨¢gape coincidieron en todo. El mejor plato, un trozo de col a la brasa, y el mejor caldo -entre champanes, vodkas, aguardientes, tintos, rosados y blancos- un Oporto con 30 a?os de edad. Incluso a la hora de brindar por el partido del d¨ªa siguiente, chocaron las copas por el empate.
Para del ciudadano portugu¨¦s, Cristiano Ronaldo es el mayor ejemplo de que se puede llegar a la cumbre partiendo de la nada, solo a base de esfuerzo
Veinticuatro horas despu¨¦s, ya en Sochi, Arola y Avillez volv¨ªan a chocar pero ya no sus copas. El empate sab¨ªa gloria a los portugueses, y a poco a los espa?oles. Los c¨¢nticos a favor de Ronaldo estallaban en los o¨ªdos de Arola, que no pudo m¨¢s. "?Es un arrogante, no puedo con ¨¦l, me supera. Es que no tiene ninguna cualidad!". El callado Avillez, ah¨ª no pudo m¨¢s y le replic¨® a su amigo: "Pero c¨®mo que no tiene ninguna cualidad, os acaba de meter tres".
"No puedo con esa arrogancia, esa chuler¨ªa", insist¨ªa Arola. "Esa arrogancia es la que le hace seguir metiendo goles a los 33 a?os, seguir mejorando. Sin ella ya se habr¨ªa retirado", le contestaba Avillez a un Arola que -para la correcta comprensi¨®n del lector, hay que advertir- es cul¨¦ de pro y Messi su ¨²nico dios verdadero.?
Ah¨ª estaban los dos cocineros, representantes sin quererlo de sus respectivos pa¨ªses y tambi¨¦n de sus respectivas idiosincrasias. En el acalorado post partido los dos grandes cocineros y amigos se hab¨ªan escorado de las virtudes deportivas a las cualidades humanas. El debate Messi-Cristiano ya hab¨ªa salido a discusi¨®n el primer d¨ªa de su encuentro, pero sin el partido de por medio, la discusi¨®n se centraba en las habilidades de uno y otro. Los dos grupos de aficionados que rodeaban a Avillez y Arola coincid¨ªan en que mientras el argentino era un genio natural, Ronaldo era en gran parte fruto de su trabajo y constancia; que era m¨¢s atleta que artista. Todos de acuerdo.
Despu¨¦s del 3-3, en la noche h¨²meda de Sochi, el debate futbolero hab¨ªa derivado en las caracter¨ªsticas globales de un pa¨ªs y de otro. Para Avillez, la arrogancia de Ronaldo, m¨¢s que un defecto es una grande virtud; para Arola, el m¨¢s gordo de los pecados. Y quiz¨¢s ambos ten¨ªan raz¨®n, porque en Espa?a se puede discutir la calidad de Ronaldo y si es el n¨²mero 1, el 2 o el 3 del mundo; no son sus prestaciones futbol¨ªsticas las que les separan dr¨¢sticamente de la opini¨®n de la afici¨®n portuguesa, es su personalidad. Mientras la famosa frase de Ronaldo -'me envidian porque soy rico y guapo'- provoc¨® un esc¨¢ndalo en Espa?a como si vivi¨¦ramos en la Inquisici¨®n de los curas dominicos y no en el de Mujeres y hombres y viceversa, en Portugal le dieron la raz¨®n. En los casos de Ronaldo y de Mourinho, casi siempre les dan la raz¨®n.
En la discusi¨®n entre los dos cocineros -que acab¨® con m¨¢s vino y comida-, intervino Manuel Carvalho, periodista de P¨²blico para templar ¨¢nimos. Probablemente, el pueblo portugu¨¦s necesita el chute de arrogancia que al pueblo espa?ol le sobra, argumentaba. Pues tal vez haya una explicaci¨®n sociol¨®gica esa diferente apreciaci¨®n de una misma caracter¨ªstica.
En los estereotipos nacionales, al portugu¨¦s se le asocia m¨¢s con la modestia o la saudade. El portugu¨¦s es un cantante de fado, sufre interiormente, el espa?ol parece un torero dando una infinita vuelta al ruedo, con o sin orejas. En este siglo, nada hay m¨¢s grande en Portugal que Cristiano Ronaldo, y no por sus goles, sino por su arrogancia de decir que es el mejor, por su orgullo para mejorar d¨ªa a d¨ªa y decir, aqu¨ª estoy yo, esto lo he logrado yo solo, saliendo de la nada. Y en Espa?a, cansados todos de ser de Bilbao, nunca aplaudiremos a un chulo. Nuestro h¨¦roe, parad¨®jicamente,? es Andr¨¦s Iniesta.
No hay t¨¦rmino medio, como dejaron muy claro los cocineros Avillez y Arola, que no firmaron la paz -ni firmar¨¢n- sobre las cualidades de Cristiano Ronaldo. Acabado el partido, as¨ª es la vida, el chef portugu¨¦s se march¨® a cocinar a Bilbao, y el chef espa?ol a cocinar a Sintra.?
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