M¨¦xico, ante la necesidad de cambio
Los insostenibles niveles de violencia y la galopante corrupci¨®n evidencian las grietas del sistema y la urgencia de una transformaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la alternancia en el poder
M¨¦xico no aguanta m¨¢s. No aguanta m¨¢s los niveles de violencia, que desangran el pa¨ªs. Tampoco la corrupci¨®n y la impunidad, que campan a sus anchas. No puede aguantar m¨¢s la desigualdad. No lo soportan los mexicanos ni lo puede sostener un r¨¦gimen, un sistema, que ha dado ya suficientes evidencias de que se tambalea. De ah¨ª que la elecci¨®n del pr¨®ximo domingo no pude considerarse una m¨¢s. El pa¨ªs que hace 18 a?os celebr¨® el fin de la hegemon¨ªa del PRI despu¨¦s de 70 e inici¨® una alternancia de partidos en el poder, enfilar¨¢ dentro de una semana el camino hacia una transici¨®n, acaso un cambio de r¨¦gimen.
La del domingo ser¨¢ la elecci¨®n m¨¢s grande de la historia de M¨¦xico. Adem¨¢s del presidente se elegir¨¢n ocho gobernadores, el jefe de Gobierno de la capital ¡ªtodo apunta que ser¨¢ jefa¡ª, 500 diputados, 128 senadores y casi 3.000 cargos p¨²blicos. Unos comicios precedidos por una maratoniana campa?a electoral que augura el fin del sistema de los partidos pol¨ªticos tradicionales y una m¨¢s que probable recomposici¨®n de las ¨¦lites.
El sexenio de Enrique Pe?a Nieto, marcado en un primer tramo por unas reformas esperanzadoras y claudicado, en el segundo, por flagrantes casos de corrupci¨®n ¡ªla Casa Blanca, la Estafa Maestra, gobernadores pr¨®fugos¡¡ª, cr¨ªmenes como la desaparici¨®n de los 43 estudiantes de Ayotzinapa o una violencia que crece sin freno, ha propiciado que el hartazgo y el enojo sean los dos sentimientos m¨¢s perceptibles entre los votantes. El rechazo a la gesti¨®n del actual presidente, casi de un 80%, es el partido o candidato con m¨¢s adeptos.
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha sido quien mejor ha sabido capitalizar ese hast¨ªo. No es el ¨²nico motivo de hartazgo en un pa¨ªs de 120 millones de habitantes donde el n¨²mero de trabajadores que no gana lo suficiente como para alcanzar la canasta b¨¢sica pas¨® del 32% de 2006 a un 39% el pasado a?o, seg¨²n datos oficiales; un pa¨ªs donde uno de cada tres trabajadores formales no logra mantenerse con lo que gana.
El l¨ªder de Morena, en su tercer intento por lograr la presidencia, no solo se ha mantenido puntero en todas las encuestas desde hace un a?o, cuando era el ¨²nico contendiente claro, sino que con el paso del tiempo, cuando sus rivales confiaban en que su f¨®rmula de repetir las ideas de siempre ligeramente modernizadas le har¨ªa retroceder, ha aumentado su ventaja. Con una campa?a m¨¢s emocional que racional, se ha llegado a un punto en que da igual lo poco o mucho que diga o haga L¨®pez Obrador, porque cualquier cosa le resulta inmune. Mucho ha ayudado la batalla encarnizada que han librado entre ellos sus rivales, Ricardo Anaya y Jos¨¦ Antonio Meade. Si el segundo no ha logrado despojarse de la pesada carga que supone el partido al que representa, el PRI, Anaya no ha conseguido consolidarse como la opci¨®n m¨¢s s¨®lida para cambiar el sistema. De hecho, ha terminado la campa?a tratando de mostrar los riegos del cambio que supone L¨®pez Obrador a las ventajas que podr¨ªa traer su llegada al poder.
Si finalmente se cumplen los pron¨®sticos de las encuestas ¨Cde no hacerlo, el batacazo en los pron¨®sticos superar¨ªa al Brexit, la elecci¨®n de Trump o incluso el imprevisto no al proceso de paz en Colombia-, la victoria de L¨®pez Obrador y la irrupci¨®n de Morena como fuerza predominante en el Congreso evidenciar¨¢ el fin del sistema tradicional de los partidos pol¨ªticos.
Desde 1988, el tablero pol¨ªtico mexicano ha girado mayormente en torno a tres formaciones: el PRI, el partido hegem¨®nico; el PAN, como principal opositor desde el centro derecha y el PRD, que consigui¨® aglutinar apoyos en el centro izquierda. Todo esto ha saltado por los aires. Si la victoria de L¨®pez Obrador en su tercer intento por alcanzar Los Pinos ser¨¢ la noticia principal del pr¨®ximo domingo, no ser¨¢ menor la trascendencia del m¨¢s que probable desplome del PRI. No ya porque su candidato, el primero en la historia que no milita en el tricolor, quede en tercer lugar, como vaticinan los sondeos. La p¨¦rdida de poder local, tanto en municipios como en gobernaciones ¨Clas encuestas solo le dan posibilidades de victoria en 1 de 9¨C augura una batalla en el seno del PRI demoledora, por un lado, para hacerse con el control del partido, pero, sobre todo, para evitar que Morena absorba las bases de sus rivales, en la medida en que no pocos consideran a L¨®pez Obrador como el ¨²nico priista en la contienda.
En el centro derecha, la batalla ya est¨¢ servida. La apuesta de Ricardo Anaya por el Frente, la coalici¨®n del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, abri¨® una herida en el partido conservador que, lejos de cicatrizar, ha crecido con los meses. Todo lo que no sea un triunfo dentro de una semana hace insostenible una alianza que, en cualquier caso, nunca pudo plasmar la ret¨®rica con la que se cre¨®. Si la reconfiguraci¨®n del PAN ser¨¢ ardua, el PRD iniciar¨¢ una traves¨ªa en el desierto, en la medida en que Morena capitalizar¨¢ el mayor abanico de la izquierda, a costa, eso s¨ª, de otorgar un apoyo desmedido a Encuentro Social, un partido evang¨¦lico ultraconservador, con quien se ha aliado para llevar a L¨®pez Obrador al triunfo.
M¨¢s complejo de discernir es c¨®mo afrontar¨¢ el pr¨®ximo presidente los retos m¨¢s evidentes. Ninguno de los candidatos, en tres meses de campa?a, ha definido un plan para reducir los niveles de inseguridad. Para atajar la corrupci¨®n y la impunidad, L¨®pez Obrador enarbola su honestidad como el ¨²nico ant¨ªdoto. La necesidad de mantener estable la econom¨ªa ante la amenaza de ruptura del Tratado de Libre Comercio (TLC) o definir el papel de M¨¦xico en el mundo en la era Trump, un factor que apenas ha influido en campa?a, ser¨¢n otros de los principales desaf¨ªos del presidente que resulte de la elecci¨®n del domingo. Unos comicios en los que M¨¦xico votar¨¢, por encima de todo, que no aguanta m¨¢s.
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