La religi¨®n retrocede en Oriente Pr¨®ximo
La hist¨®rica pugna entre chi¨ªes y sun¨ªes ha perdido peso en una regi¨®n que prima los intereses estrat¨¦gicos y de seguridad
Cuando pensamos en el conflicto en Oriente Pr¨®ximo, es probable que lo primero que nos venga a la cabeza sean los factores religiosos. Pero los intereses estrat¨¦gicos y las ambiciones imperiales desempe?an en la actualidad un papel mucho m¨¢s importante que las divisiones religiosas o sectarias a la hora de definir la pol¨ªtica regional. Este es un cambio en principio positivo.
Tengamos en cuenta la lucha que mantienen Arabia Saud¨ª e Ir¨¢n por influir en la regi¨®n. Durante mucho tiempo se consider¨® que esta pugna era el resultado de la divisi¨®n entre sun¨ªes y chi¨ªes. En realidad, se trata de un enfrentamiento entre dos sistemas pol¨ªticos opuestos: el r¨¦gimen revolucionario de Ir¨¢n, que quiere cambiar el equilibrio de poder regional, frente a la monarqu¨ªa conservadora saud¨ª, que busca sostener el viejo orden regional.
En este contexto, el respaldo de Ir¨¢n a los levantamientos de la primavera ¨¢rabe tiene sentido. En un Oriente Pr¨®ximo dominado por los ¨¢rabes, Ir¨¢n, que no es ¨¢rabe, es el enemigo natural. Pero en un Oriente Pr¨®ximo musulm¨¢n, la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n tiene a su alcance un poder hegem¨®nico. Por eso Ir¨¢n se apresur¨® a respaldar las elecciones libres, prediciendo que los votantes llevar¨ªan a los islamistas al poder.
Por el contrario, la ultraconservadora Casa de Saud aborrece este tipo de alzamiento pol¨ªtico y naturalmente considera que la democracia ¨¢rabe es una gran amenaza. De manera que, si bien mantiene su estrecha alianza con Estados Unidos, que es la potencia imperial occidental a la que m¨¢s le teme Ir¨¢n, Arabia Saud¨ª se opuso a los levantamientos, m¨¢s all¨¢ de si los protagonistas eran chi¨ªes (como en Bar¨¦in) o sun¨ªes (como en Egipto). En este sentido, la primavera ¨¢rabe ha sido una historia de crecimiento y represi¨®n del islam pol¨ªtico.
Adem¨¢s, las alianzas ya no encajan dentro de las fronteras entre sun¨ªes y chi¨ªes, lo que subraya a¨²n m¨¢s la primac¨ªa de la pol¨ªtica, en lugar de la religi¨®n, para alimentar los conflictos regionales. Por ejemplo, Ham¨¢s, el grupo fundamentalista sun¨ª que gobierna Gaza, ha sobrevivido en gran medida gracias a la financiaci¨®n de Ir¨¢n.
De la misma forma, Om¨¢n, dominado por ibad¨ªes y sun¨ªes, tiene una relaci¨®n m¨¢s estrecha con Ir¨¢n ¡ªcon quien comparte el control de las rutas vitales de transporte de petr¨®leo en el estrecho de Ormuz¡ª que con Arabia Saud¨ª. En efecto, Om¨¢n ahora est¨¢ siendo acusado de ayudar a Ir¨¢n a suministrar armas a los rebeldes hut¨ªes en Yemen, donde Teher¨¢n y Riad libran un guerra indirecta.
Asimismo, Qatar mantiene una relaci¨®n estrecha con Ir¨¢n, con quien comparte campos de gas colosales, que incomoda a Arabia Saud¨ª. El a?o pasado, los saud¨ªes lideraron una coalici¨®n de pa¨ªses ¨¢rabes ¡ªentre ellos, Emiratos ?rabes Unidos, Egipto y Bar¨¦in¡ª que aisl¨® a Qatar diplom¨¢ticamente e impuso sanciones.
Los Hermanos Musulmanes
Y sin embargo Turqu¨ªa, otra potencia sun¨ª, mantiene una base militar en Qatar. Esta no es la ¨²nica causa de tensi¨®n entre Riad y Ankara: tambi¨¦n disienten sobre los Hermanos Musulmanes. Mientras que los saud¨ªes ven a la formaci¨®n como una amenaza existencial, Turqu¨ªa la considera un modelo de pol¨ªtica islamista que vale la pena defender y un medio para expandir la influencia turca en el mundo ¨¢rabe.
Pero el respaldo de Turqu¨ªa a los Hermanos Musulmanes la hizo entrar en conflicto con otra potencia sun¨ª: Egipto. Por cierto, esta formaci¨®n es la n¨¦mesis del presidente egipcio, Abdelfat¨¢ al Sisi. Junto con sus ambiciones regionales y sus esfuerzos por presentarse como el principal defensor de la causa palestina, Turqu¨ªa parece estar desafiando de manera directa los intereses vitales de Egipto.
Quiz¨¢ la mejor forma de ilustrar c¨®mo las cuestiones de seguridad y estrat¨¦gicas han suplantado al conflicto religioso sea el cambio en las relaciones entre los Estados sun¨ªes ¨¢rabes ¡ªentre ellos, las monarqu¨ªas del Golfo y Egipto¡ª e Israel. Los logros econ¨®micos y militares de Israel, en alg¨²n momento el m¨¢ximo enemigo e infiel del mundo ¨¢rabe, fueron vistos durante mucho tiempo como una medida del fracaso ¨¢rabe (un motivo de odio end¨¦mico combinado con una admiraci¨®n a rega?adientes).
Pero hoy, mientras crece la influencia de Ir¨¢n y el terrorismo islamista sigue proliferando, Palestina es la ¨²ltima de las preocupaciones de Arabia Saud¨ª. Tan fundamentales son los cambios en los intereses estrat¨¦gicos del reino que, a pesar de ser el custodio de los sitios sagrados del islam, no dijo nada cuando el presidente norteamericano, Donald Trump, reconoci¨® a Jerusal¨¦n como la "capital eterna" de Israel. Otras monarqu¨ªas sun¨ªes del Golfo, as¨ª como Egipto, han ido m¨¢s all¨¢ y se comprometieron a una cooperaci¨®n de seguridad con Israel.
La pol¨ªtica tambi¨¦n est¨¢ sustituyendo a la religi¨®n en Israel. El impulso expansionista del primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, en Cisjordania tiene que ver con el poder pol¨ªtico, no con el juda¨ªsmo. Despu¨¦s de todo, la creaci¨®n de un Estado binacional con mayor¨ªa palestina significar¨ªa diluir seriamente la "identidad jud¨ªa" del pa¨ªs.
En verdad, para mantener el control en los territorios ocupados, la coalici¨®n religioso-nacionalista de Israel ha vendido su alma a los antisemitas cristianos: los evangelistas norteamericanos. La alianza de Netanyahu con este grupo ¡ªencendidos defensores de la colonizaci¨®n de Judea y Samaria¡ª es una afrenta tanto a la comunidad jud¨ªo-norteamericana abrumadoramente liberal como al poderoso establishment rab¨ªnico en Israel.
Un ejemplo final de un pa¨ªs de Oriente Pr¨®ximo que prioriza la pol¨ªtica sobre la religi¨®n es Irak. Muqtada al Sadr, el ardiente cl¨¦rigo chi¨ª que anteriormente lider¨® ataques mortales contra las tropas estadounidenses, hoy se perfila como la mejor esperanza de Estados Unidos para intentar contener la creciente influencia de Ir¨¢n en Irak.
Al Sadr, jefe de una complicada alianza de islamistas reformistas, grupos seculares de la sociedad civil y el partido comunista de Irak, gan¨® las elecciones parlamentarias del 12 de mayo con la promesa de un impulso nacionalista que saque a Ir¨¢n de Irak. A comienzos de este a?o, el cl¨¦rigo visit¨® a los pr¨ªncipes herederos de Arabia Saud¨ª y Emiratos ?rabes Unidos, fervientemente antiiran¨ªes, y hoy es el principal obst¨¢culo entre Teher¨¢n y la presencia estrat¨¦gica que busca en Irak.
El caos actual en Oriente Pr¨®ximo est¨¢ arraigado principalmente en los legados hist¨®ricos ¡ªuno de los m¨¢s importantes son las fronteras trazadas arbitrariamente¡ª y en una falta de liderazgo visionario. Pero las divisiones religiosas y sectarias tampoco ayudaron. Si bien la situaci¨®n sigue siendo tensa y engorrosa, el papel pol¨ªtico decreciente de la religi¨®n puede representar una oportunidad de progreso, de la misma manera que, por ejemplo, la voluntad del pr¨ªncipe heredero saud¨ª Mohamed Bin Salman de descartar los imperativos fundamentalistas favorece la modernizaci¨®n. Despu¨¦s de todo, los intereses estrat¨¦gicos y de seguridad siempre son m¨¢s propensos a la raz¨®n y la diplomacia que la convicci¨®n religiosa.
Shlomo Ben Ami, exministro de Relaciones Exteriores israel¨ª, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz. Es el autor de 'Scars of War, Wounds of Peace: The Israeli-Arab Tragedy'.
Copyright: Project Syndicate, 2018.
www.project-syndicate.org
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.