Lo que va a pasar (JEP, Bogot¨¢)
La imagen de los jefes de la antigua guerrilla poniendo la cara en las primeras planas no es otra conjetura colombiana, sino un giro y un remedio
Ha sido as¨ª siempre. Hemos debatido a muerte ¨Cy nos hemos se?alado y entorpecido y aniquilado moralmente los unos a los otros¨C por cosas que van a pasar, pero que muy pocas veces pasan: zanjamos el pa¨ªs por el posconflicto, por el Gobierno entrante, por el metro de Bogot¨¢ que iba a ser subterr¨¢neo pero ahora va a ser elevado pero jam¨¢s va a ser. En la Colombia del siglo XIX se hablaba de nuestras ¡°viceversas¡± porque ya era muy colombiano ¡°ensillar antes de traer las bestias¡±, desgastarse en una pelea por algo que finalmente no suced¨ªa, deshacer lo que se estaba haciendo cuando a¨²n era un plan en el papel, que todo lo aguanta y lo celebra. As¨ª ha sido con los acuerdos de paz con las FARC. As¨ª ha sido con el regreso del uribismo al poder. Se ha estado hablando de la llegada de nuevas violencias. Se ha estado vaticinando el triunfo de la impunidad.
Y ni lo uno ni lo otro ha comenzado: ni el acuerdo de paz ha reinventado la violencia que ha sido el peor fruto de esta tierra, ni el Gobierno entrante ha tra¨ªdo el acabose nuestro que no toca fondo.
De hecho, s¨®lo hasta esta semana que pas¨®, luego de meses de estigmatizaci¨®n ¡°preventiva¡±, se hicieron visibles los dos pilares de los acuerdos: la Jurisdicci¨®n especial para la paz (JEP) y la Comisi¨®n de la verdad. Que desde las gafas oscuras del uribismo han sido vistas ¨Cy presentadas a sus seguidores¨C como engendros legales dise?ados para las FARC y oficiados por izquierdistas irredentos. Pero que en la pr¨¢ctica no han ca¨ªdo en parcialidades ni en sesgos. Y esta semana han probado que esto hasta ahora existe y hasta ahora est¨¢ empezando. La Comisi¨®n ha comenzado a abrir los archivos de los actores del conflicto. La JEP ha puesto a los l¨ªderes de la guerrilla desarmada a rendir cuentas sobre el secuestro, el crimen que lo pervirti¨® todo: qu¨¦ clase de rebeldes viven de secuestrar al pueblo que van a liberar.
Y la imagen de los jefes de la antigua guerrilla poniendo la cara en las primeras planas, ¡°haremos hasta lo imposible para que conozcan la verdad¡¡±, no es otra conjetura colombiana, sino un giro y un remedio.
Falta poco para que comience el Gobierno nuevo, pero falta mucho para decretar el Apocalipsis: el tono democr¨¢tico del presidente Duque, que ya es mucho, a¨²n no ha sido derrotado por la vehemencia astuta de los politiqueros que se niegan a reconocer que los acuerdos de paz son el fin de la pol¨ªtica con armas; por la histeria de esos falsos l¨ªderes, hinchas de la Guerra contra los drogas, que prefieren no ver la diferencia entre las guerrillas de antes y las bandas criminales de ahora; por la griter¨ªa de los alborotadores que ni siquiera reconocen que aqu¨ª hubo un conflicto armado; por el delirio de aquellos caraduras que est¨¢n amenazando periodistas; por el cinismo de los empresarios que ya est¨¢n pidiendo que les bajen los impuestos para que sus empleados puedan pagarlos por ellos, ay, Dios, que vuelvan a los colegios las clases de Historia.
Esta es nuestra realidad: una articulaci¨®n de las verdades de la guerra ¨Cun relato en voz alta, dirigido a las v¨ªctimas, para todos los pa¨ªses del pa¨ªs¨C durante un nuevo Gobierno del uribismo. As¨ª pas¨®. As¨ª es. As¨ª tiene que ser. Que se d¨¦ la Jurisdicci¨®n especial para la paz a ver si hubo justicia en este sitio. Que se d¨¦ la Comisi¨®n de la verdad a ver si hubo lugar para los hechos. Que se d¨¦ el Gobierno del presidente Duque a ver si esto no es m¨¢s que una venganza o es un Estado. Y que los hechos empiecen a llevarle la contraria a esta megaloman¨ªa, exacerbada por las ficciones de las redes, tan propia de las sociedades ombliguistas e infantiles que desconf¨ªan tanto del futuro ¨Cy de sus agentes¨C que hacen lo que est¨¦ a su alcance para no tenerlo.
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