La nueva revoluci¨®n de Nicaragua
El pa¨ªs se adentra en una fase de incertidumbre despu¨¦s de que Ortega elevase la represi¨®n y ante la certeza de que sus cr¨ªticos no van a ceder en las protestas
![Amigos de Gerald V¨¢zquez lloran sobre su ata¨²d durante su funeral.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ULA7ZHCPOKVZ4CZHGKBXWU2PZY.jpg?auth=67e5a08953f1d7b05925ba7f0a46c6e3b0159e12a19aaa56b0bb27fa8808ffbf&width=414)
![Javier Lafuente](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F3bfa7537-d1f9-43ba-99e1-efa988201450.jpg?auth=883db4b8c8dbd21f48252040f166b6e108952dc58fc925886792e90bc13b9721&width=100&height=100&smart=true)
¡°Le troncharon sus sue?os, no era para que terminara de esta manera¡±. Gerald V¨¢zquez quer¨ªa graduarse en la universidad y seguir zapateando El solar de Monimb¨®, su canci¨®n preferida para bailar. Hace tres meses aparc¨® sus planes para unirse a las protestas estudiantiles contra Daniel Ortega. El fin de semana pasado, durante el asedio a la Universidad Nacional Aut¨®noma de Managua (UNAN), el ¨²ltimo basti¨®n de resistencia de los j¨®venes, una bomba estall¨® cerca de ¨¦l. Le dej¨® grogui. Fue la primera vez que le vieron refugiarse en la parroquia aleda?a al campus la madrugada del s¨¢bado al domingo. La segunda, ten¨ªa un disparo en la cabeza. Los sue?os de V¨¢zquez, de 23 a?os, yac¨ªan este lunes en un ata¨²d, vestido con una guayabera blanca y un sombrero de palma. Envuelto en una bandera de Nicaragua manchada de sangre.
Las hermanas de V¨¢zquez lloran descompuestas, primero sobre el f¨¦retro, luego durante el camino hacia el cementerio, una traves¨ªa que el padre hace con la mirada perdida, desnortado. Es la madre, Susana, quien no cesa un segundo de recordar a su hijo, El Chino, como lo conoc¨ªan. Su entereza sobrecoge. Una y otra vez, grita desencajada:
-?Gerald V¨¢zquez!
-?Presente!
-?El Chino!
-?Presente!
Muchos de los j¨®venes que han acudido al velorio y que se turnan para cargar a hombros el f¨¦retro durante los cerca de 10 kil¨®metros que separan la casa de la familia del cementerio, lo han hecho a escondidas. Han llegado a cuentagotas desde las casas de seguridad donde se refugian por miedo a ser detenidos. El sandinismo ha tratado de frenar las protestas, con la polic¨ªa, primero; los paramilitares, despu¨¦s. Ahora, amedrenta con las leyes. A esa hora, la Asamblea Nacional, con mayor¨ªa sandinista, aprob¨® una norma que castiga con entre 15 y 20 a?os de c¨¢rcel a quien financia el ¡°terrorismo¡±. Asociaciones nicarag¨¹enses y la ONU han criticado esta ley al considerar que lo que realmente busca el Gobierno de Ortega es criminalizar la protesta pac¨ªfica. Seg¨²n el Centro Nicarag¨¹ense de Derechos Humanos (CENIDH) las protestas, que se han cobrado casi 400 vidas y cerca de 2.000 heridos, han dejado ya 226 presos pol¨ªticos. La mayor¨ªa permanecen en El Chipote, la prisi¨®n donde son trasladados los detenidos y, seg¨²n las denuncias, torturados. El lugar a cuyas puertas, estoicas, a¨²n aguardan las madres de los detenidos a la espera de cualquier informaci¨®n.
![Un grupo de j¨®venes carga el ata¨²d de Gerald V¨¢squez camino al cementerio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/L3HFOBAMLVAPG3DSG3TTTMDAYE.jpg?auth=ff9ed3c2bdb004d70bf3f9d4ddf9bef72079ee2224913142c582accd97cc5ed0&width=414)
La aprobaci¨®n de la ley es solo una muestra de que esta semana ha marcado un punto de inflexi¨®n en la crisis de Nicaragua. En cuesti¨®n de siete d¨ªas, el r¨¦gimen de Ortega ha incrementado su represi¨®n: asalt¨® la UNAN y tom¨® el control, con un millar de paramilitares armados, de la ciudad de Masaya, el basti¨®n rebelde. Adem¨¢s, varios l¨ªderes sociales, entre ellos Medardo Mairena, cabeza visible del movimiento campesino, fue detenido y encarcelado.
La represi¨®n ha permitido al r¨¦gimen recuperar un aparente orden. El Gobierno ha eliminado por la fuerza los tranques que hab¨ªa en el pa¨ªs y facilitado la circulaci¨®n de veh¨ªculos y camiones con mercanc¨ªas. Desde el mi¨¦rcoles, se sent¨ªa que hab¨ªa m¨¢s provisiones en los establecimientos. La normalidad, no obstante, no es tal. Muchos negocios permanecen cerrados y el miedo a salir por la noche sigue latente. Con la ca¨ªda de la noche se ha impuesto un toque de queda virtual. La sensaci¨®n en Managua con la ca¨ªda del sol es la de una ciudad fantasmag¨®rica.
El objetivo de Ortega era despejar cualquier atisbo de protesta callejera de cara al 19 de julio, cuando se cumpl¨ªan 39 a?os del triunfo de la revoluci¨®n sandinista. Lo logr¨®. El presidente se dio un ba?o de masas con sus m¨¢s fieles. Por mucho que hubiese menos apoyo que en a?os anteriores y que movilizara a los trabajadores del Estado, en la plaza de la Fe, o de la Revoluci¨®n, se concentraron miles de leales a Ortega. Muchos de ellos celebraban en tono festivo, pero los hab¨ªa tambi¨¦n crispados, con una sed de venganza que aliment¨® el mensaje incendiario del presidente. El mandatario carg¨® contra la Iglesia y llam¨® a movilizar a las autodefensas, un claro apoyo a los paramilitares.
Ortega dej¨® claro con su mensaje que se siente en una posici¨®n de fuerza. Cuesta creer que vaya a volver a facilitar las protestas c¨ªvicas masivas que le noquearon en un primer momento por imprevisibles. La ¨¦poca de los tranques y las barricadas ya es historia, al menos de forma tan exponencial, aunque tampoco los cr¨ªticos con Ortega van a ceder. La lucha entre las dos partes es tambi¨¦n la recuperaci¨®n de los s¨ªmbolos. Los cr¨ªticos con Ortega han hecho suyo el ¡°?que se rinda tu madre!¡± con el que el poeta Leonel Rugama se encar¨® con un general somocista. Los orteguistas, por su parte, enarbolan el ¡°aqu¨ª no se rinde nadie¡±.
Qu¨¦ viene ahora es a¨²n una inc¨®gnita. ¡°Ortega est¨¢ ganando la batalla militar, pero ha perdido la guerra¡±, sostiene el escritor Sergio Ram¨ªrez. ¡°Recuperar la situaci¨®n actual de antes del 18 de abril, es imposible. No cuenta con el apoyo de la iglesia ni con los empresarios, a quienes considera los grandes traidores, pero tampoco con la sociedad civil. Perdieron la calle. El vuelco fundamental es que la gente ha perdido el miedo¡±, opina quien fuera vicepresidente de Ortega tras el triunfo de la revoluci¨®n. ¡°Muchos de los muertos son hijos y nietos de excombatientes sandinistas. La gente a la cabeza del frente c¨ªvico no tiene a¨²n un liderazgo, pero se va a articular un movimiento de resistencia de verdad¡±, a?ade.
![Un grupo de amigos y familiares rezan a la entrada de El Chipote, el centro donde son trasladados los detenidos durante las protestas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NFEKQEGCI6P6GXB5N33A2DSSUA.jpg?auth=61ebd0c9567625140a29a1e8ad897e851916eef042ceac4de104e3b90a7e5253&width=414)
Parte de ¨¦l se est¨¢ gestando en la clandestinidad, mayoritariamente por estudiantes, pero no solo. ¡°Todos los campesinos que estaban en los tranques se han ido al monte o han huido, no pueden regresar a sus casas¡±, asegura Freddy Navas, l¨ªder del movimiento campesino. ¡°La estrategia es dejarles el 19 de julio para que canten victoria, replegarnos y volver con m¨¢s fuerza. Tenemos que salvar la vida para reorganizarnos, muchos ya no podemos retroceder en esta lucha, es la c¨¢rcel o la muerte. No hay vuelta atr¨¢s¡±, se lamenta Navas en un hotel de Managua, donde junto con tres l¨ªderes m¨¢s explica la situaci¨®n. Llevan tres meses lejos de sus casas, movi¨¦ndose itinerantes entre casas de seguridad y hoteles. El ¨²ltimo en el que se alojaron, junto a una parroquia, fue baleado. El fantasma de una nueva guerra civil, aunque no cercano, permea ya en las conversaciones. ¡°Siento que a eso quiere llegar el Gobierno¡±, asegura Nayive Acevedo, tambi¨¦n del movimiento campesino. Sus compa?eros no est¨¢n de acuerdo, creen que ese escenario es a¨²n lejano. ¡°Pero la gente se est¨¢ cansando y si le dan un arma, se van a tirar adelante. Yo misma, que soy madre, si veo matar a un ni?o, me echar¨ªa adelante¡±.
Los campesinos han sido los m¨¢s cr¨ªticos con Ortega desde que, hace cinco a?os, iniciaran sus movilizaciones contra el Canal de Nicaragua, un proyecto que el Gobierno concedi¨® a una empresa china. Celebran tener presencia en 115 de los 153 municipios del pa¨ªs, pero en las grandes ciudades su peso mengua. Ah¨ª conf¨ªan en tejer apoyos con los estudiantes, los grandes protagonistas de esta rebeli¨®n contra Ortega, en la medida en que han sido los que m¨¢s v¨ªctimas mortales han dejado. Una de sus caras m¨¢s visibles es Lesther Alem¨¢n, el joven estudiante de Comunicaci¨®n de 20 a?os que, en la primera jornada del di¨¢logo, arrebat¨® el turno de palabra al propio a Ortega para exigirle que frenara la represi¨®n y dejase el poder. Alem¨¢n sali¨® de su casa tres d¨ªas antes de aquella reuni¨®n con dos pantalones y dos camisas en una bolsa. Sab¨ªa que tardar¨ªa en volver.
![Una mujer vende dulces en un mercado en la ciudad de Le¨®n, la capital tur¨ªstica del pa¨ªs y clave para el sandinismo en los a?os ochenta.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LGBSNOZ7RTKWXPSNLUYZBJ45BQ.jpg?auth=79da4875419caf6cf5da7f342eaea05c2bbc15bc0aaad8f8c50368f01c51ad5a&width=414)
Ahora, vive con varios de sus compa?eros en un espacio de seguridad, despu¨¦s de haber recibido varias amenazas de muerte. Solo se desplaza para reuniones en la ciudad, con el miedo de que no pone en riesgo solo su vida. El d¨ªa anterior de la entrevista, tuvo que cambiar su rumbo al sentir que le segu¨ªa un grupo de paramilitares. ¡°Todos esper¨¢bamos ver a un estadista, pero neg¨® el conflicto¡±, dice con un articulado discurso, alejado de la mayor¨ªa de los chicos de su edad, sobre Ortega, a quien se refiere como expresidente. ¡°Al hacer del pa¨ªs una jaula y quedarse con las llaves, no lo considero m¨¢s mi presidente¡±, afirma Alem¨¢n. En la mesa, con un bol¨ªgrafo y un taco de post-it tiene Banderas y harapos, el libro de relatos de la revoluci¨®n de Gabriela Selser. Sobre los pasos a seguir, asegura que est¨¢n valorando las intenciones de Ortega para ver lo que quiere hacer en el futuro. ¡°?l va a accionar silenciosamente, en ning¨²n momento va a reconocer p¨²blicamente, por su ego, que se ha equivocado. Nosotros lo que queremos es que ceda¡±.
Todas las miradas de los actores internos est¨¢n puestas estos d¨ªas en la comunidad internacional. ¡°Los pasos a seguir van a depender muchos de los que den ellos¡±, es el comentario generalizado. En la ¨²ltima semana, la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) aprob¨® una resoluci¨®n para que se adelantaran las elecciones presidenciales. La condena fue un¨¢nime despu¨¦s de que al menos 13 pa¨ªses latinoamericanos exigieran el fin de la violencia y de los ataques paramilitares. Los informes de que acusan al r¨¦gimen de violentar los derechos humanos se multiplican con los pasos de los d¨ªas.
La crisis internacional se ha sumado a una crisis interna inusual en esta ¨²ltima d¨¦cada. Estos tres ¨²ltimos meses han evidenciado que el milagro perfecto que aparentaba ser Nicaragua, con una econom¨ªa estabilizada, que crec¨ªa cada a?o y unos ¨ªndices de inseguridad contenidos respecto al resto de la regi¨®n, era, en realidad, un espejismo perfecto. La econom¨ªa cay¨® en la medida en que su principal aliado, Venezuela, se sum¨ªa en una crisis galopante institucional, econ¨®mica y humanitaria. Sin dinero de por medio, los empresarios, que miraban para otro lado los desmanes de Ortega con tal de mantener su statuo quo, se han vuelto ahora cr¨ªticos con el presidente.
Uno de los factores que determinar¨¢n la nueva fase en la que se adentra Nicaragua es el futuro del di¨¢logo. Hasta ahora la Iglesia ha jugado un papel de mediador que, seg¨²n el discurso del jueves, Ortega le quiere arrebatar. ¡°La situaci¨®n es muy seria, no est¨¢ en juego el cambio de gobierno, sino el porvenir del pa¨ªs¡±, opina Monse?or Vivas, obispo de la di¨®cesis de Le¨®n, capital tur¨ªstica del pa¨ªs que ve c¨®mo la crisis puede ahogar su principal sustento. Vivas es una de las voces m¨¢s discordantes, en tanto no se ha mostrado abiertamente cr¨ªtico contra el Gobierno de Ortega, como otros miembros de la Iglesia. ¡°Se ha cantado victoria por ambas partes antes de tiempo. No se trata de eso cuando hay tensi¨®n. El di¨¢logo es m¨¢s urgente que nunca. Incluso con un gobierno nuevo, ?qui¨¦n garantiza la paz? ¡°El arreglo entre la contra y los sandinistas nos dej¨® una pacificaci¨®n de los corazones durante 20 a?os de, digamos, democracia, pero no resolvi¨® los problemas de convivencia. No estaban todas las semillas del odio arrancadas¡±.
La revoluci¨®n de los ochenta es omnipresente en Nicaragua. Ahora, todos la lloran. Ortega se ampara en ella pese a haberla desfigurado hasta l¨ªmites insospechados. Los m¨¢s j¨®venes han tenido que convivir con su recuerdo y ahora abogan por una nueva: ¡°A nosotros nos dec¨ªan que viv¨ªamos muy bien con el Facebook y el Twitter, que si no hab¨ªamos vivido en los ochenta, que si bla, bla, bla. ?Ahora qui¨¦n est¨¢ poniendo los muertos¡±, se revuelve Dolly Mora, nieta de sandinistas que combatieron en los ochenta. Para la mayor¨ªa de los protagonistas de entonces, como Sergio Ram¨ªrez, se ha vuelto un sue?o pervertido por la ambici¨®n de poder de Ortega. ¡°Esto es un engendro de la revoluci¨®n. La revoluci¨®n, para m¨ª, eran m¨¢s los ideales que la ideolog¨ªa. ?Qu¨¦ ideales hay aqu¨ª?¡±.
![Daniel Ortega, a su llegada a la celebraci¨®n del 39 aniversario del triunfo de la revoluci¨®n sandinista.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/G3VAU3O7HH42L4XALUMQSOAPVA.jpg?auth=7a44eef380d940d25c0bd2fdb4d2f88d54b0c62b6990d6793ee35082478f48c0&width=414)
Sobre la firma
![Javier Lafuente](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F3bfa7537-d1f9-43ba-99e1-efa988201450.jpg?auth=883db4b8c8dbd21f48252040f166b6e108952dc58fc925886792e90bc13b9721&width=100&height=100&smart=true)