El despacho del presidente

Enrique Pe?a Nieto ha abandonado el silencio postelectoral para encarar la recta final de su presidencia. El mandatario y su equipo preparan el ¨²ltimo informe de Gobierno, repartiendo mensajes en video enlatados, en algunos recordando sus logros, en otros matizando a sus cr¨ªticos. Este martes, el presidente dedic¨® los dos minutos de la c¨¢psula a la desaparici¨®n de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

La existencia de un mensaje as¨ª confirma la distancia del Gobierno con las v¨ªctimas. En un pa¨ªs con decenas de miles de desaparecidos, de asesinados, el presidente se despide de sus familias negando toda comprensi¨®n, tir¨¢ndoles de las orejas por no aceptar las conclusiones de la investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa. "Se suscita el evento de Ayotzinapa", dice de la cacer¨ªa de medio centenar de j¨®venes. Como si hubiera empezado a llover, como si hubiera llegado de la nada.

Pe?a habla desde su despacho en el video. Al fondo se aprecian los contornos de una mesa, varias sillas, una bandera de M¨¦xico -el ¨¢guila, la serpiente-, una estanter¨ªa de puertas de cristal repleta de libros. El piso brilla como una hilera de dientes dorados. No hay escenario m¨¢s ajeno al dolor de las v¨ªctimas que el que ha elegido para hablarles, su propio despacho, el silencio de su despacho, libre del dolor de las familias, ajeno a la herida del hijo ausente.

Desde la desaparici¨®n de los 43 en septiembre de 2014, Pe?a Nieto nunca fue a visitar a sus familiares. En octubre de 2014 los recibi¨® en Los Pinos, su residencia, quiz¨¢ en un despacho parecido al que ha usado para grabar sus mensajes. Pe?a nunca fue a visitarlos y ahora se despide con un rega?o: ustedes no nos quisieron creer.

"Hab¨ªa evidencias", dice el presidente, "de que muy lamentablemente, los 43 j¨®venes hab¨ªan sido incinerados por un grupo delincuencial". Lo dice pasando por alto los informes del equipo de expertos comisionado por la CIDH, avalado por su mismo Gobierno. Informes que exigen continuar con la b¨²squeda de los estudiantes, ya que no hay evidencia de la existencia de una hoguera del tama?o necesario para quemar a tanta gente. Lo dice ignorando igualmente el informe de un equipo de antrop¨®logos, el argentino, con d¨¦cadas de experiencia en materia forense, que concluy¨® igualmente que no hab¨ªa evidencia de un fuego de tales dimensiones en el c¨¦lebre basurero de Cocula.

Pe?a obvia tambi¨¦n los se?alamientos de tortura contra m¨¢s de una decena de detenidos cometida por agentes de la fiscal¨ªa a la que cree ciegamente. Es a partir de estos testimonios que la fiscal¨ªa arm¨® su famosa verdad hist¨®rica. Donde no hay m¨¢s que cenizas, el presidente ve un relato cre¨ªble.

"S¨¦", concluye, "que lamentablemente la p¨¦rdida de un hijo no hay forma de reparar". El presidente sabe qu¨¦ es perder a un hijo, pero ignora el estr¨¦s de no saber su paradero. No conoce la ansiedad de no saber, la culpa que siente una madre, un padre, cuando desea que todo acabe de una vez, que aparezcan por lo menos los huesos de su hijo y concluya este sinvivir.

Ayotzinapa, "un hecho lamentable para M¨¦xico". As¨ª han titulado el v¨ªdeo. Como si fuera un accidente, un hurac¨¢n. Es decir, como si no existiera responsabilidad. Como si el Gobierno, su Gobierno, no hubiera podido hacer nada m¨¢s. Nada mejor.