Un rechazo multitudinario fuerza a ¡®The New Yorker¡¯ a borrar a Steve Bannon de un evento

La decisi¨®n de la revista The New Yorker de invitar a Steve Bannon a su ciclo de conferencias de oto?o cre¨® este lunes un estruendo entre sus leales lectores, que le oblig¨® a rectificar a las pocas horas y descolgar al gran agitador de la ultraderecha estadounidense de la lista de participantes. La carga fue tambi¨¦n contra el The Economist, que incluy¨® al antiguo estratega jefe de Donald Trump en su programa. La controversia pone, una vez m¨¢s, de relieve el grado de confrontaci¨®n pol¨ªtica en un pa¨ªs dividido y aviva el debate sobre la funci¨®n de la prensa.

El Festival Ideas es un evento que es utilizado como plataforma por figuras del espectro pol¨ªtico, literario y del mundo de las artes para debatir con detalle sobre cuestiones de actualidad. David Remnick, el editor de la publicaci¨®n, defendi¨® en un primer momento la decisi¨®n de invitarle diciendo que as¨ª tendr¨ªa que dar la cara ante el p¨²blico y no podr¨ªa escudarse en el off the record como hizo en al Casa Blanca. Prometi¨® as¨ª que ser¨ªa una discusi¨®n ¡°seria¡± e ¡°incluso combativa¡±, porque pensaba plantearle ¡°preguntas dif¨ªciles¡±.

Los cr¨ªticos con esta decisi¨®n hicieron escuchar su rabia pese a los argumentos de Remnick. Entre los comentarios destacaba, por ejemplo, el de Chelsea Clinton, que acusaban a la revista de dar voz a una persona que considera peligrosa y que profesa un discurso de odio mientras que estrellas invitadas al festival, como los comediantes Judd Apatow, John Mulaney, Jim Carrey y Jimmy Fallon o el m¨²sico Jack Antonoff junto a Boots Riley y Sally Yates amenazaban con no participar mientras se mantuviera Steve Bannon. "Mira si Milo Yiannopoulos est¨¢ libre", recomentaba Patton Oswalt.

Bannon dej¨® la Casa Blanca hace justo un a?o, poco despu¨¦s de las violentas protestas en Charlottesville (Virginia). El presidente se opuso a condenar a los supremacistas blancos. Desde entonces, se concentr¨® en alimentar en Europa un movimiento similar al que dio a Trump la victoria en las elecciones de 2016, tratando de aupar a m¨¢s figuras de la ultraderecha. El pasado marzo, por ejemplo, intervino en el congreso del Frente Nacional franc¨¦s. ¡°Es normalizar el odio¡±, advert¨ªa Judd Apatow en las redes sociales rechazando intervenir en la misma plataforma.

¡°Apoyo un debate intelectual p¨²blico y pago por ver a gente con la que no estoy de acuerdo¡±, explica Mulaney, para despu¨¦s compararlo con el espect¨¢culo de los horrores de P.T. Barnum. A las voces de denuncia se sum¨® la de la columnista Katheyrn Schultz, que acudi¨® a las redes sociales para pedir a sus lectores que expresaran sus sentimientos con la decisi¨®n del editor. Es lo que le dice, por ejemplo, Laura Hogan. ¡°Felicidades. He ido suscriptora durante 35 a?os y acabo de cancelarla. Espero que otros me sigan. Es una verg¨¹enza¡±.

David Remnick no tuvo otra salida que enviar una nota interna en la que trataba de calmar los ¨¢nimos anunciando que Steve Bannon no aparecer¨¢ por el evento. ¡°No quiero que los lectores bienintencionados y los miembros de la revista piensen que ignoro sus preocupaciones¡±, indica el editor en una nota, ¡°lo he pensado profundamente y discutido con los colegas, y lo he reconsiderado. Cambi¨¦ de parecer". "Hay una manera mejor de hacerlo¡±, concluye, dejando la puerta abierta a entrevistarlo m¨¢s adelante en un formato perid¨ªstico m¨¢s tradicional.

Steve Bannon, que dirigi¨® la publicaci¨®n ultraconservadora Breitbart antes de llegar a la Casa Blanca. arremeti¨® contra la direcci¨®n de The New Yorker por retirar su nombre del festival. En una breve nota afirma que el editor de la revista no tiene "agallas". Explic¨® que le contrataron hace meses y acab¨® respondiendo a la invitaci¨®n tras siete semanas de peticiones continuadas. "Acept¨¦ porque pensaba que iba a hacer frente a uno de los periodistas con menos miedo de su generaci¨®n", concluye, para decir que al final se dej¨® arrastrar por el "clamor de la multitud en la red".