Macedonia: se desvaneci¨® el espejismo
El acuerdo para el cambio de nombre del pa¨ªs entra?aba en puridad una traici¨®n a los principios m¨¢s arraigados del Derecho internacional
Situado en el coraz¨®n de los Balcanes y compartido ¡ªcomo tantas otras cosas en esa regi¨®n¡ª, entre Albania, Grecia y Macedonia, el Prespa es un lago antiqu¨ªsimo, cuya edad se calcula en millones de a?os. Por el contrario, el acuerdo que lleva su nombre, firmado en presencia de los primeros ministros Alexis Tsipras y Zoran Zaev el pasado 17 de junio a fin de solventar la disputa en torno a la denominaci¨®n de este ¨²ltimo pa¨ªs, se ha revelado como poco m¨¢s que un fugaz espejismo. Que, como suele suceder con estos, gener¨® ilusi¨®n solo entre quienes lo contemplaron desde la distancia, al tiempo que decepcion¨® y desesper¨® a cuantos se aproximaron a analizar con detalle sus cl¨¢usulas ¨Cy, sobre todo, lo que llevaba escrito entre l¨ªneas.
Presentado allende las fronteras de Macedonia como la soluci¨®n a uno de los problemas m¨¢s antiguos ¡ªy enquistados¡ª de la regi¨®n, y vendido en el interior del pa¨ªs como la llave que abrir¨ªa su ansiada ¡ªy merecida¡ª incorporaci¨®n en la Uni¨®n Europea y la Alianza Atl¨¢ntica (OTAN), el acuerdo de Prespa entra?aba en puridad una traici¨®n a los principios m¨¢s arraigados del derecho internacional, y una promesa de integraci¨®n vac¨ªa de contenido y carente de garant¨ªas.?Lo primero, porque supon¨ªa reconocer el derecho de un Estado ¡ªGrecia¡ª a interferir en los asuntos internos de otro ¡ªMacedonia¡ª determinando merced a un acuerdo bilateral asuntos como el nombre del Estado, su identidad como pueblo y aun la naturaleza de su lengua que ning¨²n pa¨ªs libre consentir¨ªa fueran definidos sino por sus propios ciudadanos. Y ello prevali¨¦ndose de la situaci¨®n de franca ventaja que le proporcionaba ser ya un miembro de las dos alianzas a las que Macedonia aspiraba a integrarse. Y lo segundo, porque las concesiones que de Macedonia se esperaban aqu¨ª y ahora, lo habr¨ªan sido solo a cambio de una vaga promesa de iniciar unas negociaciones de adhesi¨®n que podr¨ªan conducir a cualquier lugar o a ninguno, y cuya exitosa conclusi¨®n ni siquiera estaba en manos de Grecia.
As¨ª las cosas no es de extra?ar que los ciudadanos de Macedonia decidieran este domingo volver la espalda a su primer ministro, seguir los consejos de su presidente, y quedarse en casa en lugar de respaldar con su voto un acuerdo que, en el colmo del atrevimiento, fue sometido a su consideraci¨®n merced a una de las preguntas m¨¢s enga?osas de la historia de los referendos ¡ªtan prolija, por otra parte, en falacias de este tipo¡ª.
Situada en el coraz¨®n de los Balcanes, a caballo de la Via Egnatia que un¨ªa Roma con Bizancio, Macedonia es una naci¨®n todav¨ªa joven que a¨²n no sabe si llegar¨¢ a igualar en antig¨¹edad al Lago Prespa. Pero de momento ha vuelto a demostrar su intenci¨®n de no ser un simple espejismo.
Carlos Flores Juber¨ªas es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la Universidad de Valencia.
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