?C¨®mo fue que no nos dimos cuenta?
Bolsonaro no es cualquier derecha. Es de esas peligrosas, bastante populista.
El inminente triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil cierra un ciclo de victorias de la derecha en el continente y en general en el hemisferio occidental. Macri en Argentina, Pi?era en Chile, Duque en Colombia, con la ¨²nica excepci¨®n de AMLO en M¨¦xico. No obstante, la de Bolsonaro no es cualquier derecha. Es de esas peligrosas, bastante populista. Para el caso colombiano se puede decir que el uribismo coloc¨® como candidato a la ficha m¨¢s moderada de su partido, pero los vicios autoritarios no desaparecen. Han propuesto prolongar el periodo del presidente, quitarle las funciones electorales a las Cortes y devolv¨¦rselos al Congreso e incluso han llegado a proponer la eliminaci¨®n de las Altas Cortes y crear solo una, lo cual significar¨ªa la destrucci¨®n de la Constituci¨®n de 1991.
Pero esta reacci¨®n a la derecha, analizando los datos electorales, las encuestas sobre preferencias en temas y asuntos de inter¨¦s p¨²blico y las agendas que mueven los candidatos, nos muestra que era obvio est¨¦ vuelco, ahora todo es m¨¢s claro: La respuesta es que un gran sector de las diferentes sociedades del continente siente que sus principios morales y ¨¦ticos se est¨¢n derrumbando, por ende su reacci¨®n es a conservar ese statu quo, as¨ª eso signifique retroceder en una serie de garant¨ªas de derechos. Pero la anterior respuesta es m¨¢s compleja de lo que parece, hay otras cosas de trasfondo. Valdr¨ªa la pena mencionar al menos cuatro puntos.
En primer lugar, el avance en derechos de minor¨ªas sexuales ha causado una reacci¨®n impresionante en los sectores conservadores y en las edades m¨¢s avanzadas de la sociedad. Para estos sectores, la homosexualidad es una enfermedad, es algo despreciable, pero sobre todo creen que la homosexualidad es una construcci¨®n social, es algo que se hace, que se promueve, que se inculca. Por ello, cualquier reconocimiento social es rechazable. Reconocer derechos patrimoniales o derechos de adopci¨®n es libertinaje y degradaci¨®n social. Es tanto el rechazo de estos sectores tradicionales que en la campa?a del plebiscito por la paz, los promotores del no, acusaron al proceso de paz de promover la ideolog¨ªa de g¨¦nero y que los ni?os se volver¨ªan homosexuales con tan solo promover la equidad de g¨¦nero. Al final, la ¨²ltima semana se perdi¨® la elecci¨®n.
En segundo lugar, el avance en los derechos de las mujeres es otra de las banderas que han asumido estos movimientos pol¨ªticos de derecha. Por ejemplo, el tema de aborto, igualdad en derechos laborales han llevado a que estos sectores vean la equiparaci¨®n de la mujer con el hombre como un tema peligroso dentro de la tradici¨®n religiosa. Aqu¨ª el ataque a estos derechos es m¨¢s solapado, menos visible, pero son contundentes a la hora de agitar sus masas radicales. Es tal el desprecio al avance de la mujer, que ya en muchas ciudades y sectores regionales hay una sistematicidad en la violencia contra la mujer. Los feminicidios son el mejor ejemplo.
En tercer lugar, el deterioro de algunos indicadores de seguridad, sumado a un desprecio de los sectores progresistas sobre este tema, no solo le ha entregado la agenda de la seguridad a la derecha, que por dem¨¢s la ha sabido utilizar bastante bien, sino que adem¨¢s ha causado una ausencia de defensa y explicaci¨®n de ideas nuevas para combatir diferentes fen¨®menos que afectan la seguridad y la convivencia. Aun hoy la regla de oro para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n colombiana y latinoamericana es el populismo punitivo, es decir, creer que aumentando penas y reduciendo las edades en que se penaliza es la soluci¨®n para todo. Igualmente se puede decir del tema de las drogas: criminalizar el consumo y porte no sirve para nada, pero es lo que m¨¢s se hace para ganar popularidad y votos. Hay otras alternativas m¨¢s eficientes, pero no hay quien las defienda.
Por ¨²ltimo, obviamente el tema Venezuela. Ese es y ser¨¢, por muchos a?os, un lastre que injustamente cargaran las fuerzas de la renovaci¨®n pol¨ªtica. El Establecimiento acusar¨¢ a todo aquel que lo quiera modificar de representar un riesgo similar al que fue el denominado socialismo del siglo XXI para Venezuela.
Todo esto era previsible, era normal que estos avances en derechos causaran una reacci¨®n. A mucha poblaci¨®n se les tocaron los pilares fundamentales de la forma como entiende la organizaci¨®n social. Por tanto, las preferencias electorales se invert¨ªan, ya el tema no era la pobreza, la educaci¨®n o la salud, sino los principios de la sociedad Judeocristiana. La ola Conservadora podr¨ªa durar 8 a?os, la pregunta es qu¨¦ tanto los avances en derechos, la democracia y las garant¨ªas pol¨ªticas conquistadas aguantar¨¢n esta embestida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.