La crisis de la izquierda
La derrota del PT reanima el interrogante sobre la capacidad de los partidos progresistas para renovarse en Am¨¦rica Latina
La noche de su victoria, Jair Bolsonaro intent¨® redondear con palabras las aristas m¨¢s filosas de su imagen. Se present¨® como un garante de la Constituci¨®n y las libertades brasile?as. Convoc¨® al consenso de todos los brasile?os. Los nacidos dentro, pero tambi¨¦n fuera del pa¨ªs. Prometi¨® un Gobierno abierto. Y defendi¨® un ajuste fiscal para equilibrar las cuentas p¨²blicas. Sospechado de ser ultranacionalista, Bolsonaro dijo que reconstruir¨ªa la imagen internacional de la naci¨®n. El sesgo anti-pol¨ªtico del mensaje no fue m¨¢s all¨¢ de decir que se necesita m¨¢s Brasil y menos Brasilia. Todas las consignas fueron moderadas.
La agenda que llev¨® a este capit¨¢n retirado del Ej¨¦rcito a la presidencia de su pa¨ªs est¨¢ dominada por la demanda de seguridad, de mayor transparencia y de un regreso a una moral privada conservadora. Bolsonaro hab¨ªa propuesto repartir armas entre la poblaci¨®n para combatir a los delincuentes comunes. Tambi¨¦n dijo que terminar¨ªa con la tercera parte de las empresas para eliminar la corrupci¨®n. Y que, de tener un hijo gay, preferir¨ªa que muriera en un accidente. Para decepci¨®n de sus votantes m¨¢s radicalizados, ninguna de esas propuestas figur¨® en su primera presentaci¨®n como presidente electo.
?Qui¨¦n ser¨¢ el verdadero Bolsonaro? ?El de la campa?a o el de la victoria? Tal vez haya que esperar, como suele suceder, a que aparezcan los conflictos. Sin embargo, con independencia del perfil del sucesor de Michel Temer, la democracia brasile?a est¨¢ ante dos grandes desaf¨ªos.
El primero interpela a dos partidos que ocuparon un lugar eminente desde 1985, cuando los militares se retiraron del poder. El PSDB y el PMB casi desaparecieron. En la primera vuelta obtuvieron 4,76% y 1,20% de los votos, respectivamente. Se verific¨® en Brasil el sue?o de Steve Bannon: el hundimiento del centro pol¨ªtico. El estratega de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, en una entrevista que public¨® El Mercurio de Santiago de Chile, se?al¨® que ¡°el mundo se ver¨¢ obligado a elegir entre dos formas de populismo: el de derecha o el de izquierda¡±. Bannon salud¨® a Bolsonaro como ¡°un h¨¦roe¡±, que va a ¡°rescatar a Brasil del borde del abismo¡±. Revel¨® que se reuni¨® con sus hijos en Nueva York y pronostic¨® que, de obtener el 55% de los votos, podr¨ªa cambiar las reglas de juego de su pa¨ªs.
El otro desaf¨ªo de la pol¨ªtica brasile?a es la recreaci¨®n de la izquierda. A pesar de la polarizaci¨®n, el PT no alcanz¨® el 30% de los votos en la primera vuelta. Qued¨® a m¨¢s de 16 puntos del candidato de la ultraderecha. En la segunda, Bolsonaro super¨® a su candidato, Fernando Haddad, por m¨¢s de 10. Una opini¨®n muy extendida atribuye a Lula da Silva este fracaso. Le reprocha haberse empe?ado en postular a un candidato de su partido, neg¨¢ndose a pactar con Ciro Gomes, el otro candidato de la izquierda, que obtuvo 12,47% de los votos en la primera vuelta, pero no tra¨ªa la carga de desprestigio del PT. Cuando la derrota de Haddad ya parec¨ªa inevitable se especul¨® con su renuncia. Gomes podr¨ªa, en ese caso, enfrentar a Bolsonaro y procurar la mayor¨ªa. Una quimera.
La derrota del PT reanima el interrogante sobre la capacidad de la izquierda para renovarse. Es un debate que se expande en toda Am¨¦rica Latina. En Brasil lo expresan, adem¨¢s de Gomes y su PDT, Marina Silva, que sac¨® 1% de los votos, y, en una franja m¨¢s radicalizada, Guilherme Boulos, el l¨ªder de los Sin Techo, que obtuvo 0,58%.
Boulos es la expresi¨®n de un movimiento que se registra en otras sociedades. Ocurri¨® en Chile, donde el Frente Amplio de Giorgio Jackson o Jorge Sharp se lanz¨® a desafiar al socialismo desde la revuelta estudiantil. En la Argentina, Juan Grabois acaba de lanzarse a la disputa electoral desde la Confederaci¨®n de Trabajadores de la Econom¨ªa Popular, una organizaci¨®n de empleados informales. Grabois, que salt¨® a la luz p¨²blica por su relaci¨®n con el papa Bergoglio, se propone una renovaci¨®n del kirchnerismo. El objetivo es, por lo menos, ambicioso. Si no contradictorio. Grabois piensa adherir a Cristina Kirchner y a la vez promete combatir la corrupci¨®n.
Grabois abre un debate problem¨¢tico: el de la corrupci¨®n. La izquierda regional suele obturar la discusi¨®n sobre la transparencia administrativa denunciando que los procesos a sus l¨ªderes obedecen a una conspiraci¨®n de jueces politizados. Prefiere identificar otros factores de su crisis.
El ex ministro de Econom¨ªa Axel Kicillof, en una entrevista con la revista Crisis, imput¨® la derrota de 2015 frente a Mauricio Macri a la incapacidad para detectar las nuevas demandas que el propio kirchnerismo hab¨ªa activado en los sectores populares que, gracias a sus pol¨ªticas, accedieron al consumo. ?lvaro Garc¨ªa Linera, el vicepresidente de Bolivia, fue el precursor de esta hip¨®tesis, cuando Evo Morales perdi¨® el plebiscito por su reelecci¨®n en 2016.
Ver¨®nika Mendoza, que lidera Nuevo Per¨² y estuvo cerca de participar de la segunda vuelta presidencial hace dos a?os, atribuye el retroceso a la insistencia en debatir el modelo econ¨®mico, postergando una agenda de reivindicaciones que van desde los pueblos originarios, el cambio clim¨¢tico o los reclamos de la comunidad LGTB.
El profesor Marcos Dantas, en Brasil, supone lo contrario: que la izquierda perdi¨® el rumbo por concentrarse en just¨ªsimas demandas de minor¨ªas, pero abandonando la impugnaci¨®n m¨¢s general de la organizaci¨®n material de la sociedad. Sin saberlo, Dantas coincide con el derechista Bannon, para quien el m¨¦rito de Trump es haberse acordado de las expectativas de los trabajadores afectados por la globalizaci¨®n. El triunfo de Bolsonaro acelerar¨¢ la discusi¨®n.
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