¡°Nunca la vi tan feliz como el d¨ªa que sali¨® hacia EE UU¡±
El pueblo de Raxruh¨¢ despide a Jakelin Caal, la ni?a guatemalteca que muri¨® deshidratada en El Paso
¡°Nunca la vi tan feliz como el d¨ªa que sali¨® con su pap¨¢ rumbo a Estados Unidos. Era el sue?o de su vida. Me dio un beso y me dijo: ¡®En cuanto tenga edad para trabajar, te voy a mandar dinerito para que vos y mis hermanitos puedan vivir bien. Mientras tanto, voy a cuidar a mi pap¨¢ y a aprender ingl¨¦s¡±. Fueron las ¨²ltimas palabras que la joven Claudia Maribel Maqu¨ªn, de 27 a?os, escuch¨® de boca de su hija, Jakelin Caal, de siete. No volvi¨® a tener noticias de ella hasta el fat¨ªdico 14 de diciembre, cuando un funcionario de la municipalidad de Raxruh¨¢ (norte de Guatemala), Pedro Ic¨®, lleg¨® a la aldea para comunicarles que su peque?a hab¨ªa muerto bajo la protecci¨®n de las autoridades estadounidenses despu¨¦s de que, tras entregarse a una patrulla migratoria, fuera separada de su padre. ¡°La reacci¨®n de la se?ora Maqu¨ªn fue de un dolor indescriptible. Por ratos perdi¨® el conocimiento y solo alcanzaba a musitar palabras incomprensibles¡±, comenta, 10 d¨ªas despu¨¦s, Ic¨®.
Jakelin falleci¨® en un hospital de El Paso (Texas, sur de EE UU), el 8 de diciembre sin que todav¨ªa se sepa con exactitud qu¨¦ pas¨®. Originalmente se dijo que hab¨ªa fallecido por deshidrataci¨®n. Un grupo de congresistas estadounidenses se desplaz¨® hasta las instalaciones de la Oficina de Aduanas y Protecci¨®n Fronteriza (CBP, por sus siglas en ingl¨¦s) en Lordsberg (Nuevo M¨¦xico), y descubrieron ¡°algunos fallos sist¨¦micos muy perturbadores relativos a c¨®mo fue manejada la situaci¨®n de la ni?a¡±, seg¨²n relat¨® el presidente del Caucus Hispano del Congreso, Joaqu¨ªn Castro.
Algo m¨¢s sereno, pero sin lograr disimular el dolor, el abuelo paterno de Jakelin, Domingo Caal Choc, de 61 a?os, atiende a un grupo de periodistas que se ha desplazado a la poblaci¨®n de origen de la ni?a para cubrir su ¨²ltimo adi¨®s. Coincide con su nuera en afirmar la ilusi¨®n de la ni?a por llegar al gigante norteamericano y, a su tiempo, ponerse a trabajar para poder ayudar a su madre y hermanos peque?os. Afirma con rotundidad que su nieta enferm¨® ya en manos de las autoridades estadounidenses. ¡°Todos los guatemaltecos que llegaron lo hicieron en buenas condiciones. Llevaban agua y comida¡±, relata en alusi¨®n a los 161 nacionales del pa¨ªs centroamericano que se entregaron a los agentes tras atravesar el desierto de Nuevo M¨¦xico.
Caal Choc atiende a EL PA?S frente a su casa en la rec¨®ndita aldea Secortez. Para llegar hasta la poblaci¨®n, a poco m¨¢s de 300 kil¨®metros al norte de la capital hay que recorrer cerca de 30 desde Raxruh¨¢. Los ¨²ltimos 17 kil¨®metros son un interminable camino de tierra plagado de t¨²mulos que los vecinos han instalado a voleo para protegerse y defender a sus animales dom¨¦sticos del tr¨¢nsito rodado. No se puede circular, en ning¨²n momento, a m¨¢s de 15 kil¨®metros por hora.
Pobreza extrema
Su casa es fiel reflejo de la pobreza extrema en la que viven, fronteriza con la miseria, un mal que afecta a toda la comunidad. Las paredes de la vivienda son meras tablas de madera, puestas una al lado de la otra, y los techos son de paja. Sobreviven, en fin, olvidados de Dios y de los hombres: carecen de servicio de agua potable y de electricidad, y solo los m¨¢s afortunados tienen pozo propio. El resto de pobladores tiene que ir a buscarla a un arroyo insalubre situado a aproximadamente un kil¨®metro de distancia. Y solo algunas casas tienen r¨²sticas letrinas, sin m¨¢s puerta que un simple trozo de pl¨¢stico.
Este contexto de carest¨ªa general ¡ªseis de cada 10 guatemaltecos viven bajo el umbral de la pobreza, seg¨²n los ¨²ltimos datos oficiales¡ª explica por s¨ª solo los motivos que llevan a familias enteras como los Caal a abandonar la zona donde viven todos sus antepasados en busca de mejores oportunidades de vida. Alta Verapaz, el departamento (provincia) del que Jakelin era originaria, encabeza el listado de regiones con mayores ¨ªndices de penuria. Guatemala es, por su parte, uno de los pocos pa¨ªses de Am¨¦rica Central que, lejos de avanzar en los ¨²ltimos a?os, ha sufrido un retroceso en la lucha contra la pobreza, seg¨²n las ¨²ltimas cifras del Banco Mundial. Las zonas rurales, como sucede siempre en cualquier lugar, se llevan la peor parte.
Respuesta solidaria de los guatemaltecos
En el interior de la vivienda de Domingo Caal, donde el f¨¦retro de?Jakelin qued¨® instalado desde las cinco de la madrugada del lunes, las mujeres desarrollan una actividad febril preparando comida para los asistentes al velatorio -que se desarrollar¨¢ a lo largo del d¨ªa de Nochebuena- para sepultarla el d¨ªa de Navidad. Los alimentos son cocinados en improvisados fogones a ras del suelo.
La tragedia ha despertado la solidaridad de los guatemaltecos, que se han volcado con donativos, mayoritariamente de ropa y de alimentos. El Ayuntamiento de Raxruh¨¢ mand¨® a construir un mausoleo para cobijar los restos de la peque?a y el alcalde, C¨¦sar Castro, se ha comprometido a levantar, a t¨ªtulo personal, una casa ¡°en condiciones¡± para la madre de Jakelin. La falta de energ¨ªa el¨¦ctrica en el sector ser¨¢ compensada con paneles solares.
La familia Caal solo tiene palabras de agradecimientos por los gestos de solidaridad que han recibido. Tambi¨¦n de reclamaci¨®n hacia el Gobierno estadounidense: "Por favor, que le den un visado a mi hijo para que pueda trabajar all¨¢", suplica. Tras los apoyos coyunturales que puedan recibir, es su ¨²nica esperanza a largo plazo. "Necesitamos mucho que pueda enviarnos dinero para pagar las deudas contra¨ªdas. La m¨¢s agobiante, el pago del coyote [la persona que se encarga de facilitar la llegada a EE UU a cambio de una remuneraci¨®n]".
Las primeras horas de esta lluviosa ma?ana de Nochebuena transcurren entre el dolor y la calma. Grupos de fieles de la Iglesia de Dios Jerusalem de car¨¢cter neopentecostal, la fe que la familia profesa, oran piadosamente junto al f¨¦retro. Jakelin volvi¨® a su aldea mucho antes de lo previsto y de la manera menos esperada.
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