La lengua de los desertores
Nuevamente un magistrado de la Corte Suprema se escabulle a los Estados Unidos. La situaci¨®n pol¨ªtica venezolana luce hoy terminalmente descompuesta
Nuevamente un magistrado de la Corte Suprema se escabulle a los Estados Unidos. La situaci¨®n pol¨ªtica venezolana luce hoy tan terminalmente descompuesta que se hace necesario precisar que hablamos del supremo tribunal bolivariano y no de la fantasmal Corte Suprema en el exilio.
En el caso de esta ¨²ltima, es tal el desconcierto imperante en la oposici¨®n venezolana que, por una especie de maligna mitosis, la corte exilada ya se ha dividido.
Ya hay entre los magistrados exilados quien se define a s¨ª mismo como magistrado del exilio aut¨¦ntico, frente a los que se?ala como arrepentidos vergonzantes y colaboracionistas. Miserias colaterales, me digo, a la discordia que para nuestro mal discapacita a la oposici¨®n venezolana desde mucho antes de 2016. El magistrado del cuento de hoy es de pura cepa chavista.
Y es nadie menos que el juez a quien, temprano aquel a?o, Nicol¨¢s Maduro orden¨® despojar a la Asamblea Nacional de todas sus atribuciones constitucionales. Este hombre, de gesto apagado y palabra compungida, es el cacaseno a quien los venezolanos debemos el barrido de toda ficci¨®n constitucional y la entronizaci¨®n de Maduro como dictador.
Cab¨ªa esperar que la oposici¨®n viese en esta nueva fuga de un alto funcionario chavista hacia el sur de la Florida un indicio de que el fin de la dictadura est¨¢ cerca. Hago contorsiones para no despe?arme hacia el s¨ªmil de las ratas y el naufragio.
La periodista venezolana Carla Angola brind¨® al magistrado desertor, Christian Zerpa, ocasi¨®n de explicarse entrevist¨¢ndolo, en exclusiva, para un canal de TV floridano. La contenci¨®n demostrada por Angola ante el cinismo del exjuez es digna de encomio: alguien menos templado, puesto en su lugar, podr¨ªa haber atacado a Zerpa empu?ando el micr¨®fono. Siempre interesar¨¢, creo yo, el lenguaje al que acuden los antiguos verdugos del chavismo cuando el temor de ser alcanzados por el "fuego amigo" los obliga a huir del pa¨ªs.
El espa?ol hablado de estos sujetos es invariablemente una desalmada mezcla de tecniquer¨ªa legal y barbarismos lexicales, proferidos con algo que no es solo el desparpajo y la sangre fr¨ªa del criminal confeso sino, tambi¨¦n, la autocomplacencia moral de quien espera ser percibido como una v¨ªctima, cuando no como un desencantado, alguien sorprendido en su buena fe por el carisma palabrero de Ch¨¢vez, alguien que ven¨ªa obrando desde adentro, en solitario, en procura de la democracia y la libertad.
Despu¨¦s de ver la entrevista que Carla Angola hizo a Zerpa, navegu¨¦ en la red hacia el pasado, antologizando el lenguaje de otras deserciones registradas en el curso de los ¨²ltimos diez a?os: por ejemplo, la del magistrado que gerenciaba una banda de fiscales extorsionistas a las ¨®rdenes, seg¨²n ¨¦l, de la actual sedicente fiscal general en el exilio; la del magistrado que estaba en la n¨®mina mayor de un cartel de militares narcotraficantes; la del que, por ¨®rdenes expresas de Ch¨¢vez, sentenci¨® a treinta a?os de prisi¨®n al jefe de la seguridad ciudadana de la Alcald¨ªa Mayor de Caracas, Iv¨¢n Simonovis. Cada caso remite a otro anterior o concurrente, y as¨ª la antolog¨ªa de los infames se arboriza indefinidamente.
La norma es la misma en el caso, ya no de magistrados y fiscales, sino de peces muy gordos del Ejecutivo que ten¨ªan a su cargo, por ejemplo, la Tesorer¨ªa Nacional o el Fondo ?nico de Desarrollo Social o Petr¨®leos de Venezuela. Invariablemente el desertor adhiere al noble ideario de Ch¨¢vez que Maduro traiciona. Invariablemente, vio en peligro su integridad y respira mejor en los Estados Unidos de Am¨¦rica. El antiimperialista socialismo del siglo XXI cr¨ªa estos monstruos de amoralidad.
El magistrado Zerpa afirma que tom¨® la decisi¨®n de dejar el pa¨ªs para no avalar la usurpaci¨®n que trama Nicol¨¢s Maduro, anunciada para el jueves 10 de enero. Sabe que se expone al aborrecimiento universal y que lo espera una vida de arrepentimiento y estigma, pero, ?vamos!, entendamos que m¨¢s vale tarde que nunca, que al fin lo hace todo por Venezuela, que el bienestar de la familia est¨¢ primero.
Mirando a este despojo moral tartajeando insostenibles excusas ante las c¨¢maras, me nace consolarlo con un a?ejo refr¨¢n castellano: "La verg¨¹enza pasa, hermano; la manteca queda en casa".
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