Solo nos sacia la aniquilaci¨®n del otro
La vida, de nuevo, se nos esfuma pronto en Colombia. Hay un credo macabro del que no conseguimos desatarnos
Volver a las bombas. Reactivar la memoria traum¨¢tica de los atentados. Entrar de nuevo en la realidad sangrienta de la pentolita y su r¨¦gimen de un ¨²nico relato monocorde: el orden p¨²blico alterado.
Caer, y en el sometimiento de ese caer, la cadena de pronunciamientos:
Un caricaturista famoso reacciona enarbolando el valor del silencio ante el dolor y detr¨¢s de ese primer trino publica quince m¨¢s en las siguientes seis horas.
Un autor de renombre, bienpensante y compasivo (desde luego compasivo), publica un trino dirigido a un colega de una cadena de televisi¨®n internacional (selfi mediante; desde luego selfi mediante) en el que le agradece por haberlo invitado a ¡°comentar sobre los tristes atentados de hoy en Colombia¡±.
Un experiodista de apellido de ¨¦lites observa, y en su mirar reflexivo destaca la gallard¨ªa del silencio de otro experiodista, contradictor ideol¨®gico suyo, quien asisti¨® a las marchas y fue largamente insultado. Cuando termina su observar se permite una ¨²ltima puntada ecu¨¢nime: ¡°En estas circunstancias se ve qui¨¦n es el ser humano y qui¨¦nes los animales¡±.
Alan, un joven de 17 a?os, marcha en Medell¨ªn con una camiseta antibelicista que impugna al presidente Duque y al expresidente Uribe. Recibe en respuesta, del pueblo uribista, gritos, coscorrones y golpes. Esto ocurre delante de un grupo de polic¨ªas impasibles por los que ambos, Alan y el pueblo uribista, han salido a marchar.
Otro hombre en la marcha, enardecido, con los ojos desorbitados, a quien varios intelectuales de teclado tildan de ¡°gordo, bruto y troglodita¡±, agita el brazo derecho hacia adelante y hacia atr¨¢s, aferra un pu?ado de flores blancas que alguien le entrega y nunca, en los dieciocho segundos que dura su video viral, deja de repetir el grito que ha llevado para compartir en aquel escenario de paz: ¡°?Plomo! ?Plomo es lo que hay! ?Bala es lo que hay!¡±.
Este espiral de reacciones ciudadanas lo redondea el director de una de las revistas de an¨¢lisis pol¨ªtico m¨¢s influyentes del pa¨ªs, quien lee ambos escenarios, el de las redes y las calles, y concluye se?alando un culpable: ¡°Una demostraci¨®n m¨¢s del da?o que hacen las redes¡±.
Vi?etas delirantes, pronunciadas despu¨¦s del atentado en contra de la Escuela de Cadetes el jueves 17 de enero de 2019. Vi?etas rematadas esta semana por dos acciones ret¨®ricas m¨¢s: el comunicado abyecto del ELN, en el que se adjudican el atentado, y la estrategia de respuesta del Gobierno de Duque.
El comunicado expresa el trastorno disociativo de esa ¡°liberaci¨®n nacional¡± coercitiva que los nombra y proclaman: proponen un ¡°debate pol¨ªtico¡± al tiempo que operan la invenci¨®n de un derecho internacional humanitario propio, un DIH de pu?al por la espalda en el que, un recinto de formaci¨®n de oficiales, casi menores de edad, les resulta equivalente a una trinchera de guerra.
Del lado del Gobierno de Duque, la materializaci¨®n del sue?o del tramposo: un atajo para no tener que cumplir los protocolos de di¨¢logo pactados por el Estado en 2016; un camino f¨¢cil para capturar.
Pero ?capturar a qui¨¦n? Al ala negociadora del ELN (Pablo Beltr¨¢n, digamos), que son quienes est¨¢n en La Habana, no al ala belicista (alias Pablito, digamos), que son quienes est¨¢n en los corredores de narcotr¨¢fico de las monta?as de Arauca, lugar donde prepararon, seg¨²n la propia investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa, el carro bomba maldito. Un atajo, entonces, para capturar; pero en rigor, para capturar mediocremente.
Una ingeniera, a quien leo en redes sociales por su ingenio mesurado, escribe: ¡°La solidaridad que es coyuntural no es solidaridad, es estrategia¡±.
Solidaridades, estrategias, capturas, reacciones o gritos a parte, lo que palpita a¨²n hoy, junto al estruendo sangriento de la pentolita, es un relato otro al que, sin embargo, puede o¨ªrsele ya su triste descenso sonoro: la vida que ya no existe m¨¢s de 21 j¨®venes cadetes asesinados; y junto a ellos, la vida que ya no existe m¨¢s de 168 l¨ªderes sociales asesinados entre el 1 enero de 2018 y el 9 enero de 2019.
La vida, de nuevo, que se nos esfuma pronto. La subordinaci¨®n del juicio que impone el relato monocorde del orden p¨²blico alterado. El credo macabro a¨²n del que no conseguimos desatarnos: solo nos sacia la aniquilaci¨®n del otro.
Juan ?lvarez es escritor colombiano
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