Del sue?o americano a la visa humanitaria en M¨¦xico
Bayron y Josu¨¦, dos migrantes hondure?os que so?aban con cruzar a EE UU y han decidido instalarse en el norte de M¨¦xico, son parte de los m¨¢s de 12.500 centroamericanos a los que el Gobierno de L¨®pez Obrador ha otorgado una visa humanitaria en un tiempo r¨¦cord
En el caf¨¦ La Habana de Ciudad de M¨¦xico, donde cuenta la leyenda que Fidel Castro bautiz¨® la famos¨ªsima torta cubana, dos j¨®venes disimulan su feroz apetito frente a una similar que lleva milanesa de res. Hace nueve d¨ªas que no se sientan en una mesa con cubiertos y han decidido usarlos, aunque justo este plato se coma con las manos. Bayron Cruz y Josu¨¦ Gir¨®n, de 23 y 22 a?os, no se parecen en nada, pero son como hermanos. Bayron es alto, fornido, con el rostro salpicado de cicatrices de un acn¨¦ reciente, orgulloso de una sonrisa aparentemente ingenua, que no la interrumpe ni para recordar el d¨ªa que unos tipos de la Mara Salvatrucha lo secuestraron a punta de cuchillo y destornillador en el Chamelec¨®n, un barrio infernal de San Pedro Sula (Honduras). Josu¨¦ es delgado, bajito, con una incre¨ªble capacidad para hablar solo cuando tiene algo que decir, aunque nadie lo est¨¦ escuchando. Los dos salieron juntos de San Pedro el pasado 15 de enero en la ¨²ltima caravana de migrantes rumbo a Estados Unidos para no regresar jam¨¢s. Bayron ense?a orgulloso su nueva visa humanitaria: "M¨¦xico, ?qui¨¦n me lo iba a decir a m¨ª?".
¡ª Y ustedes, ?c¨®mo se conocieron?
¡ª Justamente en el fin del mundo ¡ªanota Bayron muy serio, esperando la carcajada de su amigo¡ª Eso que hab¨ªan dicho los mayas que se iba a acabar todo en 2012, pero lo que fue es... Que se cansaron de contar.
¡ªSe lo est¨¢ inventando...¡ªJosu¨¦ agacha la cabeza e intenta no re¨ªrse.
¡ª?Qu¨¦ no! ?Acordate! A nosotros antes, cuando se pod¨ªa, ?verdad?, nos gustaba mucho caminar por la noche e imaginarnos otros universos, ovnis... ?verdad, Vito? ¡ªas¨ª conocen a Josu¨¦ en su calle¡ª Nos sub¨ªamos a una terraza de una casa abandonada a mirar el cielo y pens¨¢bamos: ?Ser¨¢ que hay otros mundos por ah¨ª?
Se hab¨ªan imaginado muchas realidades, monstruosos alien¨ªgenas que llegar¨ªan a devorar su barrio ¡ªen el municipio de Choloma, a las afueras de San Pedro¡ª, pero jam¨¢s lo que han vivido en las dos ¨²ltimas semanas. Atreverse a salir de su tierra, despedirse de sus madres, novias, hermanos, huir de una de las zonas m¨¢s violentas del mundo, cruzar Guatemala a pie o pidiendo raid (autoestop); y llegar a la frontera con M¨¦xico y que los temidos funcionarios de Migraci¨®n ¡ªtachados en Centroam¨¦rica de secuestradores, violadores, extorsionadores y de estar aliados con Los Zetas, el c¨¢rtel de la droga m¨¢s sanguinario¡ª los recibieran con comida, botellas de agua y carteles de bienvenida.
Los dos j¨®venes han sido de los primeros, de m¨¢s de 12.500 centroamericanos que llegaron en dos semanas a la frontera de Guatemala, a los que el Gobierno mexicano, en un gesto hist¨®rico, les ha entregado una visa humanitaria con permiso de trabajo y residencia en el pa¨ªs durante un a?o, renovable. Una medida que comenz¨® el pasado 17 de enero y que ha sido suspendida el d¨ªa 28.
¡ªMir¨¢, a saber si es cierto, pero ah¨ª sali¨® en una noticia de hoy mismo que supuestamente se cay¨® el muro de esa frontera. A saber... No se conf¨ªen.
La hermana de Josu¨¦ se lo hab¨ªa advertido por una nota de voz de WhatsApp ese jueves, 17 de enero. Pero ¨¦l y Bayron lo primero que hicieron al llegar a la frontera de Guatemala con M¨¦xico fue fiarse. Ah¨ª no hab¨ªa ning¨²n muro. Por no haber, ni siquiera un polic¨ªa que les impidiera atravesar la garita.
Bayron y Josu¨¦, pero tambi¨¦n los miles de centroamericanos de la ¨²ltima caravana se han topado con un pa¨ªs muy distinto del que hab¨ªan visto en las fotos de octubre pasado: gente hacinada frente a una valla, ni?os deshidratados, gases lacrim¨®genos, compatriotas desesperados atravesando el r¨ªo Suchiate que separa Guatemala de M¨¦xico... En su lugar, se encontraron con un grupo de estudiantes vestidos de blanco que les abr¨ªan las puertas de una nueva tierra prometida. M¨¦xico se convirti¨®, contra todo pron¨®stico, en el sue?o americano de la caravana migrante.
Hasta esta semana, 12.574 migrantes del ¨²ltimo ¨¦xodo ¡ªen los dos anteriores se calcula que cruzaron a M¨¦xico unas 10.000 personas en total¡ª, casi 3.000 de ellos menores de edad y la inmensa mayor¨ªa hondure?os, salvadore?os y guatemaltecos, se han acumulado en la frontera de Guatemala y ser¨¢n acogidos en territorio mexicano tras solicitar el visado humanitario. En lo que se resuelve el tr¨¢mite expr¨¦s (de cinco d¨ªas), miles de familias y j¨®venes esperanzados, deambulan y pernoctan entre el puente que separa ambos pa¨ªses y el parque principal de Tec¨²n Um¨¢n, el ¨²ltimo municipio de Guatemala con la frontera.
¡ªPucha, siento que las tripas me est¨¢n comiendo el coraz¨®n del hambre.
Los dos amigos resistieron en un campamento improvisado en Tec¨²n Um¨¢n cinco noches. Desde el quiosco de la plaza donde decidieron instalarse el primer d¨ªa, se observaba un reguero de familias adormiladas, ropa tendida en el suelo y ni?os que gritaban de aburrimiento. El rinc¨®n, adem¨¢s de resguardar sus espaldas, les permit¨ªa estar cerca de los ¨²nicos cuatro enchufes que pod¨ªan usar aquellos cientos de migrantes. Y conectar su celular era entonces m¨¢s necesario que comer. Josu¨¦ descubri¨® adem¨¢s la contrase?a del WiFi del ¨²nico restaurante con internet de todo el centro.
¡ªMastuyoquenunca.
¡ª??Qu¨¦ dijiste?!
¡ª?Nombe, compa! ¡ªse r¨ªen un buen rato¡ªAs¨ª es la clave.
Ante la llegada de la ¨²ltima caravana, el Gobierno de L¨®pez Obrador decidi¨® utilizar un recurso poco conocido y sin precedentes para concederles r¨¢pidamente un permiso de residencia en el pa¨ªs. Y la inesperada acogida cambi¨® para siempre la historia de las relaciones migratorias con Centroam¨¦rica. Pero adem¨¢s, fren¨® esos d¨ªas la masiva caravana que estaba dispuesta a cruzar el pa¨ªs como las anteriores. Una visa humanitaria para todos, con permiso de trabajo, tr¨¢nsito por toda la Rep¨²blica y acceso a los servicios p¨²blicos durante un a?o (con renovaci¨®n gratuita) fue suficiente para dar carpetazo, hasta este lunes, a las tr¨¢gicas im¨¢genes de octubre.
La entrega de las llamadas tarjetas verdes ha durado dos semanas. Poco despu¨¦s de que Estados Unidos anunciara que los centroamericanos deportados esperar¨¢n su tr¨¢mite de asilo en territorio mexicano, este lunes, el jefe del Instituto Nacional de Migraci¨®n, Tonatiuh Guill¨¦n, anunci¨® que la medida de las visas humanitarias en la frontera sur quedaba suspendida. La idea, seg¨²n informaron desde el organismo, es que se solicite un permiso diferente desde los lugares de procedencia de los migrantes (El Salvador y Honduras), que no tendr¨¢ las mismas garant¨ªas de movilidad que la visa verde: una tarjeta les permitir¨¢ viajar solo por algunas zonas del sur de M¨¦xico y otra, trabajar en Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucat¨¢n y Quintana Roo, Estados donde L¨®pez Obrador prometi¨® desde su campa?a impulsar grades proyectos de infraestructura, como la construcci¨®n del Tren Maya.
Bayron y Josu¨¦ llegaron a la frontera a tiempo y se convirtieron en los primeros afortunados. Despu¨¦s de la quinta noche, cuando todav¨ªa no hab¨ªa amanecido, agarraron sus mochilas. Esta vez, solos, sin caravana, con la tranquilidad de cruzar M¨¦xico sin necesidad de agruparse en cientos. Juntaron 900 pesos cada uno de lo que tra¨ªan ahorrado (unos 47 d¨®lares) y compraron un billete desde Tapachula, la ciudad fronteriza mexicana, rumbo a la capital. Su objetivo inicial, Estados Unidos, qued¨® paralizado por la posibilidad de encontrar trabajo en este nuevo pa¨ªs. Un conocido de Bayron le aconsej¨® que viajaran de ah¨ª a Monterrey, que all¨ª viv¨ªa "de ilegal" un hondure?o amigo de un amigo suyo. Y esa ciudad del noreste mexicano se convirti¨® de repente en su destino. Y aquel desconocido, en su familia.
¡ªOiga, ?sabe por aqu¨ª d¨®nde nos podemos cortar el cabello?
Despu¨¦s de un trayecto en un viejo autob¨²s de m¨¢s de 20 horas, llegaron a la capital. Bayron no ten¨ªa ya ni un peso y Josu¨¦ lo poco que tra¨ªa ¡ªunos 100 d¨®lares que hab¨ªa sacado despu¨¦s de vender una computadora a un conocido en San Pedro¡ª le prestaba lo justo, pues no sab¨ªan c¨®mo iban a sobrevivir hasta encontrar trabajo. En estas circunstancias extremas, cualquiera pensar¨ªa que ir a una peluquer¨ªa es el capricho m¨¢s absurdo. Para ellos no.
¡ªMire, yo no quiero andar as¨ª por ac¨¢... Pareciendo migrante.
Los dos amigos hab¨ªan planeado un viaje muy distinto. Nunca se imaginaron poder circular legalmente como dos turistas.
¡ªOiga, ?ese tren es como el de la bestia?
¡ªEs el metro ¡ªle responde t¨ªmido Josu¨¦.
¡ªAh, ya, ya... Es que nosotros hab¨ªamos practicado con mi t¨ªo la t¨¦cnica para un tren m¨¢s lento, ?sabe? Mir¨¢, uno tiene que correr a la misma velocidad que la m¨¢quina, no te pod¨¦s agarrar antes. Y cuando est¨¦s listo, pucha, te sub¨ªs as¨ª, y te quedas entre los vagones. Arriba dicen que es peligroso por si te tiran las ramas de los ¨¢rboles. Y uno tiene que estar preparado para tirarse y correr si viene la migra. A m¨ª lo que m¨¢s miedo me daba era que el tren me jalase y me quedara yo sin una pierna o algo...
¡ª ?Y a ti no te daba miedo subirte, Josu¨¦?
¡ª?Miedo? Miedo es tener hambre y no tener qu¨¦ comer.
Un d¨ªa despu¨¦s, decidieron marcharse al norte, tambi¨¦n en autob¨²s: unos 800 pesos m¨¢s (40 d¨®lares); 15 horas de viaje. All¨ª un tal Fredy, el conocido de Bayron, los iba a recoger en un punto de General Escobedo, un municipio a las afueras de Monterrey, donde la mayor¨ªa de taxis se niega a entrar de noche. Por sus calles, circulan hombres cabizbajos que regresan de trabajar despu¨¦s de tres horas de v¨ªa crucis en el transporte p¨²blico, entre casas de obra gris y vecinas que se asoman, pero no caminan solas.
¡ªNo recuerdo la primera vez que vi a un muerto, porque seguramente yo estaba muy peque?o... All¨¢ siempre ha sido as¨ª. S¨ª me acuerdo bien de la primera vez que vi a un muerto que conoc¨ªa. Ten¨ªa yo 14 a?os.
Iba pasando por su calle en bici y vio a un amigo suyo, Darwin. Flanque¨¢ndolo estaban dos tipos malencarados que no se inmutaron cuando, desde la acera, Bayron los salud¨®. "Mi amigo me dijo: Hola". No hab¨ªa llegado a la esquina cuando escuch¨® tres balazos. ?l le hab¨ªa visto la cara a los asesinos. Nunca dijo nada. Unas semanas despu¨¦s, aparecieron muertos.
La cuadra donde se criaron Josu¨¦ y Bayron ¡ªlos ¨²nicos hijos varones de sus familias¡ª no se parece en nada a esta donde viven ahora. "All¨¢ las casas son tambi¨¦n humildes, ?sabe? Pero yo siento que un poquito m¨¢s grandes", anota Bayron mientras camina por Escobedo. Los dos j¨®venes se acostumbraron a convivir con la muerte. En siete a?os cuentan hasta 14 los amigos asesinados. Pero no fue solo la lluvia de balazos y pu?aladas lo que les hizo huir.
Para Josu¨¦, todo empeor¨® el d¨ªa en que los mareros descubrieron que estaba ganando algo de dinero como soldador. Cada d¨ªa 15 lo esperaban a la salida de su trabajo para que pagara a la pandilla de la 105 el precio de no morirse de hambre. Y Bayron, t¨¦cnico en instalaci¨®n de paneles solares, llevaba viviendo dos a?os sin trabajo con los pocos ahorros que le quedaban. No sab¨ªan nada de M¨¦xico hasta ahora, ni siquiera ten¨ªan una idea de lo lejos que quedaba Monterrey. Su sue?o se med¨ªa en d¨®lares.
¡ªYo jam¨¢s podr¨ªa hacer lo que hacen ellos, matar a gente as¨ª, jam¨¢s...¡ª cuenta Josu¨¦ sin que nadie se lo haya preguntado y mira hacia el suelo¡ª A mi primo, que estuvo metido, le vaciaron metralla en el pecho y a¨²n as¨ª no muri¨®, tuvieron que pegarle tres tiros en la cabeza. Yo no soy tan fuerte...
En el suelo de un cuarto min¨²sculo, helado, construido en la azotea de una casa de ladrillo, duermen estos d¨ªas Bayron y Josu¨¦, que en su vida hab¨ªan sentido un fr¨ªo seco como este. Han tendido una manta sobre el piso, junto a la cama de su anfitri¨®n. Ah¨ª vive desde hace unos seis meses Fredy ¡ªque prefiere no dar su apellido¡ª. Un hondure?o de unos 50 a?os, exmilitar, que vivi¨® ocho a?os en Estados Unidos y fue deportado hace cuatro. Este desconocido se ha convertido en su padre: "Ustedes no se droguen, no se metan en el vicio, sean responsables. Mi patr¨®n es muy buena persona. Les ayudar¨¦, si se portan bien, a conseguir un trabajo de alba?il", les dijo cuando los recibi¨® en su casa humilde este domingo.
No tienen cocina, apenas funciona la luz. Con la poca le?a que consiguieron, lograron encender el primer d¨ªa un fuego que dur¨® lo suficiente para que se friera un pollo y algo de arroz. "Queremos buscar un lugar m¨¢s grande por aqu¨ª. Quiz¨¢ con dos habitaciones. El Fredy se viene con nosotros. ?l est¨¢ aqu¨ª solo, ?sabe? Yo siento que hasta le emocion¨® que estemos ac¨¢ con ¨¦l", cuenta Josu¨¦.
Desde esa azotea se escucha el alarido de un tren pesado. Es La Bestia. El tren que nunca tuvieron que tomar. Y cerca, a unas tres horas y media en coche de ah¨ª, est¨¢ la frontera. Su plan es encontrar un trabajo en Monterrey; y con su ubicaci¨®n, estudiar la manera m¨¢s eficaz de cruzar a Estados Unidos alg¨²n d¨ªa.
¡ªPero poco a poco, ya no tenemos prisa¡ªle advierte Josu¨¦ a Bayron.
¡ªSi yo ya estoy practicando el acento mexicano. Mir¨¢, hay que alargar las frases al final, as¨ª como... Como si dudaras.
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M¨¦xico abre las puertas a la caravana migrante
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