¡°Es una distorsi¨®n de los procesos¡±
Cuatro historiadores de M¨¦xico y Espa?a rechazan los argumentos del mandatario. Los mexicanos se?alan su educaci¨®n nacionalista como embri¨®n de la carta
Historiadores de Espa?a y M¨¦xico consultados por EL PA?S se han mostrado sorprendidos por el asunto de la carta que Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, presidente de M¨¦xico, ha enviado al Rey de Espa?a y al Papa. En Espa?a, los acad¨¦micos se?alan lo rid¨ªculo de la carta. Desde M¨¦xico, m¨¢s cautos, tratan de explicar el episodio a partir de la educaci¨®n del mandatario.
Nacido en 1953, L¨®pez Obrador creci¨® en un M¨¦xico que buscaba desesperadamente su identidad. Tres a?os antes Octavio Paz hab¨ªa publicado El laberinto de la soledad. En sus p¨¢ginas, el premio Nobel desgrana sus teor¨ªas sobre el ser mexicano: qu¨¦ es ser mexicano, por qu¨¦ el mexicano es como es. La conquista y la colonia son parte nuclear del libro, lectura habitual de escolares desde hace d¨¦cadas.
Un a?o antes, en 1949, un grupo de artistas y acad¨¦micos auspiciado por el Estado hab¨ªa anunciado a bombo y platillo el hallazgo de los huesos de Cuauht¨¦moc, el ¨²ltimo rey de los mexicas. El problema fue que no eran sus huesos, un error que perdur¨® por m¨¢s de dos d¨¦cadas. Para cuando se supo que aquella osamenta no era la del tlatoani (como se denomina en n¨¢huatl al rey o emperador), L¨®pez Obrador ya era un muchacho de 23 a?os.
"L¨®pez Obrador se educ¨® cuando los libros de texto de la escuela dec¨ªan que todos?los mexicanos descendemos de los mexicas; que la conquista de una ciudad fue la conquista de todo M¨¦xico", explica el historiador Alfredo ?vila, del Instituto de Investigaciones Hist¨®ricas de la UNAM. "Son ideas dif¨ªciles de quitar".
"Me parece muy l¨®gico y coherente viniendo de L¨®pez Obrador", opina el acad¨¦mico Mart¨ªn R¨ªos, experto en historia colonial. "Al final refleja lo que ¨¦l aprendi¨® en la educaci¨®n p¨²blica. Pero es una distorsi¨®n de los procesos", dice. "La forma en que lo expres¨® el presidente es reflejo de una educaci¨®n muy tradicional, empujada por el Estado despu¨¦s de la revoluci¨®n, que tiene un marcado peso indigenista. Es una deformaci¨®n de la realidad hist¨®rica, una manipulaci¨®n y un uso pol¨ªtico de la historia".
Carlos Mart¨ªnez Shaw, catedr¨¢tico em¨¦rito de Historia Moderna de la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia (UNED) y miembro de la Real Academia de la Historia, dice que "pedir una disculpa a un jefe del Estado por actos realizados hace 500 a?os y que enfrentaron a unas sociedades que poco tienen que ver con las nuestras es extempor¨¢neo y anacr¨®nico. Fue una conquista militar, con todos los da?os que eso supone, pero en los tres siglos de sometimiento hubo momentos de convivencia y de resistencia". Mart¨ªnez Shaw a?ade: "si lo hubiesen pedido unas comunidades afectadas, podr¨ªa tener un sentido, pero entre Estados roza el rid¨ªculo, es un salto cualitativo en esta clase de revisiones y puede acabar afectando a las relaciones entre ambos pa¨ªses".
Carmen Sanz Ay¨¢n, integrante de la Academia, premio nacional y catedr¨¢tica de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, coincide con Mart¨ªnez Shaw y califica esta decisi¨®n de "rid¨ªcula". Sobre la "reconciliaci¨®n plena" de la que habla L¨®pez Obrador, le sorprende que "¨¦l decida que Espa?a y M¨¦xico est¨¢n peleados".
Una yegua en sus aposentos
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa?a, Bernal D¨ªaz del Castillo, soldado de Hern¨¢n Cort¨¦s, relata las tretas del extreme?o para amedrentar a los caciques de Tabasco, a quienes hab¨ªa enfrentado d¨ªas antes en Centla. Es marzo de 1519, cientos de ind¨ªgenas han muerto, tambi¨¦n decenas de espa?oles, rebasados en n¨²mero. Cort¨¦s, que se ha dado cuenta del temor de los nativos a los caballos, pide a sus hombres que metan una yegua reci¨¦n parida en sus aposentos, el mismo lugar donde recibir¨¢ m¨¢s tarde a los caciques. Luego, dice el soldado, ordena que amarren un caballo cerca de la tienda, lo suficientemente cerca para que note la presencia de la yegua. La idea es asustar a los caciques con los relinchos desaforados del equino.
La estrategia hace efecto, cuenta el cronista. Los caciques se espantan y de ah¨ª en adelante no habr¨¢ m¨¢s batallas con pueblos del ¨¢rea maya. Es evidente que la relativa calma posterior trasciende al episodio de la yegua, pero simboliza los usos de Cort¨¦s, que trata de ganarse el favor de los pueblos por los que pasa, cueste lo que cueste.
La cercana efem¨¦ride de la conquista ha despertado una controversia dormida en M¨¦xico. Hace un par de semanas, la senadora Jesusa Rodr¨ªguez, del partido gobernante Morena, instaba a sus seguidores a no comer tacos de cerdo. Hacerlo, dec¨ªa, supon¨ªa celebrar la ca¨ªda de Tenochtitl¨¢n, la gran capital azteca. Al fin y al cabo, el cerdo lleg¨® a M¨¦xico con los espa?oles. Un d¨ªa despu¨¦s, el historiador Alfredo ?vila recordaba en Twitter que "con la conquista lleg¨® la religi¨®n cat¨®lica, impuesta a sangre y fuego por fan¨¢ticos y asesinos. Es verdad", a?ad¨ªa, "pero la mayor¨ªa de esos fan¨¢ticos asesinos eran ind¨ªgenas".
?vila se refiere a la alianza de Cort¨¦s y sus hombres, unos pocos cientos, con los pueblos tlaxcalteca, otom¨ª o xochimilca, sometidos por los mexicas. "Tambi¨¦n deber¨ªan pedirles a ellos que pidan perd¨®n, porque tambi¨¦n cometieron muchos excesos", dice.
Mart¨ªn R¨ªos zanja: "El proceso de conquista fue guiado por Cort¨¦s, pero los verdaderos actores fueron los grupos ind¨ªgenas aliados de Cort¨¦s. Esos grupos incluso reivindican su papel en la conquista para obtener privilegios por parte de la Corona".
"Agitar fantasmas"
"La sensaci¨®n que tengo con la declaraci¨®n de L¨®pez Obrador es que tiene alg¨²n problema interno y quiere agitar fantasmas para resolverlo. Con ello, mueve el nacionalismo mexicano. Es un planteamiento muy del siglo XIX", dice el mexicanista Jes¨²s Bustamante, del Instituto de Historia del CSIC. "Identificar a M¨¦xico con la sociedad prehisp¨¢nica y a la Espa?a moderna con los que llegaron all¨ª en 1519... El mundo ind¨ªgena no fue solo perdedor, hubo grupos como los chalcas y los huaxtecas, que se aliaron con Cort¨¦s porque detestaban a los aztecas, apoyaron a los espa?oles. Era un universo feroz.". Bustamante a?ade que "m¨¢s adelante, los ind¨ªgenas acompa?aron a los espa?oles en sus conquistas posteriores, de ah¨ª que pa¨ªses como Nicaragua o Guatemala fueran bautizados con t¨¦rminos ind¨ªgenas".
Seg¨²n este historiador, el presidente mexicano deber¨ªa ¡°preocuparse m¨¢s por lo que se ha hecho en M¨¦xico con los ind¨ªgenas en los ¨²ltimos 200 a?os, como las matanzas de mayas¡±.
Sobre la reacci¨®n espa?ola, Bustamante insiste en que ¡°no hay que picar al anzuelo, no entrar en la disputa pol¨ªtica¡±. ¡°Espa?a debe ayudar, cooperar, a un relato com¨²n, como hemos llegado los historiadores, que es el de la realidad compleja de la poblaci¨®n mexicana en aquella ¨¦poca, con grandes diferencias en las que Cort¨¦s meti¨® el cuchillo, para dividir, con inteligencia pol¨ªtica¡±.
?Se podr¨ªa pedir perd¨®n como se hizo con los sefard¨ªes? "?Es que les hemos pedido cuentas a los romanos? No es lo mismo, a los jud¨ªos se les expuls¨® por su religi¨®n, mientras que estamos hablando de la expansi¨®n territorial de Europa, un fen¨®meno que comenz¨® en el siglo XV y cambi¨® el mundo. Claro que se mat¨® a mansalva, ellos tambi¨¦n, era un mundo cruel". Por ¨²ltimo, cree que esta clase de debates va a ir in crescendo, con motivo de la conmemoraci¨®n de las independencias de las colonias.
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