?Estar¨¢ Bolsonaro resucitando el mito griego del caballo de Troya?
Es mejor tomar en serio al presidente de Brasil desde ya, para que las fuerzas democr¨¢ticas no tengan ma?ana que llorar como los ingenuos troyanos, incapaces de entender que a los dioses, a veces, es mejor enfrentarlos
El presidente de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, al que sus compa?eros de la ultraderecha llaman el ¡°mito¡±, podr¨ªa resultar m¨¢s peligroso y menos evidente de lo que se suele pensar. Podr¨ªa hasta querer encarnar el mito griego del enga?o del caballo de Troya. Cada d¨ªa parece m¨¢s evidente que no se trata de ning¨²n simpl¨®n que lleg¨® por pura casualidad al m¨¢ximo poder del pa¨ªs. Ni se trata de alguien que no s¨®lo no sabe gobernar sino que, dada su incapacidad, estar¨ªa dispuesto a retirarse y pasar el relevo a alguien mejor pertrechado pol¨ªticamente que ¨¦l.
Empieza a revelarse que el capit¨¢n del Ej¨¦rcito retirado juega con varias barajas a la vez. Da la impresi¨®n de que le gusta desorientar con sus profec¨ªas repentinas y sus actitudes, capaces de cambiar del d¨ªa a la noche. Confes¨® a los periodistas que ¡°no hab¨ªa nacido para ser presidente¡± y al mismo tiempo se siente m¨¢s ungido que nadie por la divinidad para cambiar al pa¨ªs. A esos mismos periodistas que hace s¨®lo unas semanas les dijo que no sab¨ªa ¡°c¨®mo hab¨ªa podido llegar a ser presidente¡±, les confes¨® el mi¨¦rcoles: ¡°No soy el due?o de la verdad, pero voy a cambiar Brasil¡±.
El humilde presidente que confiesa que gobernar no es su mejor cualidad, dice que hubiese podido estar m¨¢s c¨®modo en el Congreso como diputado o senador, pero que ¡°est¨¢ feliz¡± como presidente aunque a veces su misi¨®n sea dura como ¡°un parto sin respiraci¨®n¡±. Y a?ade con altivez: ¡°He tenido que tragar sapos hasta por la fosa lacrimal¡±. ?Cu¨¢l es el Bolsonaro verdadero? A los cientos de miles de estudiantes que salieron a la calle para protestar contra los recortes en la educaci¨®n propuestos por el Gobierno, Bolsonaro los apellid¨® ¡°idiotas ¨²tiles¡±. Pocos d¨ªas despu¨¦s, matiz¨® los recortes anunciados.
Las manifestaciones del domingo en defensa de su Gobierno y contra las instituciones que le impiden gobernar ser¨¢n por tanto una se?al importante para descifrar su personalidad y los riesgos que ella puede acarrear dada la contradictoria y ambigua conducta que viene revelando sobre las mismas.
Esas manifestaciones forman ya parte de la peligrosa estrategia que el presidente empieza a revelar. Por ejemplo, comparti¨® en un grupo de WhatsApp, con espanto de no pocos, que Brasil es ¡°ingobernable¡± y que las dem¨¢s instituciones, empezando por el Congreso y el Supremo Tribunal Federal, le impiden a ¨¦l hacerlo. Enseguida sus huestes m¨¢s exaltadas decidieron salir a la calle el pr¨®ximo domingo para incendiar Brasilia.
El presidente no s¨®lo no vet¨® la peligrosa marcha contra las instituciones, sino que estaba dispuesto a participar en el cortejo. En su mejor estilo, comenz¨® atizando el fuego y luego cambi¨® de postura. Anunci¨® que no ir¨ªa y pidi¨® a sus ministros que tampoco fueran. M¨¢s a¨²n, se fue a visitar al presidente del Supremo Tribunal Federal para tranquilizarlo. Le asegur¨® que respetar¨¢ las dem¨¢s instituciones del estado y la divisi¨®n de poderes. Nada pues de autogolpe. A la opini¨®n p¨²blica les record¨® que quien salga el domingo a la calle ¡°contra el Congreso y el STF estar¨¢ en la manifestaci¨®n errada¡±. ?Cu¨¢l de los dos Bolsonaros es el verdadero y m¨¢s peligroso?
Ser¨¢ interesante ver la semana pr¨®xima, sea el que fuere el resultado de la manifestaci¨®n, la reacci¨®n del presidente que con una mano las ha azuzado y con la otra se hace el inocente. Justo por esa inc¨®gnita y esa ambig¨¹edad del presidente la marcha sobre Brasilia ha adquirido ya una importancia que las otras no tuvieron.
Esa furia destructiva contra la educaci¨®n, la foresta amaz¨®nica y las relaciones internacionales llega al l¨ªmite de dejar, sin inmutarse, que su hijo, el diputado federal Eduardo, defienda que Brasil construya la bomba at¨®mica. Su obsesi¨®n patol¨®gica de querer armar a la poblaci¨®n, incluso a los menores de edad, como si Brasil tuviera que prepararse para una gran guerra, puede llevar a pensar que quien ¡°no hab¨ªa nacido para presidente¡± resulta m¨¢s peligroso de lo que hoy parece. De ah¨ª que parezca que Bolsonaro est¨¢ resucitando el antiguo mito griego del caballo de Troya. Un mito que recuerda el enga?o de los griegos a los habitantes de Troya que prepararon un gran caballo de madera y lo dejaron a las puertas de la ciudad enemiga como un regalo de los dioses.
Los troyanos, con miedo a irritar la ira divinidad, se adue?aron del caballo que result¨® ser una trampa, ya que dentro estaba lleno de soldados armados que acabaron arrasando la ciudad. Desde aquel episodio, narrado en la Odisea de Homero, que ha atravesado los siglos inundando la literatura y las artes y que ha sido analizado pol¨ªticamente, el caballo de Troya se ha convertido en una met¨¢fora de un ¡°regalo con el fin de enga?ar¡±.
No s¨¦ si Bolsonaro, apellidado ¡°mito¡±, y convencido de que Dios le ha pedido que deconstruya Brasil para reconstruirlo a la medida de su af¨¢n iconoclasta, ha pensado en convertirse tambi¨¦n ¨¦l en el nuevo caballo de Troya de Brasil. Y si, como los troyanos, no estar¨¢ dispuesto a enfrentar el peligro antes que irritar a los dioses que le escogieron.
Un presidente as¨ª no deber¨ªa ser tratado por las otras fuerzas del poder y por quienes creen en los valores de la democracia como alguien inocuo que est¨¢ de paso, divirti¨¦ndose con sus contradicciones diarias y sus delirios. Podr¨ªa resultar un nuevo caballo de Troya con todas sus consecuencias.
Mejor tomarlo en serio desde ya, para que las fuerzas democr¨¢ticas no tengan ma?ana que llorar como los ingenuos troyanos incapaces de entender que a los dioses, a veces, es mejor enfrentarlos que temerlos y arrodillarse ante ellos.
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