Diez a?os de c¨¢rcel por arengar contra el porno
Una sentencia contra un habitante de la provincia china de Xinjiang demuestra la debilidad de un proceso judicial que confina a un ciudadano uigur a un largo periodo de prisi¨®n
Cuatro precarios folios escritos en uigur, con la tinta corrida y sin membretes ni firmas, sentenciaron hace poco m¨¢s de un a?o el destino de Nebijan Hojaahmet. La vida de este ciudadano uigur, nacido hace 50 a?os en Xinjiang, en el oeste de China, cambi¨® de forma radical el 29 de septiembre de 2017, cuando fue detenido por supuestas alteraciones del orden social. Nueve meses despu¨¦s, la justicia ofreci¨® su veredicto: Hojaahmet hab¨ªa incurrido en incitaci¨®n al odio y discriminaci¨®n ¨¦tnica por aleccionar a algunos de sus compa?eros contra el porno, los excesos verbales y la falta de rezo. La sentencia, emitida por un tribunal uigur, lo condenaba a 10 a?os de prisi¨®n.
La reconstrucci¨®n de un relato con tintes de arenga escolar bast¨® para cargar a este obrero con esa pesada losa. Un d¨ªa de diciembre de 2016 ¡ªni siquiera se especifica la fecha exacta¡ª, Hojaahmet se dirigi¨® a algunos de sus colegas con las siguientes consignas: ¡°No dig¨¢is palabrotas, no ve¨¢is porno u os convertir¨¦is en kafires [infieles para el Islam]; si no rez¨¢is y si veis porno vuestra alma estar¨¢ sucia durante 40 d¨ªas y Dios no aceptar¨¢ vuestras oraciones. Si com¨¦is sin haber rezado, os convertir¨¦is en kafires. Si no rez¨¢is, ir¨¦is al infierno y Dios no os perdonar¨¢. Todos los que no rezan son kafires chinos [de la etnia] han. No pod¨¦is comer nada de [que hayan cocinado] mujeres que no rezan. No pod¨¦is comer nada de gente que fume o beba alcohol¡±.
La sentencia no aporta evidencia de que esas palabras fueran pronunciadas; simplemente esgrime el supuesto testimonio de tres colegas a los que se dirig¨ªa Hojaahmet y a los que cita por su nombre: Kirem Tursun, Memetjan Kirem, Gayret Memet. Ellos ¡°y otros¡± fueron aleccionados con estos mensajes, que la sentencia describe como ¡°pensamientos religiosos extremistas¡±.
El documento obtenido por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n (ICIJ, por sus siglas en ingl¨¦s) en el marco de la investigaci¨®n Los cables secretos de China (China Cables), de la que forma parte EL PA?S, ofrece una buena muestra de la debilidad de un presunto proceso judicial que confina a un ciudadano uigur a un largo periodo de encarcelamiento a partir de cargos sin pruebas. Al contrario que el resto de documentos obtenidos en esta investigaci¨®n, la sentencia no est¨¢ catalogada como confidencial. Aun as¨ª, los expertos consultados sostienen que rara vez estos escritos ven la luz; no se trata de sentencias p¨²blicas como las que caracterizan a los sistemas judiciales avanzados. [Lea las nueve claves para entender la investigaci¨®n]
El escueto texto describe al encausado como una persona de nacionalidad uigur, nacida en un condado de Xinjiang, con estudios primarios, sin antecedentes penales y con una caracter¨ªstica crucial en este caso: es miembro del Partido Comunista Chino. Esta pertenencia, relativamente habitual en todo el pa¨ªs, resulta sospechosa en los uigures. Las autoridades creen que muchos de ellos se escudan en esta especie de refugio para mantener una doble identidad por la que traicionan los valores chinos. Aunque este escrutinio se hace especialmente a perfiles intelectuales -y el encausado es un obrero-, una experta consultada por el Consorcio y que pide anonimato asegura que esas personas en general son objeto de ¡°escrutinio adicional¡±.
El calendario en el que se desarrollan los hechos tampoco es ajeno al marco pol¨ªtico. La sentencia est¨¢ fechada en diciembre de 2016. Pero es varios meses m¨¢s tarde, el 8 de agosto de 2017, cuando la polic¨ªa del condado de Qakilik, donde ocurren los hechos, lo detiene e inicia sus trabajos para demostrar el supuesto crimen. El a?o 2017 resulta clave en la estrategia de represi¨®n de los uigures iniciada por el Gobierno chino. La inversi¨®n del Estado en Xinjiang en materia de seguridad durante ese ejercicio se increment¨® un 93% sobre el a?o anterior, llegando a los 57.950 millones de yenes (7.000 millones de euros) y se dio paso a la construcci¨®n de al menos una treintena de los denominados como ¡°campos de reeducaci¨®n y entrenamiento¡±
Una frase, recogida hacia la mitad del texto, condensa bien la debilidad en que se cimenta todo el caso: ¡°La confesi¨®n, cinco veces, del defendido, Nebijan Hojaahmet, prueba sus delitos¡±. Los testimonios de sus tres colegas, que trabajaban como ¨¦l en la f¨¢brica Sandstone, en el n¨²mero 315 de la autopista nacional, y los ¡°documentos delictivos¡± que guarda la polic¨ªa local completan esa lista de presuntas pruebas.
Ni siquiera los escasos atenuantes que se citan en el proceso alivian el sombr¨ªo destino de Hojaahmet. Durante el juicio, el acusado se declara culpable, pero argumenta que cometi¨® esos delitos ¡°por su bajo conocimiento legal y su escaso nivel educativo¡±. Por ese motivo pide al juez ¡°que lo trate con indulgencia y le d¨¦ la oportunidad de convertirse en un buen hombre¡±. Su abogado llega a considerar correctas las acusaciones, pero abunda en la v¨ªa de la clemencia: ¡°Es su primer delito y pido al tribunal que lo trate con indulgencia¡±.
La rotundidad del veredicto sugiere que la pena habr¨ªa sido aun mayor de no haber mediado estos argumentos de falta de conocimiento sobre las supuestas ofensas. En una se?al clara de que estos procesos se emplean como combate a las expresiones de religi¨®n islamista, el tribunal acusa al ciudadano uigur de ¡°haber extendido el halal [el criterio isl¨¢mico para determinar lo que es legal] y el haram [el criterio para determinar lo que es ilegal]¡±.
Finalmente, el tribunal le priva, casi a modo de sarcasmo, de sus derechos pol¨ªticos durante cinco a?os, contados a partir de que la sentencia sea firme (se puede recurrir a un tribunal superior). Es decir, la privaci¨®n de esos derechos se prolongar¨ªa la mitad del periodo que estuviera encarcelado.