?La rabia de qui¨¦n?
No es posible entender la reivindicaci¨®n de las vidas negras o la exigencia de frenar la brutalidad policial sin considerar c¨®mo se fund¨® Estados Unidos
No es la primera vez que las ciudades estadounidenses se iluminan con incendios provocados por la poblaci¨®n afroamericana. Y, sin embargo, sorprende cada vez como si fuera la primera. Quiz¨¢ lo que deber¨ªa sorprender es que se incendien siempre a causa de las mismas reivindicaciones. En 1963, James Baldwin public¨® La pr¨®xima vez, el fuego. En 2016 apareci¨® Esta vez, el fuego, volumen en el que Jesmyn Ward, siguiendo la estela de Baldwin, analiza los problemas del racismo en su pa¨ªs. Nada hab¨ªa cambiado a pesar de las apariencias: una nutrida clase media negra y hasta una presidenc...
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No es la primera vez que las ciudades estadounidenses se iluminan con incendios provocados por la poblaci¨®n afroamericana. Y, sin embargo, sorprende cada vez como si fuera la primera. Quiz¨¢ lo que deber¨ªa sorprender es que se incendien siempre a causa de las mismas reivindicaciones. En 1963, James Baldwin public¨® La pr¨®xima vez, el fuego. En 2016 apareci¨® Esta vez, el fuego, volumen en el que Jesmyn Ward, siguiendo la estela de Baldwin, analiza los problemas del racismo en su pa¨ªs. Nada hab¨ªa cambiado a pesar de las apariencias: una nutrida clase media negra y hasta una presidencia de ese color. El primer libro est¨¢ enmarcado en la era del Black Power, el segundo en la de Black Lives Matter. Ambos momentos reclaman lo mismo, ambos tropiezan con la misma respuesta: represi¨®n armada.
No es posible entender la reivindicaci¨®n de las vidas negras o la exigencia de frenar la brutalidad policial sin considerar c¨®mo se fund¨® Estados Unidos o sin tener en cuenta la estructura disciplinaria de las plantaciones, el sistema de arrendamiento de reos (Convict Lease System), la era Jim Crow (Ku Klux Klan incluido) o el fen¨®meno de la encarcelaci¨®n masiva. A lo largo de la historia, el tema de la desproporcionada reclusi¨®n y violencia contra la gente de color (t¨¦rmino que actualmente abarca a toda ¡°minor¨ªa¡± no blanca) ha ocupado las mentes de los resistentes m¨¢s ind¨®mitos, los intelectuales m¨¢s ponderados y los manifestantes m¨¢s tenaces. Y mientras no se modifiquen leyes y se apliquen f¨®rmulas ¡ªya inventadas¡ª para ofrecer igualdad de oportunidad al 14% de la poblaci¨®n que lo reclama, los estallidos seguir¨¢n repiti¨¦ndose.
El actual es de mayores proporciones que los precedentes. Resulta comprensible, si nos remitimos a la aparici¨®n de dos nuevos factores: el sinf¨ªn de pruebas de ensa?amiento proporcionadas por la nueva arma de los dispositivos m¨®viles y su inmediata y amplia difusi¨®n, y las cifras de muertos a causa de la covid-19 entre la poblaci¨®n afroamericana, que vio saltar por los aires los progresos que supon¨ªa el Obamacare (sistema asistencial ya de por s¨ª muy recortado por el partido republicano) con la llegada de la actual Administraci¨®n.
Aunque las manifestaciones ponen de relieve la justificada rabia negra, su verdadera causa es la pr¨¢cticamente invisible, pero no menos agresiva, rabia blanca, como la denomina Carol Anderson. Para conseguir atenci¨®n, la rabia blanca no necesita salir a la calle y enfrentarse a balas de goma, porque tiene acceso a los juzgados, la polic¨ªa y los ¨®rganos legislativos y gubernamentales. La rabia blanca, contin¨²a argumentando Anderson, es recurrente. Todo avance afroamericano suscita una reacci¨®n violenta. Ocurri¨® despu¨¦s de la guerra civil, cuando la sentencia del caso United States vs Cruikshank (1876) socav¨® una ley contraria al terrorismo del Ku Klux Klan. Ocurri¨® en 1954, tras el fallo del caso Brown vs el Consejo de Educaci¨®n, que declaraba ilegal la segregaci¨®n en las escuelas, pero requiri¨® el env¨ªo de las tropas desde Washington para garantizar su aplicaci¨®n en Arkansas. Ocurri¨® dos a?os despu¨¦s, cuando la presi¨®n ejercida por un centenar de congresistas sure?os se tradujo en leyes que suprim¨ªan subvenciones p¨²blicas a escuelas no segregadas para destinarlas a escuelas blancas segregadas. Ocurri¨® tras la llegada de Obama a la Casa Blanca, que dio pie al Tea Party y a la elecci¨®n del actual presidente.
Ser¨ªa deseable que los hechos que ocurren en EE UU y seguimos d¨ªa a d¨ªa con el m¨¢ximo inter¨¦s, no nos convirtieran en meros voyeurs, sino que nos instigaran a conocer la situaci¨®n de los afrodescendientes en Espa?a, cuyas reivindicaciones se hicieron p¨²blicas hace dos a?os tras la visita a nuestro pa¨ªs del Grupo de trabajo de expertos sobre personas de ascendencia africana, integrado en la ONU. Igualmente importante es seguir la evoluci¨®n de la Plataforma de la comunidad negra, africana y afrodescendiente de Espa?a, creada a ra¨ªz de los ¨²ltimos acontecimientos y que reclama pol¨ªticas p¨²blicas frente al racismo institucional y social de nuestra sociedad.
Mireia Sent¨ªs es periodista y editora de BAAM (Biblioteca Afro Americana Madrid).