¡°He decidido perdonarte, porque yo no tengo odio¡±
El juicio contra el supremacista Brenton Tarrant por el ataque en dos mezquitas en Nueva Zelanda arranca con las declaraciones de los supervivientes
¡°Mi coraz¨®n est¨¢ roto, pero nosotros no lo estamos.¡± Khaled Alnobani es uno de los supervivientes de los atentados contra dos mezquitas de Christchurch que dejaron 51 muertos el 15 de marzo del 2019. Este lunes, durante el juicio, ha mirado a los ojos de su atacante, el australiano Brenton Tarrant, y compartido con ¨¦l todo el dolor y miedo que le caus¨®. Entonces lo ha se?alado con el dedo para dejarle claro que su acto de odio no ha conseguido separar a la comunidad: ¡°Estamos unidos¡±. El fiscal ha detallado que el supremacista trat¨® de causar ¡°la mayor cantidad de muertes posible¡± y que pretend¨ªa atacar una tercera mezquita en la que fue la peor masacre de la historia moderna de Nueva Zelanda.
Alnobani es una de las 66 personas ¡ªsupervivientes y familiares de las v¨ªctimas¡ª que durante los pr¨®ximos cuatro d¨ªas comparecer¨¢n ante el Tribunal Supremo de Christchurch. Es la primera vez que se ven cara a cara con Tarrant, que se ha sentado en el banquillo de los acusados vestido con un ch¨¢ndal gris y con esposas en las manos y los pies. El supremacista blanco parec¨ªa seguir con atenci¨®n los relatos de las v¨ªctimas, pero solo en una ocasi¨®n su rostro ha parecido registrar una emoci¨®n. Ha sido cuando ha hablado Janna Ezat, una mujer de origen iraqu¨ª que perdi¨® a su hijo en los atentados: ¡°He decidido perdonarle, se?or Tarrant, porque no tengo odio. No tengo venganza¡±. Tarrant se ha cubierto la parte inferior de su cara, ha parpadeado varias veces y se ha tocado un ojo.
Las v¨ªctimas han empezado a contar este lunes sus experiencias de terror, p¨¦rdida y dolor inconsolable. Algunas como Ezat han ofrecido perd¨®n, pero muchas conf¨ªan que el tribunal aplique la pena m¨¢xima para Tarrant. Como el australiano se declar¨® a finales de marzo culpable de todos los cargos, se enfrenta a posible cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por el asesinato de 51 personas, el intento de asesinato de 40 y un cargo de terrorismo, una sentencia sin precedentes en el pa¨ªs. La pena m¨¢xima impuesta hasta ahora en Nueva Zelanda ha sido de 30 a?os, para un hombre que mat¨® a tres personas en 2001.
Hay muchos factores que el juez debe tener en cuenta, como la edad de Tarrant (29 a?os) o su admisi¨®n de culpabilidad, que pueden jugar a su favor. En su contra pesar¨¢ la vulnerabilidad en la que se encontraban las v¨ªctimas, reunidas en las mezquitas para la plegaria del viernes. Este lunes el juez ha o¨ªdo el relato del fiscal de c¨®mo Tarrant prepar¨® los atentados: c¨®mo acumul¨® sin dificultades un gran arsenal de armas y munici¨®n, c¨®mo aprendi¨® a disparar y c¨®mo film¨® con un dron las mezquitas de Christchurch para elegir el d¨ªa y la hora con una mayor multitud. Pocos minutos antes de empezar la masacre envi¨® un email al Parlamento y los principales medios de comunicaci¨®n del pa¨ªs y encendi¨® la c¨¢mara que hab¨ªa colocado en su casco para retransmitir la masacre por Facebook. Cuando la polic¨ªa le detuvo despu¨¦s de los ataques, el supremacista blanco confes¨® que su plan era prender fuego a los templos. El fiscal, Barnaby Hawes, ha matizado tambi¨¦n que Tarrant trat¨® de ¡°causar la mayor cantidad de muertes posible¡± y que, tras atacar los templos de Al Noor y Linwood, se hallaba ¡°en camino¡± hacia otra mezquita en el momento de su detenci¨®n.
Gamal Fouda, el im¨¢n de la mezquita Al Noor, la primera que atac¨®, tambi¨¦n ha comparecido delante el tribunal de Christchurch. Ha recordado el momento en que estaba dirigiendo la plegaria ante unos 190 fieles y Tarrant irrumpi¨® en el templo disparando indiscriminadamente. Sus siguientes palabras han sido de conciliaci¨®n: ¡°Las acciones del terrorista han cambiado Christchurch y Nueva Zelanda, pero amo a Nueva Zelanda y la sociedad ha mostrado su amor y su apoyo hacia nosotros. El mundo ve a Nueva Zelanda como un modelo de compasi¨®n, amor y armon¨ªa¡±.
Su mensaje parece hacerse eco del lema ¡°Ellos son nosotros¡± con que la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, mostr¨® su solidaridad con la comunidad musulmana inmediatamente despu¨¦s de los atentados. Su rostro envuelto en un pa?uelo isl¨¢mico dio la vuelta al mundo y se erigi¨® como s¨ªmbolo de paz y unidad, un ideal que ha querido mantener hasta ahora. En un a?o, el Gobierno de Ardern ha aprobado dos ambiciosas reformas para endurecer las leyes armament¨ªsticas del pa¨ªs. Y la misma Ardern ha encabezado la cruzada para conseguir que plataformas digitales como Facebook, Twitter o YouTube persigan el contenido violento y extremista en la web.
Ardern prometi¨® que nunca m¨¢s pronunciar¨ªa el nombre del autor de los atentados y hasta hoy su Gobierno ha hecho todo lo posible para impedir que promueva su ideolog¨ªa. Tarrant ha pasado el ¨²ltimo a?o en aislamiento en la ¨²nica prisi¨®n de m¨¢xima seguridad que existe en Nueva Zelanda, en Auckland, y su correo es confiscado y examinado por expertos en lenguaje codificado.
Pero esta semana Ardern no puede impedir que Tarrant suba al estrado. En julio el australiano despidi¨® a sus abogados y eligi¨® representarse a s¨ª mismo cuando el juez pida o¨ªr las declaraciones finales antes de dictar sentencia. Las v¨ªctimas temen que pueda utilizar su ¨²ltima oportunidad ante el p¨²blico para defender sus ideas. El tribunal, no obstante, cuenta con poderes especiales: los medios no pueden retransmitir el proceso en directo, el juez puede censurar material y ya ha dicho que interrumpir¨¢ a Tarrant si ve que su discurso se puede utilizar para causar m¨¢s da?o. Y si lo cree necesario, puede ordenar que se le retire de la sala y leer la sentencia en su ausencia.
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