Alexander de Croo, el liberal sin tir¨®n pero fiable
El nuevo primer ministro belga, curtido en la empresa privada, tiene fama de introvertido y de buen gestor
A veces no toca tomar la mejor de las decisiones sino la ¨²nica aceptable para todos. Alexander De Croo, el liberal tranquilo, de 44 a?os, traje impoluto y sonrisa simp¨¢tica, un tipo deportista y familiar, aficionado a las motos, los caballos y al skateboard el¨¦ctrico, ha tenido la virtud de aparecer en estos momentos de incertidumbre. De Croo es desde el pasado jueves d¨ªa 1 el primer ministro de B¨¦lgica, un logro considerable en un pa¨ªs de poco m¨¢s de 11 millones de habitantes, acostumbrado al bloqueo pol¨ªtico: llevaban 16 meses, desde las ...
A veces no toca tomar la mejor de las decisiones sino la ¨²nica aceptable para todos. Alexander De Croo, el liberal tranquilo, de 44 a?os, traje impoluto y sonrisa simp¨¢tica, un tipo deportista y familiar, aficionado a las motos, los caballos y al skateboard el¨¦ctrico, ha tenido la virtud de aparecer en estos momentos de incertidumbre. De Croo es desde el pasado jueves d¨ªa 1 el primer ministro de B¨¦lgica, un logro considerable en un pa¨ªs de poco m¨¢s de 11 millones de habitantes, acostumbrado al bloqueo pol¨ªtico: llevaban 16 meses, desde las elecciones de mayo de 2019, tratando de formar gobierno.
De Croo, el primer flamenco en el cargo desde hace casi una d¨¦cada, capitanear¨¢ un heterog¨¦neo Ejecutivo de coalici¨®n apodado Vivaldi; un complejo equilibrio regional y pol¨ªtico tejido entre siete partidos que une a las familias flamencas y valonas de liberales, socialistas, ecologistas y a los democristianos de Flandes. Siete partidos en total, pero solo cuatro colores, las estaciones de la partitura.
El nuevo primer ministro no es ning¨²n animal pol¨ªtico. Su historia es la de un un l¨ªder sin tir¨®n cuyo partido, el liberal Open Vld fue el sexto m¨¢s votado en la cita electoral, el cuarto en la regi¨®n flamenca y ni siquiera supone la fuerza mayoritaria de la coalici¨®n, lugar reservado a los socialistas. Pero de alg¨²n modo, por temor al creciente influjo del nacionalismo, el populismo y la xenofobia en la regi¨®n m¨¢s rica y poblada del pa¨ªs, logr¨® convertirse en el candidato id¨®neo. El Gobierno Vivaldi ha dejado fuera a las dos principales fuerzas del pa¨ªs: el partido nacionalista N-VA y el Vlaams Belang, una de las formaciones de ultraderecha m¨¢s extremistas de Europa. Tal y como ha dicho en una entrevista en Le Soir el socialista val¨®n Paul Magnette, compa?ero de viaje de De Croo en una negociaci¨®n maratoniana y la persona con quien se disputaba el puesto: ¡°El premier ten¨ªa que ser flamenco, punto. Un franc¨¦s de izquierdas al frente de un Gobierno como este ser¨ªa la gota que colma el vaso¡±.
De Croo proviene de una familia muy pol¨ªtica, como sucede a menudo en B¨¦lgica, donde ser ¡°hijo de¡± parece casi una tradici¨®n: estuvieron los Spaak igual que los Michel y ahora los De Croo. Originarios de la localidad flamenca de Brakel, donde la saga lleva cinco generaciones ocupando la Alcald¨ªa, su padre, el tambi¨¦n liberal Herman, ha sido diputado durante 52 a?os, presidente del Parlamento y varias veces ministro. A su madre, una combativa abogada a¨²n en ejercicio, la homenaje¨® De Croo en su libro El siglo de las mujeres: ¡°Mi madre estudi¨® Derecho en los cincuenta. Se especializ¨® en divorcios, a menudo constataba como las mujeres estaban atrapadas en sus matrimonios. Mujeres humilladas, abatidas, amenazadas, pero a las que las finanzas no les permit¨ªan dejar a su marido mi madre les repet¨ªa que deb¨ªan conseguir un empleo para lograr su independencia y abrazar su propio destino¡±.
De ni?o, Alexander mostr¨® m¨¢s inter¨¦s por los ordenadores (sol¨ªa destriparlos) que por lo p¨²blico. Repet¨ªa que nunca seguir¨ªa los pasos de su padre. Contra el criterio familiar estudi¨® Ciencias Empresariales, se march¨® a cursar un MBA en Chicago y trabaj¨® seis a?os en la multinacional Boston Consulting.
De vuelta a B¨¦lgica crea una empresa de asesor¨ªa de derechos de propiedad intelectual, se casa, tiene dos hijos, vive en el pueblo familiar y desde all¨ª critica los vaivenes pol¨ªticos. Un amigo le reta: ¡°En lugar de quedarte al margen, l¨¢nzate. Pero por piedad deja de quejarte¡±. Y as¨ª es como en 2009, terminada la era de Guy Verhofstatd, el liberal flamenco que gobern¨® el pa¨ªs durante una d¨¦cada, De Croo se presenta sin experiencia (pero con el aval de su apellido) a la presidencia de Open VLD. Gana y despega su carrera, con una mano muy belga: provoca la ca¨ªda de una coalici¨®n y abre una crisis pol¨ªtica de 541 d¨ªas.
No le fue bien al frente del partido, confiesa al tel¨¦fono un compa?ero de filas. ¡°Para ese cargo necesitas hacerte o¨ªr, ser en¨¦rgico. Pero ¨¦l es un tipo razonable. Distante, nada extrovertido. No es el t¨ªpico pol¨ªtico, sino m¨¢s bien un ejecutivo¡±. Su liderazgo, a?ade, se refuerza cuando le llega la oportunidad a partir de 2012 de ser vice primer ministro de distintas coaliciones, tocando casi todos los palos: pensiones, cooperaci¨®n, digitalizaci¨®n, telecomunicaciones y finanzas. ¡°Se gan¨® una reputaci¨®n s¨®lida de gestor. Se hizo popular a su manera, no por sus esl¨®ganes, sino por su decencia. Es sobrio y fiable. Esa ha sido su fuerza, por eso ha sobrevivido. No brilla, pero siempre est¨¢ ah¨ª¡±.
Ah¨ª estaba, finalmente, m¨¢s de 650 d¨ªas despu¨¦s de la ¨²ltima crisis de Gobierno, cuando toc¨® decidir, de una vez por todas, qui¨¦n llevar¨ªa las riendas del pa¨ªs.