El rescate de una ni?a de tres a?os tras 65 horas bajo los escombros del terremoto en Turqu¨ªa: ¡°?Elif vive!¡±
La operaci¨®n de salvamento da esperanza a un pa¨ªs herido por el sismo del pasado viernes, que ya ha causado casi un centenar de muertos
Una palabra puede cambiar el estado de ¨¢nimo de una naci¨®n entera: ¡°Vive¡±. Pronunciada primero como un susurro entre los equipos de salvamento se extendi¨® en forma de grito por todas las televisiones de Turqu¨ªa: ¡°?Elif est¨¢ viva!¡±. Esta ni?a de tres a?os, rescatada en la ma?ana del lunes tras 65 horas bajo los escombros, se ha convertido en el s¨ªmbolo de la esperanza mientras Esmirna sigue lami¨¦ndose las heridas causadas por un terremoto que ya se ...
Una palabra puede cambiar el estado de ¨¢nimo de una naci¨®n entera: ¡°Vive¡±. Pronunciada primero como un susurro entre los equipos de salvamento se extendi¨® en forma de grito por todas las televisiones de Turqu¨ªa: ¡°?Elif est¨¢ viva!¡±. Esta ni?a de tres a?os, rescatada en la ma?ana del lunes tras 65 horas bajo los escombros, se ha convertido en el s¨ªmbolo de la esperanza mientras Esmirna sigue lami¨¦ndose las heridas causadas por un terremoto que ya se ha cobrado la vida de 93 personas, ha provocado cerca de un millar de heridos y ha dejado a miles de personas sin hogar. Pero, sobre todo, es una inyecci¨®n de moral para unos trabajadores exhaustos f¨ªsica y emocionalmente despu¨¦s de tres d¨ªas de b¨²squeda.
El s¨¢bado, la madre de Elif, Seher Perin?ek, sus dos hermanas, las gemelas Elzem y Ezel (10 a?os), y su hermano Umut, de 7, fueron localizados gracias al ruido que la madre hac¨ªa golpeando un jarr¨®n contra los muros bajo los que estaban atrapados. Los cuatro fueron extra¨ªdos con vida, aunque posteriormente Umut falleci¨® en el hospital. Elif, en cambio, segu¨ªa desaparecida: al sentir los primeros temblores del se¨ªsmo de magnitud 6,9 que el pasado viernes sacudi¨® la costa turca del mar Egeo, la peque?a corri¨® a refugiarse en su habitaci¨®n. La familia hab¨ªa quedado separada.
El domingo no fue un buen d¨ªa. La mayor¨ªa de los cuerpos extra¨ªdos de los Apartamentos Doganlar -en los que viv¨ªa la familia Perin?ek- y de los otros siete edificios en los que a¨²n se trabaja en busca de posibles supervivientes, eran cuerpos sin vida. ¡°Cuando sacamos a un muerto es como si perdi¨¦ramos a una madre, un padre, un hermano o un hijo, nos entristece much¨ªsimo. Sin embargo, tenemos que seguir trabajando, y pensar que todos los que siguen dentro est¨¢n vivos¡±, explica Y¨¹cel Firat, subcomandante de unidad de un equipo de Protecci¨®n Civil. Al caer la tarde del domingo, los equipos de salvamento sobre la monta?a de escombros que ahora son los Apartamentos Doganlar pidieron silencio. El momento dur¨® m¨¢s de lo habitual. Parec¨ªa que, quiz¨¢s, hab¨ªan hallado algo. Nada. Mandaron seguir a las m¨¢quinas, las taladradoras, los picos, las palas. La esperanza se desvanec¨ªa.
Hasta que a las 7.30 de la ma?ana de este lunes, efectivos del cuerpo de Bomberos de Estambul detectaron algo que pod¨ªa ser una persona. Se hab¨ªan guiado por los croquis de las habitaciones hechos por el padre, Oguz Perin?ek, al que el terremoto pill¨® fuera de casa pero que apenas se separ¨® un momento de las ruinas de su antiguo hogar mientras duraban las labores de rescate. Cuando el bombero que accedi¨® por un agujero hasta Elif dijo la palabra m¨¢gica, ¡°Vive¡±, un suspiro de alivio recorri¨® a los m¨¢s de 200 efectivos que trabajan sobre las ruinas de estos apartamentos, algunos de los cuales llevaban enlazadas hasta 45 horas de labor sin pegar ojo. ¡°Al saber que estaba viva, todo el cansancio acumulado se esfum¨® en un instante y comenzamos a trabajar m¨¢s deprisa. En media hora la hab¨ªamos sacado¡±, relata B¨¹lent, otro de los rescatadores implicados.
La ni?a apenas ten¨ªa una peque?a herida, pues una silla volcada sobre ella la protegi¨® de los cascotes y form¨® un hueco en el que pudo sobrevivir casi tres d¨ªas sin alimento ni agua. Su metabolismo empez¨® a funcionar m¨¢s despacio, dicen los m¨¦dicos, consumiendo solo lo imprescindible para mantener un hilo de vida. Envuelta en una manta t¨¦rmica y entre los aplausos de los vecinos fue trasladada al hospital de la Universidad del Egeo para su tratamiento, aunque su estado de salud es relativamente bueno e incluso han trascendido im¨¢genes de la peque?a jugando con una mu?eca que le han regalado los m¨¦dicos.
Oguz, el padre, se abraz¨® a Y¨¹cel Firat, cubierto de polvo: ¡°Yo no sab¨ªa qu¨¦ hacer. Me puse a llorar. La felicidad de ese momento es indescriptible¡±. No fueron los ¨²nicos: las horas de tensi¨®n, el cansancio y las malas noticias hicieron que numerosos trabajadores se desmoronasen en brazos de sus compa?eros, esta vez s¨ª, llorando de alegr¨ªa.
Turqu¨ªa es una sociedad tremendamente polarizada en la que, seg¨²n afirman las encuestas, muchas familias no ser¨ªan capaces de permitir que uno de sus hijos se casase con el v¨¢stago de una familia de ideolog¨ªa contraria. Pero tambi¨¦n es una sociedad capaz de dar lo mejor de s¨ª misma en momentos tr¨¢gicos como el que vive actualmente. Sobre los escombros y junto a ellos trabajan, codo con codo, hombres y mujeres de los cuerpos de Protecci¨®n Civil y Bomberos enviados desde ayuntamientos controlados por el partido de Gobierno y por la oposici¨®n; hay rescatadores de diversas agencias del Estado y municipales, mineros de la localidad de Soma, polic¨ªas, militares, miembros de la ONG islamista IHH, voluntarios de organizaciones izquierdistas... La imagen de la peque?a manita de Elif agarrando uno de los dedos de la mano enguantada de uno de sus salvadores, aferr¨¢ndose a la vida con toda la fuerza de la que es capaz un ser humano tan peque?ito, se ha convertido as¨ª en el s¨ªmbolo com¨²n de un pa¨ªs transido por el dolor.